La espera se ha hecho larga, pero finalmente Ataque a los titanes está de vuelta. Su regreso no ha estado exento de polémica por varios motivos. Primero, porque, una vez más, su final ha vuelto a ser dividido en distintas partes y, desde el pasado 4 de marzo, está disponible en Crunchyroll esta primera parte de las dos de las que se compone este final. Lo segundo, porque la plataforma de streaming no se pronunció sobre si tenía los derechos del simulcast de Ataque a los titanes hasta el mismo 4 de marzo, llegando a colocarse entre las tendencias de Twitter por su silencio al respecto.
Polémicas aparte, Ataque a los titanes ha vuelto con este especial de una hora de duración que no ha dejado indiferente a nadie. Si bien el constante retraso hace que poder ver animado el final del manga se esté alargando más de lo que a los fans les gustaría, lo cierto es que todas esas quejas se han esfumado gracias a un episodio muy completo. Una buena adaptación de los capítulos 131, 132, 133 y gran parte del 134 del manga que ha destacado sobre todo por su excelente dirección y una paleta de colores muy acertada. Pero, antes, os recordamos que las siguientes líneas tendrán spoilers de lo que acontece en el episodio.
Este nuevo episodio de Ataque a los titanes empieza con un guiño a la primera escena del anime, con Mikasa despidiéndose de Eren antes de que éste despierte de un sueño muy largo. No obstante, no haré una descripción detallada de todo lo que acontece en esta hora de episodio porque, de hacerlo, la review sería muy larga. Así que solo profundizaré en algunos aspectos del episodio que me parecen los más reseñables.
A continuación, el episodio explora el Retumbar desde la perspectiva tanto de Eren como del niño refugiado con el que Eren y sus amigos entablaron cierta amistad en el episodio 28 de la temporada final. En la escena, vemos a Ramzi, el niño en cuestión, hablando con su hermano Halil del dinero que ha estado robando. Ramzi está ahorrando para poder mudarse de los campos de inmigrantes y vivir en un lugar mejor. Pero, en medio de su conversación, ven a gente corriendo para salvar sus vidas, pues el Retumbar se acerca.
El episodio entonces se retrotrae a la visita de las Tropas de Reconocimiento a Marley. En aquel momento, Eren ya sabía que iba a masacrar a todos con los que se iba a encontrar y, aunque intenta autoconvencerse de que es la única manera de que Paradis sobreviva, el saber de antemano lo que sus actos van a suponer le atormenta. Eren llega a incluso cuestionarse sus propias acciones. Si todos los eldianos fueran aniquilados, el problema de los titanes se terminaría y, en comparación con eliminar al resto de la humanidad, morirían muchas menos personas. Sin embargo, algo en él cambia.
La obsesión de Eren por la libertad se había ido trabajando muy bien desde el inicio de la historia, pero en esta escena adquiere nuevos matices que le aportan un mayor sentido y profundidad. Vemos cuán arraigado está su deseo de un mundo sin restricciones y cómo está dispuesto a sacrificarlo todo, incluso las vidas de innumerables personas inocentes, para lograrlo. Es un deseo egoísta, y tiene sus raíces en una sensación de decepción y desilusión con el mundo. De alguna manera, podríamos comparar la reacción de Eren con la rabieta de un niño. Está enfadado porque el mundo resultó no ser como él quería y está atacando de la única manera que sabe. Pero eso también implica una ironía trágica al personaje. Eren está luchando por la libertad, pero también es un esclavo de su propia versión idealizada de lo que debería ser la libertad. Es tanto una víctima como un perpetrador, es un dios y un demonio.
La escena en la que Eren se encuentra a Ramzi recibiendo una paliza en un callejón por parte de unos hombres muestra muy bien por qué Eren sigue adelante con el Retumbar a pesar de sus conflictos internos. Vemos a Eren alejarse porque sabe que va a matar a ese chico de todos modos, es consciente de que todos los caminos solo conducirán a ese resultado porque el futuro no se puede cambiar. Cuando besó a Historia en la mano, Eren pudo ver todos los eventos que inevitablemente iban a ocurrir. Cuando era un niño, Eren pensó que fuera de las murallas podría ser la persona más libre del mundo. Sin embargo, desde el momento en el que él nació, no había ninguna posibilidad de que su futuro cambiara y, finalmente, Eren se encuentra en un estado en el que se siente consciente de su propio destino.
