El pasado 12 de julio se emitió el decimoquinto capítulo de Boruto: Naruto Next Generations en la plataforma digital Crunchyroll. Se trata de la continuación del ya mítico shônen Naruto. Esta nueva etapa narra las aventuras de Boruto, el joven hijo de Naruto, ya convertido en Hokage y quien recorrerá su propio camino del ninja.
Os dejamos con las impresiones de este episodio. Como siempre, recordamos que las siguientes líneas contienen spoilers sobre la trama del mismo.
Este capítulo ha servido de epílogo al arco del ghost, aunque también ha adelantado algunas pistas sobre lo que podremos ver en un futuro. En lo que respecta a Sumire, en este episodio se han precipitado un poco los acontecimientos. Tras el incidente con la Mayuu, su estancia en el hospital, y finalmente su regreso a clase, se ha mostrado de manera demasiado precipitada. Hubiera sido interesante hacer que el personaje tardara al menos un par de capítulos en regresar, que se hubiera mostrado cierto camino a recorrer o reflexión antes de reincorporar a Sumire a la clase como si nada hubiera pasado.
Lógicamente el estado de la delegada es motivo de preocupación entre sus compañeros, especialmente Boruto. Esto ha servido para mostrar otra escena en la que el joven ninja habla con Naruto al respecto. Poco a poco se va viendo más acercamiento entre ambos personajes.
También ha habido tiempo para empezar a mostrar de manera bastante anodina lo que parecen ser los comienzos de las formaciones de los futuros equipos ninja, y aunque ya sabemos que Boruto y Mitsuki formarán equipo, falta saber cómo se incorporará finalmente Sarada a ellos, cosa que sabemos por el manga y el opening.
Los últimos 5 minutos del episodio pisan firmemente el acelerador con escenas bastante interesantes: en una, Naruto (bueno, uno de sus clones) se reúne en el bosque con Sasuke, quien por fin debuta en la serie. En esta breve charla Naruto le entrega a Sasuke un pergamino en el que puede verse la marca que llevaba Sumire a la espalda. Al parecer se trata de información recopilada de la aldea sobre los últimos incidentes, pero también Sasuke hace mención a que Raíz andaba detrás de las técnicas de Kaguya. Por último, Naruto le insiste a Sasuke para que vuelva a la aldea a lo que éste solo le replica pidiéndole que le diga a Sakura: “Perdón por todo”. Acto seguido desaparece y un solitario Naruto replica para sí mismo: “Soy yo quien lo siente”.
Esta escena, a pesar de la fuerza inicial por la reunión de estos dos personajes queda enseguida diluida por el comportamiento de alma torturada de Sasuke, ya excesivamente trillado, pero al menos se ha podido ver que ahora su función es la de una especie de agente espía de Konoha.
El capítulo finaliza volviendo a mostrar a Toneri Otsutsuki y a un par de aliados de sus mismas características como si estuvieran en otro planeta viendo el espacio exterior (una escena realmente vistosa). Parece ser que los recientes acontecimientos han precipitado sus planes, por lo que deciden ponerse en marcha. Todo ello da a entender a que la principal amenaza de esta nueva etapa va a estar encabezada por el clan Otsutsuki, y de alguna manera Naruto y Sasuke saben que no lograron finalizar el trabajo al 100% tras la cuarta Guerra Mundial Ninja.
En conclusión, ha sido un episodio de transición algo dispar, que ha tratado unos cuantos temas y que ha servido para templar el ritmo tras los anteriores capítulos.
También cabe destacar el nuevo ending, que debutó en el capítulo anterior, obra de la banda Scenario Art, llamado Sayonara Moon Town. Se trata de un ending muy animado y melódico que durante estas dos semanas ha estado centrado en diferentes personajes. Esta semana le ha tocado el turno a Sarada, ¿será este un indicativo del creciente protagonismo de este personaje en el nuevo arco que acaba de estrenarse?
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