Los domingos son sinónimo de nuevo episodio de Ataque a los titanes. Todo ello de la mano de Crunchyroll, que ofrece el streaming en versión original con subtítulos en español. Tras la entrega de la semana pasada, que falló en el ritmo y la resolución de ciertas subtramas, «La noche del fin», que adapta el capítulo 127 del manga, condensa todo lo que me gusta de la obra de Hajime Isayama: una fuerte caracterización individual, el trato de temas complejos que giran en torno a la historia y la guerra, y diálogos que invitan a la reflexión.
En concreto, a nivel de trama, este episodio compensa por completo todas las deficiencias narrativas del anterior, y aborda las cuestiones morales fundamentales sobre lo que está haciendo Eren y los contextos geopolíticos que condujeron a sus acciones. Un episodio que tiene mucho que comentar, no solo a nivel trama, sino también a nivel técnico y que os condesaremos en esta review, no sin antes recordaros que las siguientes líneas contendrán spoilers de la trama del mismo.
El episodio se retrotrae a la noche anterior a la alianza, rellenando los huecos del de la semana pasada, en el que quedó en el aire cómo Mikasa y Jean se unieron al resto. Lo que se muestra es que Hange se cuela en el cuartel para hablar con ambos y compartir con ellos su plan. La comandante se encuentra en una situación complicada: sabe que tiene que detener el genocidio de Eren, porque, al igual que el resto, no podría vivir con tantas muertes en su conciencia. Pero también sabe que probablemente firmará la sentencia de muerte de Paradis al hacerlo.
Asimismo, Hange también carga con la responsabilidad de no haber encontrado algún otro camino que pudiera haber prevenido todo esto por completo. La sombra de Erwin le sigue persiguiendo, quien tal vez hubiera podido evitar que el ejército cayera en manos de los jaegeristas. En mi opinión, a Erwin no le habría ido mejor que a Hange, pero no hay manera de que ella no pueda evitar pensar en todas esas situaciones hipotéticas si el rubio siguiera con vida.
Jean confronta a Hange al respecto. Siempre digo que es mi personaje favorito de Ataque a los titanes y, si lo es, es precisamente por su papel en episodios como este. Me encantó su tormento interno al inicio del episodio. No es que me guste que sufra, pero me gusta verlo en su estado más crudo y honesto. Siempre ha sido uno de los personajes más refrescantes de la serie en cuanto a cómo entiende una situación y decide abordarla. Verle derrumbarse en un momento en el que seguramente la marcha de las decenas de miles de titanes colosales ahogarían cualquier pensamiento es muy necesario. Porque permite al espectador identificarse con él y con lo que está pasando.
Sus ensoñaciones sobre el futuro que siempre quiso (formando una familia con Mikasa por lo que puede deducirse de la cicatriz que tiene la mujer bajo su ojo derecho) son agridulces, pero muy oportunas también. Podría haberse quedado con los jaegeristas, intentar aspirar a esa vida con la que sueña. Pero decide acudir a la llamada de Hange porque es lo correcto.
Como ya se ha comentado en anteriores reviews, Jean entiende por qué Eren elige este camino, incluso puede estar de acuerdo con él, pero quitar la vida a inocentes no es algo que deba tomarse a la ligera. No obstante, plantea las preguntas más interesantes. Jean sabe que detener a Eren solo hará que Paradis gane unos cuantos años más antes de que sea borrado del mapa tal y como estaba previsto. Salvar el mundo es, en última instancia, un mecanismo de supervivencia. A corto plazo, parece plausible que se pueda detener a Eren, pero ¿qué pasará después? Marley y el mundo seguirán temiendo y odiando a los eldianos. Por eso Eren sigue adelante con la única solución que potencialmente podría salvar a Paradis.
Posteriormente, todo el grupo se reúne en el bosque. Por fin tenemos a los bandos opuestos explorando este conflicto entre ellos y difuminando aún más la línea que los separa. Es realmente difícil adherirse por completo a cualquiera de los dos bandos, pues ambos han hecho cosas horribles. Por eso, resulta muy interesante la discusión de Magath y Jean.
Jean dice que si en el año 845 Marley no hubiera atacado las murallas, Carla no habría sido devorada, y Eren no habría tomado el camino que les ha llevado a su situación actual. Magath contraataca, citando una vez más los 2000 años de dominio eldiano sobre Marley, lo que nos lleva de nuevo a las cuestiones que plantea Jean al inicio del episodio. Quien piense que el mundo va a cambiar repentinamente de opinión sobre Paradis y que es realista conseguir la paz sólo porque la alianza derrote a Eren tiene una visión increíblemente ingenua. Magath, supuestamente uno de los buenos marleyanos, continúa teniendo un profundo odio hacia los eldianos de Paradis. Tal vez cambie de opinión como lo hizo Gabi, pero el resto del mundo no tiene la ventaja como él de «estar de acampada» con gente de la isla.
