Las historias que se desarrollan en casas compartidas o residencias de estudiantes son una oportunidad para que los personajes se vean obligados a estar cerca los unos de los otros. Pero, a diferencia de otras historias del estilo (un ejemplo muy reciente en España es Love in Focus, editado por Distrito Manga), la casa de Viviendo con Matsunaga está poblada en su mayoría por adultos que trabajan, excepto Miko, la protagonista, que es la única adolescente y el siguiente más cercano en edad Ryo, un estudiante universitario.
Esto en parte es señal de que este manga está dirigido a un público algo mayor que otros títulos. De hecho, Viviendo con Matsunaga se publicó en la Dessert, una revista con lectores y lectoras más orientado al New Adult, entre diciembre de 2016 y junio de 2021, quedando recopilado en 11 tomos. Aunque eso no significa que el primer volumen de esta obra carezca de los rasgos shôjo de otros romances para un público más joven, sí significa que la historia es un poco menos empalagosa que muchos otros romances. Porque Miko está intentando encontrar su camino en un mundo mucho más adulto de lo que está acostumbrada.
El pasado 3 de noviembre, Arechi Manga puso a la venta el primer tomo de este manga que tiene una excelente mezcla de romance e historia más fundamentada. Algo que se debe no solo al hecho de que los personajes vivan en una casa compartida, sino a que todos son conscientes de que Miko es una estudiante de instituto y la tratan como tal. Nadie la mima, pero todos le prestan atención, y cuando está deprimida o preocupada, inevitablemente alguien se acerca para echarle una mano o simplemente escucharla. Y, en esta reseña, os acercaremos a este primer volumen que encantará a los fans del género.
Una historia clásica que funciona
Tengo que reconocer que me encantan las historias de romance llenas de clichés, y así es exactamente cómo describiría Viviendo con Matsunaga. La tímida e ingenua estudiante de instituto Miko Sonoda se ve obligada por motivos familiares a vivir en la casa compartida de su tío, rodeada de un extraño elenco de jóvenes veinteañeros, entre los que se encuentra el temperamental y estoico Jun Matsunaga. Mientras Miko se esfuerza por adaptarse a la vida adulta, también deberá luchar con sus crecientes sentimientos hacia Matsunaga.
Una trama muy manida, quizás, pero, a pesar de ser un concepto que ha sido explorado innumerables veces, he disfrutado cada minuto que he pasado leyendo el primer tomo de Viviendo con Matsunaga. Y es que lo que realmente hace que este manga funcione es la dinámica entre Miko y Matsunaga. Incluso antes de que ella se dé cuenta de que está enamorada de él, se sienten tanto cómodos como incómodos el uno con el otro dependiendo de la situación y del momento. Está claro que él hace todo lo posible por olvidar que Miko sigue siendo una estudiante de instituto, pero eso le lleva a hacer cosas irreflexivas que a ella le hacen sentirse incómoda, como aparecer descamisado en los momentos más inesperados (como detalle simpático, fíjate en las palabras que hay en la cinturilla de sus calzoncillos cada vez que eso sucede, pues cambian según la situación).
Al principio, Miko no está del todo segura de qué pensar de él en general. Esto sucede porque, en parte, tiene una idea infantil de lo que es un adulto. No los concibe como «un ser humano que simplemente tiene más años que ella», algo que se ajusta mucho más a la realidad, al menos en la casa compartida en la que vive. Y, en cierto modo, esa es la principal lección que Miko aprende a lo largo de este volumen: que las personas son solo personas, y que los adultos tienen tantas preocupaciones como ella sobre si están haciendo las cosas bien o no. Eso le da una mejor perspectiva de las cosas que le ayuda a sentirse más cómoda donde está y que hace que su enamoramiento de Matsunaga tenga más fundamento del que podría tener en otras circunstancias.
Por otro lado, Viviendo con Matsunaga tiene mucha comedia, basada mayormente en malentendidos entre sus protagonistas, que normalmente les ponen en situaciones comprometidas. Este humor cuenta con payasadas, pero sin exagerar con las expresiones de los personajes. Así, el manga se equilibra al asegurarse de que tenga sus momentos románticos y también divertidos. Lo hace tan bien que hace que su premisa típica sea muy agradable y no aburra.
Detallismo simplificado
A lo largo de este primer volumen conocemos los pensamientos de Miko con respecto a Matsunaga, pero lo que él piensa de ella queda en el aire. No obstante, podemos deducirlo tanto por sus acciones como por el arte de Keiko Iwashita.
Gráficamente, me gustan mucho los diseños y el estilo de dibujo de Keiko Iwashita. Las páginas de Viviendo con Matsunaga destilan shôjo en todas y cada una de sus viñetas, con trazos finos y muy detallados. La mangaka es muy buena con el lenguaje corporal y las expresiones faciales. Por ejemplo, el hecho de que las de Matsunaga generalmente tengan un poco de conflicto ayuda a que los lectores puedan tener una idea de lo que podría estar pensando y que el rasgo característico del personaje no sea únicamente gritar.
También hay una clara diferencia en los cuerpos de los personajes según su edad, algo que me parece sobresaliente en este tipo de obras. Podemos decir que Ryo es más joven que Matsunaga o que Miko es más joven que Asako por la forma en que se comportan y expresan corporalmente, así como por sus palabras y acciones.
La edición
Arechi Manga publica en España Viviendo con Matsunaga en una edición tankoubon con sobrecubierta a un precio de 9€ y ha puesto a la venta los dos primeros volúmenes de los 11 que conforman la obra. Para este primer tomo, la portada respeta lo máximo posible a la original japonesa tanto en la disposición del título, cuyas letras están impresas con brillo en vez de en mate, como en los colores de la ilustración. Asimismo, para los más curiosos, la editorial puso a disposición de los lectores una preview gratuita con las primeras 12 páginas de esta comedia romántica de Keiko Iwashita.
En el lado negativo, la polémica estuvo servida con la salida de este tomo debido a los errores de guillotinado. Ya leído, se nota que hay algunas páginas mal cortadas, pero, en mi opinión, nada que no impida disfrutar la lectura.
Conclusión
Viviendo con Matsunaga ha sido un buen descubrimiento. Tiene toda la esencia de los shôjos de romance, pero logra destacar gracias a unos personajes que acaban de cruzar el umbral de la edad adulta manteniendo un pie en la adolescencia. Si bien en este primer volumen, por el momento, la autora se centra más en el dúo principal.
De Viviendo con Matsunaga me quedo sobre todo con su atmósfera cálida y su comedia equilibrada. Un manga muy recomendable para todos aquellos a los que les gustan los romances tiernos y simpáticos, pero sin llegar a ser ñoños.
Lo mejor
- Rápidamente nos vemos atrapados en la historia gracias a unos personajes excelentes.
- El dibujo, así como la comedia, hacen muy agradable y amena la lectura.
Lo peor
- El guillotinado del primer tomo puede echar a un coleccionista para atrás.
Viviendo con Matsunaga
Editorial: Arechi Manga
Formato: Rústica de tapa blanda y con sobrecubierta 12,8 x 18,2 cm
Tomos: 11 (En publicación)
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