En esta ocasión, ante la amenaza del peligroso Instituto Hosen, Genji, cegado por derrotar al gigantón Rindaman, deberá recuperar la confianza de sus compañeros, aprender lo que significa ser un líder y la responsabilidad que comporta. Nunca una vuelta al “insti” fue tan deseada: ¡Let’s Fight!Por Quique C. ‘Black&White’Genji o la responsabilidad de un líder
Tras derrotar a Tamao Serizama y erigirse como líder del instituto con peor fama de todo Tokio, Genji Takiya sólo vive obcecado con vencer al inquietante forzudo Rindaman y, así, convertirse, definitivamente, en el alumno más fuerte de todo Suzuran, ignorando la inminente amenaza de los terribles alumnos del Instituto Hosen. Cegado por su egoísmo olvida su verdadero rol: dirigir con justicia y unir diferencias.
Crows II se presenta como una reivindicación de la responsabilidad de la figura del líder, concretamente, de sus obligaciones para con el grupo y de su constante búsqueda del consenso. ¡Conquistar Suzuran fue el primer paso, lo más importante viene ahora, ganarse el respeto de todos!
Así de claro lo demuestra Takashi Miike, artífice de una nueva explosión de sangrientas coreografías rompe huesos y de una puesta en escena dinámica, vistosa y directa. Sin olvidar, las obvias exhibiciones fanservice de tipos duros y los recurrentes y absurdos “videoclips” que, lejos de enriquecer el relato, lo dilatan innecesariamente.
En este sentido, el guión de Crows II incorpora subtramas y momentos intrascendentes (los desafortunados citados números musicales, carentes de fuerza visual y sentido argumental o la disparatada cita de Chuta Tamura con su novia, por ejemplo), personajes desaprovechados (atención al misterioso y andrógino Ryo ¿Alguien se huele Crows III próximamente?), intervenciones testimoniales (la bella novia de Genji, Aizama, es prácticamente una extra) y adolece de una falta considerable de síntesis narrativa. En cambio, para contrarrestar estas deficiencias, regala testosterona a raudales (incluso más de uno verá ciertos guiños yaois) y una de las batallas campales más largas y agresivas de las historia del cine. Una hipérbole cinematográfica llevada al extremo, unos 25 minutos de puñetazos, patadas y sangre.
Violencia gratuita narrada como un estudiado baile caótico que entusiasmará a los incondicionales de la saga de Hiroshi Takahashi. De hecho, siguiendo los pasos del tristemente fallecido Kinji Fukasaku en su obra maestra Battle Royale (Batoru Rowaiaru, 2000), Miike refuerza el placer estético de la violencia propia de la ficción cinematográfica.
Por último, mencionar al conjunto de actores protagonistas que, independientemente de su atractivo físico, están condenados al éxito y a liderar a toda una nueva generación de jóvenes intérpretes (especialmente el carismático Shun Oguri y el interesante Takayuki Yamada), con el permiso de Tatsuya Fujiwara y Kenichi Matsuyama.
Lo Mejor: Las impactantes escenas de lucha que no dan tregua al espectador, el extraño placer estético de la violencia y unos actores en estado de gracia.
Lo Peor: Dentro del divertido disparate de la historia planteada por Takahashi, esta descentrada segunda parte no consigue sacar partido de muchos personajes y se entretiene en subtramas que carecen de interés real.
Ficha artística y técnica
Director: Takashi Miike
Productor: Mataichiro Yamamoto
Productores ejecutivos: Kazuya Hamana
Guión: Shogo Muto, Rikiya Mizushima (basado en el manga original de Hiroshi Takahashi)
Fotografía: Nobuya Kita
Montaje: Shuichi Kakesu, Tomoki Nagasaka
Música: Naoki Otsubo
Diseño de producció: Yuji Hayashida, Tsukuru Hashimoto
Sonido: Yoshiya Obara
Intérpretes: Shun Oguri, Kyosuke Yabe, Meisa Kuroki, Haruma Miura, Nobuaki Kaneko
Nacionalidad: Japón
Año: 2009
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