The art of Manga es una de esas exposiciones que nadie se hubiera imaginado que llegaría a Madrid. De repente, la ciudad entera empieza a llenarse de carteles que anuncian, en tonos rojos y con la imagen de un «dibujo» de estilo manga. Porque, efectivamente desde el 4 de abril, en el espacio COAM se pueden disfrutar de cientos de originales dedicados al arte del cómic nipón. Las entradas se pueden adquirir en el siguiente enlace.
A través de grabados, originales y figuras prestadas por colecciones privadas se hace un recorrido por la historia del manga. Aunque empañada por una muy mala primera impresión. Porque es un tanto extraño que, siendo una de las primeras veces en las que se puede disfrutar de una gran cantidad de dibujos inéditos manga y de artistas de renombre, se decide tirar de IA para la realización del cartel. Desmerecer el trabajo de cientos de autores, todos ellos expuestos y enaltecidos en el recorrido de la sala especialmente creada en el colegio oficial de arquitectos de Madrid, es un gran fallo que no puede negarse.
Sin embargo, quizás por mi curiosidad de conocer más sobre el manga, como por la posibilidad de poder tener ante mis ojos el arte de algunas de las series que más me han marcado, finalmente decidí entrar. Tras atravesar unas cortinas oscuras dejo de estar en España para entrar de lleno en el mundo del manga. A partir de aquí, el color rojo de la pasión se convierte en el rey indiscutible de la sala. De fondo, se oyen entremezclados susurros del resto de asistentes y una música japonesa, ligera y que no logro realmente reconocer, aunque no puedo negar que me suene.
La entrada me deja impactada y solo puedo mirar al techo. De este, como si de glicinias se tratasen, cientos de páginas de mangas cuelgan sobre mi cabeza. En esta ocasión, sí que logro reconocer las adaptaciones a manga de Little Witch Academia, el trazo de Akira Toriyama y una página Happy, entre otros. La variedad es impresionante y apenas he dado un paso. «Qué chulo» es lo primero que pienso, «lo del cartel me sigue doliendo, pero le vamos a dar una oportunidad». Seguimos nuestro camino protagonizado por una reproducción facsímil de la obra Choju-jinbustu-giga, atribuida a Tobo Sojo (una de las primeras caricaturas satíricas japonesas y que data del siglo XII).
Más adelante, ante mí se presenta un recorrido formado por diez salas diferentes, cada una repleta de una gran variedad de exposiciones. Además, todas ellas cuentan con un sistema de apoyo muy sencillo y que es un auténtico punto a su favor. Solo te hacen falta unos auriculares y un teléfono capaz de leer QRs para poder acceder a la audioguía que te irá explicando cada uno de los carteles. También cuentan con una explicación bilingüe, tanto en castellano como inglés.
La primera de las salas, «Los orígenes del manga» presenta las diferentes teorías relacionadas con el nacimiento de esta pasión que tanto nos mueve. A su lado, la gran ola de Hokusai, aunque en un tamaño no tan grande como su nombre y, de nuevo, un original en papel y tinta que me deja sin palabras. En esta pequeña esquina no dudan en presentar cómo se realiza el grabado de obras como la recientemente mencionada.
Las siguientes salas siguen el mismo patrón. Por un lado, «libros y grabados del periodo Edo» y, por el otro, «el manga de los siglos XIX-XX». Hay revistas de la época, desde xilografías a pinturas originales e, incluso, manuscritos de mangas en sus fases iniciales. Todo ambientado en un jardín Zen que cuenta con un torii que te invita a cambiar de perspectiva por completo tras caminar debajo de la puerta de los dioses y atravesar un pasillo de farolillos. Puede que el calor apenas haya llegado, pero se respira el aire del O-bon en el ambiente.
Y no es para menos, pues lo que se muestra tras dejar atrás los faroles es un gran mural de cientos de obras del «Dios del manga» (ahora se entiende que el torii quizás no es solo decorativo). La princesa caballero, Black Jack, Astroboy, un Dororo y Fénix, entre otros. Todas las portadas de Osamu Tezuka se coronan con una firma original del propio autor. Si antes he hablado del calor, no voy a negar que en este momento sintiera un escalofrío al verla. Aunque pensándolo ahora con calma, puede que ese frío hubiera sido por el panel de GeGeGe Kitaro que corona la sala sobre su autor Shigeru Mizuki y los yokai.
La exposición continúa con dos secciones hermanas, dedicadas al shôjo y al shônen, con revistas de ambas demografías, donde se pueden ver originales de Sailor Moon, y grabados de mangas publicados en España. Lo que más me llama la atención es el gran panel dedicado a One Piece, porque al fin y al cabo es una de las series más importantes. Con posters, revistas, y todos los tomos en japonés publicados hasta la fecha. También hay una mención a Toriyama, padre de Dragon Ball, relacionada con su muerte, para después pasar a la sección de «industria del manga», donde para mi alegría se encuentra un tomo de Yamada-kun lv. 999 (las señales de su licencia están cada vez más presentes).
A continuación hay pequeñas televisiones con auriculares. En ellas se pueden ver Heidi, Willy Fog, Vicky el vickingo o D’Artacán y los Mosqueperros (particularmente mi preferida). Todas ellas son coproducciones europo-japonesas, y la sinfonía de la infancia de grandes y pequeños. Aunque no sé si realmente generaciones más allá de la mía han oído alguna vez a Mocedades cantar eso de «80 días son, 80 nada más». Y es que en la historia española del manga también se presentan el primer manga en España, Tonda Haneko, así como el primer manga en castellano, La vida de Mao Tse Tung, un manga firmado por el dueto Fujiko Fujio, o El Víbora, la revista donde, por primera vez, se contó con una portada de manga.
Así llegué al final de la exposición, donde se describe el proceso de creación de un manga, con originales y las diferentes herramientas necesarias. A la salida, como no podía ser de otra manera, había una pequeña tienda con postales, figuras, y algún que otro recuerdo que despiden a la colección.
Sin especificar cuándo terminará, lo que ha quedado demostrado es el precio: una entrada general a 14.90 euros a partir de los 13 años. Todo ello con la posibilidad de disfrutar de un descuento del 15% para estudiantes, mayores de 65, familias numerosas, personas con discapacidad o con carné joven. Aunque cabe destacar que también se han de pagar 1,5 euros más de gastos de gestión. Sin embargo, también cuentan con «packs» dependiendo de si se va en grupo, así como un precio reducido para los niños de tres a doce años.
En general, The art of Manga es una buena exposición, completa y con gran variedad de contenidos. El error del uso de IA para el cartel es garrafal, y todo un punto en su contra. Ninguna de las obras que se encuentran en la sala merece ese trato. ¿Merece la pena ir? Si sois fans sí, sin duda. Además, contar con el apoyo de Oriol Estrada como experto en manga consigue darle un toque especial.
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