Continuamos con las reviews de Ataque a los titanes con el análisis del episodio 10 y que se pudo disfrutar a través de Mtmad. Aunque antes de continuar recordar que las siguientes líneas pueden contener spoilers.
Tras la derrota de Rod Reiss y, en cierta medida, el Antiguo Régimen en Ataque a los titanes se acerca una nueva etapa que comenzará con la coronación de Historia. Pero como colofón de este arco que se cierra con un esperanzador futuro en el horizonte, “Amigos” es un auténtico réquiem de Kenny. Un personaje que hasta ahora se había mostrado frío y violento, pero que en este episodio viene a mostrar su cara más amable y humana.
En su lecho de muerte por las graves heridas tras el combate contra el Equipo de exploración y la explosión de Rod, y completamente a solas con Levi, Kenny empieza a recordar parte de su vida. Esa en la que se convirtió en el perro fiel de la familia Reiss y crió a Levi, que resulta ser su sobrino.
Como se puede ver en el episodio, la vida de Kenny siempre se ha caracterizado por un auténtico espíritu de supervivencia. Un auténtico superviviente teniendo en cuenta la persecución sufrida por los Ackerman debido a su invulnerabilidad frente al poder del Titán fundador. Aunque los caminos de ambos acabarían encontrándose cuando se encuentra con Uri, heredero del poder del titán. Sin embargo, como una especie de pálpito, ambos saben que no pueden acabar el uno con el otro, estableciéndose entre ambos una especie de amistad de conveniencia. Así Kenny se convirtió en el perro de la familia Reiss.
Dentro de aquella sociedad, Kenny es testigo de aquella sociedad secreta que se forma en torno a la figura de Reiss. Considerado un auténtico Dios, todos son capaces de hacer lo que sea por él. Pero él no se siente atraído por él ni por sus palabras, solo se dedica a obedecer. Así consigue librarse de la mayoría de problemas que le acarrea el apellido Ackerman.
También en este homenaje a Kenny se ven los estragos de la maldición de los Ackerman, cuando va a visitar a su hermana Kuche, una prostituta que muere de una terrible enfermedad. Aunque no estaba sola, junto a ella encuentra a un niño medio desnutrido: Levi. Es Kenny quien le enseña a manejar un cuchillo, a sobrevivir en la calle… Aunque se profundiza poco es este aspecto se entiende bastante el origen de la personalidad de Levi. Pero Kenny lo acaba abandonando.
Sin embargo, a pesar de todo lo luchado y aprendido, la vida de Kenny cambió irremediablemente una vez se unió a la familia Reiss. Le fascinó ese poder de la familia Reiss que le permitía ver la bondad del mundo entre aquellos muros. ¿Podría él convertirse en semejante buena persona y compartir su visión? Esa es la duda que le ronda la cabeza en aquellos últimos instantes y con la jeringuilla con el líquido titanizante cuando lo encuentra Levi. Pero acaba muriendo.
El episodio concluye con dos hechos relevantes. Por un lado la coronación de Historia, que como certificación de su nuevo mandato decide pegarle un puñetazo a Levi. A lo que él responde con una sonrisa para sorpresa de todos. Por otro lado, Reiner y Bertold parecen entrenarse para un enfrentamiento que está por llegar en siguientes episodios.
Por tanto, aunque ha sido un episodio bonito que nos ha permitido profundizar más en el despiadado Kenny y la visión del Titán fundador a través de Uri, siendo sinceros ha sido un episodio “de relleno”. Si bien en cuanto a contenido no ha estado mal, en acción casi no ha avanzado. Aunque es comprensible teniendo en cuenta los episodios anteriores y un broche decente del arco que dejamos atrás.
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