Continuamos el remake de Capitán Tsubasa con la review del octavo episodio y en medio del enfrentamiento entre el Nankatsu y el Shutetsu. Aunque antes recordar que las siguientes líneas pueden contener spoilers de la trama del episodio.
El episodio comienza justo donde acabó en el séptimo con Tsubasa dispuesto a sorprender desde lejos Wakabayashi. Pero como es de esperar, el portero ataja sin mayores problemas. Bajo la atenta mirada de Roberto que le aconseja, casi telepáticamente, que la victoria no depende de él solo si no del resto de sus compañeros. Como siempre el entrenador tiene la razón y en este capítulo, tanto el delantero como el portero, tendrán que dejar a un lado su reto y colaborar con sus compañeros para ganar el partido. Pues el fútbol es un deporte de equipo.
Tsubasa pronto se da cuenta de esto en cuanto Wakabayashi manda a sus compañeros poner en marcha “la jaula de pájaro”. Una técnica con la cual el Shutetsu decide aguantar el balón mientras el Nankatsu trata de recuperarlo. Una táctica infalible que descoloca hasta al propio Tsubasa. Pero inesperadamente, es Ishizaki el que consigue romperla, como siempre más con corazón que con cabeza, e impulsado por todo el recuerdo de todo el duro entrenamiento que ha hecho su equipo para llegar ahí. Aunque recupera el balón, se lesiona en la jugada. Sin embargo, le queda el esfuerzo suficiente para asistir a Tsubasa.
A partir de entonces, Tsubasa sorprende a todos, tanto al Shutetsu como a los propios espectadores. Dado que después de dejar sentados a todos los rivales, incluidos el cuarteto del Shutetsu, consigue vencer Wakabayashi, utilizando la técnica que le enseñó Roberto en los primeros episodios. Si bien al tirar desde fuera, Wakabayashi detiene el balón, Tsubasa remata el rechace con una chilena con la que consigue batir a Genzo. Una técnica magistral para quitarse el sombrero.
Finalizado el tiempo reglamentario, tiene lugar un descanso antes de la prórroga conformada de dos tiempos de cinco minutos cada uno, y donde ocurren dos hechos importantes. Por un lado, Ishizaki no puede seguir jugando por la lesión y no hay otro jugador que lo sustituya. Aunque por suerte, Taro Misaki puede sustituirle al estar recién matriculado en el colegio. Por otro lado, el entrenador personal de Genzo, el señor Mikami, baja a Genzo de su nube de una bofetada y que apela al espíritu de superación clásico del spokon. El portero no debe de rendirse a la primera de cambio, algo que acaba despertando el lado más humano de Wakabayashi en el momento perfecto del partido.
De esta manera, se inicia una prórroga breve, pero intensa, donde enseguida vemos en acción a la pareja de oro de la serie: Misaki y Tsubasa. Ambos unidos por la pasión por le balón y que parecen jugar de memoria. Sin embargo, no es suficiente para vencer a Wakabayashi quien, antes de acabar el primer tiempo de la prórroga consigue meter gol. ¿Conseguirá el Nankatsu empatar el partido?
Si por algo se podría caracterizar este episodio es por la humanización de los protagonistas, tanto de Tsubasa como de Wakabayashi. Ambos se dan cuenta de que deben trabajar codo con codo con sus compañeros para ganar el partido, dejando duelos a un lado. Además, también asistimos al clásico espíritu de superación del género, no solo en Ishizaki, sino también en Wakabayashi.
Pero lo que sin duda es de admirar del episodio es la recreación de la jaula infernal. Al darle forma física sobre el terreno de juego, unido al sufrimiento de los jugadores del Nankatsu al chocar y a la música, consigue darle un mayor toque dramático. A la par que el sentimiento de liberación es mayor una vez Tsubasa la rompe, no sin antes el sacrificio heroico de Ishizaki. Una gran reconversión de una de las tácticas más icónicas de la serie.
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