Hoy 27 de marzo se conmemora el día del teatro, y queremos dedicárselo a un género único procedente de Japón. El conocido como teatro Kabuki ha roto fronteras con su peculiar estilo, siendo difícil de entender para la sociedad occidental. Además, recientemente, se pudo disfrutar en Madrid de uno de los espectáculos de una de las compañías legendarias de Japón.
Kabuki no tiene un origen etimológico totalmente determinado en la actualidad. Hay dos hipótesis de su significado: la primera dice que los símbolos de la palabra (歌舞伎) significan cantar, bailar y habilidad. Pero por otros lado se dice que viene del verbo kabuki, que es como algo extraordinario.
El teatro Kabuki surge en el siglo XIV por la influencia china del teatro Nô, el cual está relacionado con el budismo. Este tipo de teatro tiene un carácter religioso marcado, a través del cual se produce a una vía de comunicación entre el mundo de los vivos con el de los muertos. Las escenas son sencillas, ya que en el escenario se cuenta con una única pintura de un pino, haciendo referencia a la naturaleza. Aunque lo que más destaca de estas representaciones, es que son muy visuales al estar acompañadas de música, máscaras y movimientos con los que los actores simulan estar flotando.
Respecto al teatro Nô, estaba destinado para la aristocracia, siendo representado en casas feudales con protección de samuráis. Al necesitar un entretenimiento para la clase más baja surge el teatro Kabuki.
El teatro Nô era aristocrático y tenía lugar en casas feudales bajo la protección de los samuráis. Pero el pueblo también necesitaba una forma de entretenimiento, y así surgió el teatro Kabuki.
Con a un origen en el año 1603, el Kabuki nace en las plazas públicas para divertir al pueblo. Sus obras contienen burlas a multitud de temas sociales. Posteriormente en 1629, se prohibió actuar a las mujeres, ya que en algunos casos había cierta relación entre la actuación y la prostitución. De esta manera solo se quedaron hombres jóvenes como intérpretes, siendo vetados de la misma manera 50 años más tarde. Finalmente, solamente hombres en una edad madura, fueron los únicos que actuaron hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Heisei Nakamura
Durante el año pasado, una de las compañías más famosas de este tipo de teatro visitó España tras muchos años sin recibir un espectáculo de este tipo. Concretamente fue en los Teatros del Canal, situados en Madrid, donde Heisei Nakamuraza interpretó dos obras de Kabuki.
Fuji Musume: en el escenario cuelgan infinidad de flores de glicinia, de cuyo interior, sale una joven. Su silueta se confunde con la de las propias flores. Mientras juega con su rama, la joven ensimismada baila representando a veces la belleza y a veces el amor. En esta obra aparece el personaje del “onnagata”, el actor que representa el papel de mujer.
Renjishi: en el escenario aparecen padre e hijo con unos muñecos en las manos. El león de pelaje blanco es interpretado por el padre en el papel de Ukon y su hijo Sakon, es el que manipula el muñeco del león de pelo rojo. Según la leyenda, un león tira a sus hijos al fondo de un valle, y anuncia que cuidará únicamente a aquél que consiga volver de allí. Los intérpretes expresan con sus gestos un amor severo pero profundo. Finalmente padre e hijo convertidos en espíritus, bailan una coreografía llena de fuerza en la que sus melenas ondean simultáneamente.
Desde Ramen Para Dos pudimos asistir a este espectáculo. Fue una oportunidad única e irrepetible por el momento, ya que no es habitual recibir obras de este tipo en España. Personalmente he de decir que es muy disfrutable, además que las actuaciones te sumergen de lleno en la historia haciendo partícipe al público de una historia única.
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