Su monólogo interior en esa escena solo refleja su humanidad, su verdadero ser. La dicotomía forzada entre su fantasía infantil y la realidad infernal es lo que hacen que este sea uno de los mejores momentos que nos ha dado Ataque a los titanes. Mientras Eren destruye el mundo, su yo infantil está por encima de toda la desesperación, mirando al cielo feliz, disfrutando de la libertad en una escena que, honestamente, no creo que en el anime haya trasmitido la misma fuerza que en el manga. Algo que sorprende teniendo en cuenta que la serie hasta ahora estaba realizando una adaptación que mejoraba el producto original.
La escena en la que Ramzi muere es espeluznante. El anime, al igual que el manga, no se contiene a la hora de mostrar el derramamiento de sangre total y abyecto que provoca el Retumbar. Estas secuencias están ejecutadas con una precisión increíble. El marcado contraste entre el caos y la violencia, y los momentos de quietud y muerte son muy poderosos, poniendo de relieve la destreza narrativa de Yuichiro Hayashi como director. El diseño de los titanes, los tonos rojos y los gritos de desesperación mientras las personas son pisoteadas o quemadas vivas crean una atmósfera surrealista y aterradora de la que es difícil deshacerse.
En este punto, lo siento por aquellas personas que son incapaces de interpretar esta obra por lo que es y acusan a Hajime Isayama de apología del genocidio únicamente por lo brutalmente real que se representa. Eren no está justificado en sus acciones y me preocuparía cualquiera que piense que lo que está haciendo es la decisión correcta. En mi opinión, lo que Eren hace es mucho peor que lo que Reiner, Annie y Bertholdt hicieron en Paradis, pues, a diferencia de ellos, Eren es un adulto plenamente consciente del contexto exacto de lo que está haciendo, involucrando a personas que van más allá de Marley y que, probablemente, nunca han visto un titán. De todas las formas que podría haber tomado el Retumbar, Eren eligió intencionadamente la peor y más destructiva posible.
Volviendo a la trama, el Eren niño que disfruta de su libertad parece conectar con Armin, quien se encuentra en el barco rumbo a Odiha para coger la aeronave que los lleve hasta Eren. Annie entonces invita a Armin a sentarse a su lado y, si bien no me llega de convencer este blanqueamiento a Annie y no empatizo con ese repentino amor de Armin hacia Annie (mientras que creo que ella sí mostró por él interés al inicio de la obra, por parte de Armin no me parecía mutuo hasta que adquirió el poder del Titán Colosal, algo que personalmente hoy en día sigo achacando a la influencia de Bertholdt) entre los dos se sucede una conversación bastante interesante.
Armin siente cierta responsabilidad por lo que está pasando con Eren, ya que de niño soñaba con el mundo fuera de los muros e instaba a Eren a soñar con él. Quiere creer que todavía hay algo parecido a lo que soñó ahí fuera. Y realmente, podría haberlo. Apenas han visto nada del mundo exterior, pero Eren tomó las partes que vio como prueba suficiente de que necesitaba destruirlo, y Armin todavía se aferra a la esperanza de que algo, de alguna manera, pueda cambiar.
Una vez en Odiha, cuando la aeronave está lista, Floch, que se había aferrado al barco en el que parten desde Paradis, dispara contra todo y todos para evitar que el grupo, liderado por Hange, pueda ir hasta Eren para impedir el Retumbar. Mikasa consigue detenerlo clavándole el gancho del Equipo de Maniobras Tridimensionales, provocándole una herida mortal. La muerte de Floch está tan bien hecha que, como espectador, y aunque cueste decirlo, llegas a sentir compasión por él. Su miedo y su rabia están justificados en cierto sentido, pero nada justifica el Retumbar, convirtiéndose así Floch es un personaje trágico por no haber sido nunca capaz de darse cuenta de ello.
En el caos de ese momento y debido a los disparos de Floch, el tanque de combustible ha sido dañado. Cuentan con muy poco tiempo para arreglarlo porque los titanes están cada vez más cerca. Armin se ofrece como voluntario para ganar algo de tiempo, pero será Hange, en última instancia, la que decida entregar su vida para dar una oportunidad al resto. Como lectora del manga, tenía muchas ganas de ver cómo adaptarían la muerte de Hange, puesto que, sobre el papel, su sacrificio me pareció innecesario. No obstante, creo que en el anime han sabido darle el empaque que el momento necesitaba, mostrando que Hange consigue matar antes de morir a varios titanes colosales que amenazaban el trayecto de la avioneta.
Hange muere en una escena soberbia, gracias a la conmovedora actuación de Romi Park y una música que acompaña muy bien; Levi pidiéndole que entregue su corazón es la guinda para hacer que a cualquiera se le salten las lágrimas. Esto es sólo mi lectura personal, pero la mirada en los ojos del capitán parece como si estuviera recordando cómo Erwin se sacrificó de la misma manera: en una carrera suicida para salvar el futuro de la humanidad. Por eso, no hay mejor forma de que se vaya la comandante de las Tropas de Reconocimiento que derribando a la vanguardia de un ejército de titanes colosales.
