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Anteriormente, se comentó que el porcentaje de beneficios que un autor recibe por derechos de autor de un manga es de un 10%, pero en ocasiones los autores cuyas obras no se venden muy bien ven este porcentaje reducido al 9%, o incluso al 8%. Además, si el manga está siendo realizado junto a un guionista o dibujante el porcentaje se reduce al 5% por cabeza. Lo más común es que ambos reciban en total un 10%, pero en ocasiones pueden recibir un 11%, hasta puede darse el caso de que el guionista reciba un 6% y el dibujante tan sólo un 4%.
Aquí lo que importa es el «equilibrio de poder»
Por ejemplo, cuando un atleta o comediante escribe la historia de una obra, la mayor parte del tiempo están tan sólo prestando su nombre. De hecho, no se molestan siquiera en escribir la historia. Hay excepciones, pero en la mayoría de los casos, estas celebridades se dedican a aparecer ocasionalmente en alguna que otra conferencia sobre la obra para hacer un par de comentarios. Tan sólo por hacer esto se llevan el 5%.
Probablemente casos como este, se deban a la estrategia de la editorial de hacer uso del nombre de una celebridad para tener mejores ventas, pero Sato considera que esto es irrespetuoso con aquellos lectores que permanecen a la espera de la publicación del manga, y cree que sería mejor poner fin a este tipo de prácticas.
Sato también opina que esta práctica para hacer dinero rápido y fácil también es irrespetuosa con el artista, el cual pone todos sus esfuerzos en la creación del manga.
En el caso de Umizaru, Sato obtuvo un 8% por derechos de autor mientras que la persona acreditada para crear la idea original y aportar ideas y datos obtuvo un 2%.
Escasas líneas más atrás se comentaba que, cuando el desarrollo de la obra se divide entre guionista y dibujante, el conjunto de los porcentajes por derechos de autor puede ser en ocasiones superior al 10%, pero cuando el mangaka se dedica tanto a crear el guión como realizar el dibujo de la obra el porcentaje recibido por derechos de autor nunca superará el 10%
Tras las fallidas negociaciones con Kodansha en diciembre del 2006 Sato firmó un acuerdo con Shogakukan. En dicho acuerdo, se pactó que el mangaka recibiría un 10% por derechos de autor para el primer millón de libros vendidos. Si lograra vender más unidades, este porcentaje se vería incrementado hasta el 11%
Al finalizar las negociaciones, Sato obtuvo aquello que había perseguido: que los derechos de autor recibidos variasen de acuerdo con los resultados obtenidos con cada título. Al estar de acuerdo ambas partes, tan sólo quedaba cambiar el nombre a Say Hello To BlackJack, y se decidió rebautizar la obra como New Say Hello to BlackJack (Shin BlackJack ni Yoroshiku).
Sato se sentía feliz, aunque tan sólo hubiese aumentado un 1% el porcentaje de ganancias obtenido por derechos de autor. Había logrado lo imposible: romper las leyes no escritas sobre la industria del manga, en la cual los derechos de autor se limitan a un 10%, todo un logro.
Incluso hoy en día, el mangaka le está muy agradecido a Shogakukan.
Pero este éxito venía acompañado de un sentimiento de fracaso, ya que aún dependía de una editorial para poder llevar el manga a sus lectores.
Las circunstancias que rodean la vida de un mangaka siguen sin cambiar, pese al logro alcanzado por Sato.
Como de costumbre, un autor manga no puede vivir sólo de la cantidad de dinero que recibe por cada página dibujada, así que ha de arriesgarse recurriendo a los derechos de autor obtenidos con la venta de los tankoubon para poder cubrir sus gastos de subsistencia más básicos. Al mismo tiempo, el autor hace frente a amenazas como las tiendas de libros usados y los manga café, los cuales han provocado durante los últimos 12 años una reducción progresiva en las ventas de revistas y tomos que las editoriales ponen a la venta.
Aunque en su conjunto las ventas anuales de tankoubon han logrado más o menos mantenerse, lo cierto es que si actualmente se compara la cantidad de títulos puestos en venta en formato tankoubon con las cifras de 10 años atrás, se puede ver que hoy en día la cantidad de títulos disponible es de casi el doble.
Si esto se calculara como promedio de ventas actuales por tankoubon, significaría que sólo se vende la mitad de lo que se vendía hace unos 10 años.
Sato creía que algo tenía que cambiar en el panorama de la industria del manga, y comenzó a pensar qué podría hacer para que, 10 años más tarde, la cultura del manga permaneciese con vida.
Revista impresa contra revista vendida
Hay bastante diferencia entre las copias impresas de una revista y la cantidad de las mismas que llegan a venderse. Una editorial puede anunciar que ha hecho una tirada de un millón de copias de su revista, pero eso tan sólo significa que han sido impresos un millón de ejemplares, no que hayan vendido tal cantidad de los mismos.
Por ejemplo, Sato comenta que la tirada de una revista es de 380.000 unidades por cada número que sale a la venta, pero las ventas reales alcanzan aproximadamente las 150.000 unidades, es decir, que se ha vendido menos de la mitad de lo que se ha impreso.
