Como si fuera un capricho del destino, el punto de partida de esta historia fue la ciudad de Ishinomaki en Sendai, que sufrió los daños del gran terremoto del Este de Japón. Así, la exposición recorre la ruta de Hasekura Tsunenaga, quien realizó este viaje con un firme propósito pero sintiendo la nostalgia de la ciudad de Ishinomaki.
Cuatro siglos después, en aquellos paisajes que fueron al mismo tiempo de esperanza y desesperación para el viajero, hay ríos y montañas que no han cambiado su fisonomía, pero también ciudades y lugares que, por el devenir de la historia y el avance cultural, han modificado completamente su aspecto. Retornando a las sendas recorridas por aquellos viajeros, Teruo Sekiguchi ha fotografiado con su particular sensibilidad los paisajes que ellos mismos vieron.
Fuente: RABASF
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