Afortunadamente, Annie interviene en esta discusión que no parece que vaya a llegar a ninguna parte. Me gusta que corte por lo sano mientras todos los demás se van por las ramas. Annie hace una pregunta muy pertinente: ¿Hasta que punto estarían dispuestos a llegar Armin, Mikasa y compañía por detener a Eren? ¿Serían capaces de matarlo si llegara el momento? Por desgracia, la respuesta queda en el aire, pues Hange interrumpe la situación obligando a todos a sentarse a comer algo.
Independientemente de qué bando tiene más o menos razón, el objetivo de toda esta escena es mostrar que la capacidad de diálogo es lo que nos hace brillar como seres humanos, a pesar de que podamos perder nuestra humanidad y destrozarnos los unos a los otros por conseguir muchas veces nuestros objetivos. Por primera vez en mucho tiempo, el episodio muestra un momento más amable compartido por excompañeros, enemigos y amigos, quienes, a pesar de haber sufrido, intentan dejar de lado sus diferencias. La escena comienza con los grupos segregados alrededor del fuego, pero al final, todos forman un círculo una vez que Pieck aparece para utilizar a Yelena como portavoz para exponer las acciones de todos.
No hay risas, alegría ni perdón, algo que era de esperar. Pero este momento sirve para poner en pausa el instinto bélico de la humanidad y dirimir las diferencias a través del diálogo. ¿Por qué no intentarlo por una vez? Con esto el autor original, Isayama, no está diciendo que hablar sea el único camino seguro hacia la paz, sino que sugiere que la violencia no siempre va a arreglar las cosas y que la guerra sólo continuará el ciclo de odio al que se han enfrentado los eldianos y el resto del mundo durante miles de años.
Por eso, en este punto, cuando Yelena obliga a Annie y Reiner a contar la verdad sobre la muerte de Marco, las últimas palabras del chico («Todavía no hemos hablado») cobran tanta relevancia. Jean estalla para desquitar toda su furia contra Reiner, algo que, sin ninguna duda, Jean necesitaba. Reiner se curará físicamente de los golpes, pero la imagen del cadáver de Marco jamás desaparecerá de la mente de Jean. Así, por mucho que Armin y Connie intenten detener a Jean, no pueden. Solo lo consigue Gabi, quien se interpone y accidentalmente recibe una patada por parte de Jean.
Lo que viene a continuación es una escena de muchísimo impacto, porque Gabi se arrodilla ante Jean y se disculpa, no solo en nombre de Reiner, sino también en el de Marley. Tanto ella como Falco le suplican su ayuda. Magath entonces se acerca a una Gabi destrozada. Tiende la mano hacia ella para consolarla, pero se detiene a medio camino, pues se da cuenta de que es responsable de su sufrimiento. Magath sigue odiando a los eldianos, como muchos marleyanos, pero comprende que la marcha autodestructiva hacia la guerra que ha emprendido Marley no es beneficiosa para el futuro de Marley ni el futuro de los niños como Gabi que heredarán el mundo que ellos como adultos les dejarán.
Por su parte, aunque inicialmente Jean no responde a la petición de los niños, a la mañana siguiente, con la cabeza despejada, pide disculpas a Gabi por haberla golpeado y les dice que los ayudará. Sin embargo, las cosas no las tendrán nada fáciles porque los jaegeristas se han hecho con el puerto y deberán enfrentarse a ellos para poder conseguir el barco con el que acercarse hasta al Retumbar y el continente.
Por último, a nivel técnico, el episodio cuenta con la luz y algunos de los fondos más espectaculares hasta la fecha. Sin embargo, las decisiones en la dirección resultan extrañas, pues se abusa de los planos estáticos, en especial de las ramas de los árboles durante las conversaciones alrededor del fuego. Personalmente, aunque no haya mucho movimiento por parte de los los personajes, creo que se habría mantenido más la tensión centrándose ellos y animando su discurso en lugar de hacer de forma repetitiva un paneo del fondo.
Con esta decisión, lo que parece es que MAPPA ha buscado es ahorrar dinero en beneficio a lo que está por venir, algo que no habla muy a favor del estudio. Una lástima, pues en mi opinión, se ha perdido una oportunidad de oro para haber generado algunas de las escenas de mayor impacto emocional de la temporada.
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