En el caso de Sato, las ventas de sus obras en formato tankoubon son actualmente superiores a las ventas reales de la revista. Si esto se observa desde un punto de vista distinto, las ventas de los tankoubon podrían estar ayudando a promocionar la revista, cuando debería ser justo al contrario, que la revista fuera la que estuviese ayudando al autor a vender sus obras recopiladas en tomos.
Tras varias investigaciones en los últimos años, el autor ha descubierto que los lectores de una revista no siempre son los mismos que los que leen un tankoubon.
En Japón, una obra dentro de una revista tiene preferencia sobre otras según su popularidad. Las series más populares aparecían en las primeras páginas, mientras que las que no lo eran tanto iban apareciendo en las últimas. Tokkou no Shima, obra de Sato, siempre aparecía en las últimas páginas de la revista que la serializaba, mientras que su edición tankoubon era lo más vendido de todas las obras que en aquella revista aparecían.
Asimismo, aquellos anuncios en los cuales las editoriales aseguran que un tankoubon ha superado la cifra de un millón de unidades vendidas no dicen realmente la verdad. Incluso existe un término denominado bestseller bankruptcy (la bancarrota de los best-seller), donde aparecen aquellos libros impresos que no logran venderse.
De este modo, Sato pensó en la creación de una página web dónde se publicaría parte de sus obras y se ofrecería una tarifa a aquellos lectores que quisiesen leerlas al completo.
Sato vendería a sus lectores cada capítulo de 24 páginas a unos 30 yenes, siendo posible mantener la misma cantidad de beneficios si el 20% de los lectores de la revista comprase su manga vía online.
El número actual de lectores podría caer un 20% si el manga se vendiese a través de su web, pero podría existir la posibilidad de que la cifra de lectores fieles se mantuviese o incluso aumentase.
El problema de la distribución se ha resuelto, aunque se cierne un sentimiento de soledad al no ver sus mangas colocados en las estanterías de las librerías, pero de este modo también evita el tener que hacer frente a las editoriales más inflexibles.
Cómo hacer frente a un negocio moribundo
Sato compró hace un año un libro llamado Shuppan Shihyou Nenopu, el cual informa sobre las ventas en la industria de la revista, las cuales han ido disminuyendo sus ventas consecutivamente durante los últimos 12 años, teniendo este último año una caída aún mayor. El mercado del manga se ha reducido en 100 mil millones de yenes si se comparan con las cifras de 1992.
De las 11.368 series publicadas en formato tankoubon tan sólo 9 han conseguido alcanzar la cifra de 1 millón de tomos vendidos en la primera tirada, y las revistas van desapareciendo una tras otra… Todos estos datos demuestran que la publicación de manga es un negocio moribundo, agonizante… en vías de extinción.
Incluso después de haber recibido repetidamente varias ofertas para publicar sus obras a través del teléfono móvil, Sato nunca ha aceptado alguna, debido principalmente a su preferencia por plasmar una historia en papel, y porque publicar una obra en un teléfono móvil no sacaría al autor de su situación económica.
Pero si la publicación fuese a través de internet, él podría asumir la responsabilidad de todo lo que engloba a la creación y distribución de su obra.
Además, si es capaz de ofrecer precios más baratos o con la misma calidad que puede encontrarse en librerías de segunda mano y en los manga café, no tendría que preocuparse en perder lectores.
Pero, ¿Cómo podría quitarle a los lectores esa dependencia o preferencia por leer manga en papel?
Sato está convencido de que publicar sus obras a través de la red sería bueno siempre y cuando la edición tankoubon se imprimiese en papel; ya que de todos modos los chicos y chicas que leen manga en las tiendas de libros usados o los manga café no están lo suficientemente unidos al manga como para desear coleccionar la serie en este formato.
No hay nada malo en esto, seguramente sea inevitable que más de un tankoubon se convierta el día de mañana en un objeto de coleccionista.
Básicamente, la gente que lee manga en línea y las personas que coleccionan tankoubons podrían no coincidir, al igual que los lectores de revistas y los de tankoubons podrían no ser los mismos.
Por lo tanto, ¿no sería posible hacer uso de internet para la lectura ocasional de las obras con el objetivo final de que éstas sean publicadas en papel?
Con la publicación como objetivo final, vuelve a emerger la amenaza de la dependencia ante una editorial para distribuir sus obras, pero pronto se desvanece esta amenaza al comprobar que un código ISBN no es muy difícil de obtener ya que, aunque Sato no pueda distribuir sus obras a través de las librerías del país, sí puede venderlas a través de portales como Amazon u otras librerías online que lo convertirían en un autor muchísimo más independiente.
Tras comprobar todas las posibilidades a las que podría optar, analizando detenidamente los pros y los contras de cada una de ellas, finalmente Sato se ha decidido a dibujar los primeros esbozos de un nuevo proyecto, planificando también, y muy seriamente, la idea de crear una página web para comenzar a vender sus obras.
Fuente: SatoShuho vía Canned Dogs
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