Me encanta también el detalle añadido de que los cadáveres de titán que Hange derribó ralentizan a los titanes que venían detrás, lo cual tiene sentido, pero no queda del todo claro en el manga. Hace que su sacrificio sea mucho más impactante. Su última escena, reencontrándose con sus compañeros ya muertos y con un Erwin que reconoce su duro trabajo y esfuerzo durante todos esos años, es el mejor final que podía haber tenido un personaje tan querido como Hange Zoe. Lo único que pesa es que ahora Levi carga solo con las esperanzas y los sueños de todos los demás soldados que le precedieron.
Con la muerte de Hange, Armin se convierte en el nuevo comandante de las Tropas de Reconocimiento. Reiner se cuestiona si el objetivo de Eren es en realidad que ellos lo detengan. Dada su posibilidad de poder manipular a los titanes al haber adquirido el poder del Titán Fundador, podía haberles quitado a ellos la opción de usar su poder y no lo ha hecho.
Aunque la posibilidad de un enfrentamiento físico contra Eren sigue ahí, Armin está dispuesto a negociar primero con él para intentar detener el Retumbar. Sin embargo, sus planes dan un giro inesperado cuando Eren vuelve a llamarlos a los «caminos invisibles», descartando cualquier posibilidad de diálogo. La desesperación que sienten todos al darse cuenta de que la negociación no vale nada frente a la voluntad de Eren es muy real, y ver a Mikasa tan destrozada es desgarrador. Eren está totalmente dispuesto a ir tan lejos como sea posible, persiguiendo su versión de la libertad a la vez que ortorga a cambio a sus amigos la libertad de detenerle si así lo desean. Lo cual puede resultar a algunos bastante asombroso, pero que para mí es el punto intermedio perfecto entre sus ideas de «aplastar al mundo» y «proteger a mi pueblo».
Por otro lado, en este episodio se nos muestra también que una buena parte de la gente de Liberio logró escapar. Los padres de los guerreros están vivos y junto a cientos de eldianos se dirigen al Fuerte Salta, donde tiene lugar un plan de contingencia para detener el Retumbar. Los dirigibles cargados de explosivos que se dirigen para destruir a los titanes son destrozados por el poder del Titán Martillo de Guerra, que permite a Eren crear un titán a imagen y semejanza del de Zeke.
La explosión de las naves transforma la escena en una suerte de muerte apocalíptica, con un tono rojo alrededor de Eren mientras destruye la última esperanza de la humanidad. La forma en que Eren representa los pecados y los males del mundo como un avatar de la destrucción, que el general Marley de Salta reconoce haber creado, es muy efectiva. Conscientes de que ellos mismos han creado ese «monstruo» y su final es producto de las acciones destructivas perpetradas contra un pueblo, los marleyanos finalmente comprenden sus errores y malas acciones cuando se enfrentan al olvido.
Asimismo, durante el episodio se desvela que Falco, gracias a que ingirió el fluido espinal de Zeke, ha tenido un sueño en el que pudo ver que en algún momento de la historia el Titán Bestia pudo volar. Teniendo en cuenta que lo que hemos aprendido a lo largo de la serie, que si a un cambiante se le inyecta fluido espinal de otro cambiante puede adquirir parte de esa habilidad (lo vemos con la propia Annie o con Eren en la cueva de los Reiss, donde le inyectan fluido espinal del Acorazado y así es como adquiere el endurecimiento con el que después logra tapar el agujero en Shiganshina), quizás Falco, dada la forma extraña de su Titán Mandíbula, pueda conseguir volar. Una decisión que me parece cuestionable cuanto menos, pero en la que por el momento prefiero no detenerme.
Finalmente, Armin, Levi y compañía consiguen llegar hasta Eren. Todos saltan desde la aeronave pilotada por Onyankopon. El grupo se pone en marcha amenazados por la figura del Titán Bestia, que todavía sobresale del cuerpo del titán de Eren. Quizás, si acaban con Zeke, portador de sangre real, el Retumbar se detenga. No obstante, una cosa sí está clara, y es que, al igual que Eren ha dado a sus amigos la libertad de intentar detenerlo, él también está en su derecho de defenderse. Habrá que esperar todavía unos meses, concretamente, hasta la temporada de otoño, para saber cómo se resolverá esta lucha. Abrochaos los cinturones porque se vienen curvas.
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