El furyo es un género de manga centrado en la violencia y los enfrentamientos entre diferentes bandas callejeras. Estas historias, más bien de nicho y dirigidas a un público muy concreto, suelen ilustrar las vidas de un grupo de marginados y su búsqueda de redención cuando descubren el amargo sabor del arrepentimiento al enfrentarse a la edad adulta.
Un ejemplo son las obras del mangaka Ken Wakui. En ellas habla de un ambiente que frecuentó durante casi una década: el de los bajos fondos de Tokio y las bandas callejeras. Tal y como reveló en una entrevista para el periódico francés Le Monde, de adolescente fue un joven delincuente y, antes de convertirse en mangaka, estaba inmerso en el mizu shobai, eufemismo tradicional para el negocio del entretenimiento nocturno en Japón. Es precisamente este escenario el que le sirvió de inspiración para la serie que impulsó su carrera, Shinjuku Swan (2005), un manga de 38 volúmenes destinado mayormente a lectores adultos, que fue adaptado al cine y que narra las aventuras de un «scout», una especie de reclutador de trabajadoras sexuales.
En España, el manga furyo ha sido un género bastante olvidado, pero el interés ha resurgido recientemente gracias a un título en particular: Tokyo Revengers, un shônen que nos acerca a las bandas callejeras, todo ello aderezado con ciencia ficción, y cuyo entorno sigue reflejando ese pasado de su autor. Ken Wakui inició su publicación en la revista Weekly Shônen Magazine, de la editorial Kodansha, en 2017 y cuenta en la actualidad con un total de 25 volúmenes en el mercado nipón.
Gracias a su adaptación al anime, Tokyo Revengers se ha convertido en todo un fenómeno que ha traspasado fronteras. En España, su licencia se hizo esperar, pero finalmente Norma Editorial adquirió sus derechos y, desde el pasado 10 de noviembre, es posible conseguir los dos primeros volúmenes, en los que en realidad se agrupan los cuatro primeros tomos de la edición original japonesa.
El debut de Tokyo Revengers en el mercado español superó todas las expectativas, arrasando en tiendas y convirtiéndose en la semana de su salida a la venta en la publicación más vendida de España. Un hito que no pasó desapercibido en Japón, pues la cuenta en Twitter del manga de Tokyo Revengers quiso compartir con todos sus seguidores el éxito de la obra más allá del país nipón. Por eso, en Ramen para Dos, no queremos perder la oportunidad de acercaros a un manga que no dejará indiferente a nadie y cuya edición hace que sea una compra que merezca la pena.
Una edición a la altura
Para España, Tokyo Revengers es publicado en un formato de doble tomo de 400 páginas y tamaño 11,5 x 17,5 cm., con doble sobrecubierta, a 16€ cada volumen. Quizás algunos piensen que es un precio algo elevado para un tomo similar a una kanzenban, pero Norma Editorial presenta una edición muy completa y cuidada, de las mejores que se han sacado en el mercado español este 2021.
En concreto, cada tomo de Tokyo Revengers equivale a dos volúmenes de la edición japonesa. Había muchos temores entre los fans españoles por todo el contenido de los tomos originales que a priori se iba a perder con esta edición, pero Norma Editorial ha sabido dar con una solución bastante satisfactoria.
Para empezar, la sobrecubierta es reversible, por lo que cada lector puede elegir la portada que más le guste, si bien en más de una ocasión será una decisión muy difícil. Asimismo, originalmente, las portadas de los cuatro primeros tomos de Tokyo Revengers se rehicieron para ser más atractivas de tal manera que atrajeran a un público más joven. Las antiguas se dejaron bajo la sobrecubierta en la edición original y Norma Editorial las recupera también como páginas a color desplegables en los dos primeros volúmenes. Si bien, en principio, no habrá más desplegables en próximos tomos, sí que se podrán encontrar algunas páginas a color en su interior.
En cuanto al tomo en sí, a pesar del tamaño, es muy manejable. La encuadernación es buena y permite abrir el volumen para leer cómodamente los textos más cercanos a los márgenes interiores. La única pega que se le puede poner a la edición está en el primer volumen. Y es que hay una pequeña errata en el índice: señala que el capítulo extra se encuentra al final del tomo cuando en realidad está situado detrás del capítulo 12. Pero nada por lo que llevarse las manos a la cabeza.
En lo que respecta a la traducción, ésta corre a cargo de Gemma Tarrés. Al no saber japonés, no sabría decir si traducir un manga como Tokyo Revengers, en el que prima un lenguaje muy coloquial, es relativamente fácil o difícil. Pero, al menos, sí que espero que sea divertido, porque el texto está lleno de expresiones que cualquier chico de la edad de los protagonistas diría. Es directo, rebelde y fresco. Hace que la lectura sea sencilla y que pasemos a través de los diálogos de una viñeta a otra con mucha fluidez. Sin ninguna duda, un gran trabajo.
Para la salida a la venta de Tokyo Revengers, Norma Editorial hizo picar a muchos en el anzuelo al lanzar una promoción de un pack con los dos primeros tomos a un precio de 16€, es decir, dos tomos por el precio de uno. Actualmente también se pueden conseguir ambos volúmenes por separado, aunque seguramente en alguna tienda sea posible encontrar todavía alguno de esos codiciados packs.
Algunos de los que estos días de atrás se hayan hecho con el manga seguramente lo conozcan. Otros, simplemente, se habrán visto muy tentados a probar suerte con esa historia de la que muchos no paran de hablar. Si después de haberte leído los dos primeros tomos no sabes si continuarla o si todavía tienes dudas de si empezarla o no, en Ramen para Dos ya nos los hemos leído y os contamos por qué Tokyo Revengers no es solo un manga con una edición muy cuidada, sino que es un fenómeno que ha llegado para quedarse.
Pandilleros en el tiempo
Tokyo Revengers sigue las peripecias de Takemichi Hanagaki, un joven de 26 años que vive en un piso de mala muerte y que tiene un trabajo a tiempo parcial. Takemichi se entera por las noticias de que Hinata Tachibana, su novia en el instituto, ha muerto, víctima colateral de un ajuste de cuentas de una importante banda criminal, la Tokyo Manjikai. Un día, reflexionando sobre el momento en el que su vida se torció y le hizo tocar fondo, es empujado a las vías del tren. Pero, antes de ser atropellado, es transportado 12 años en el pasado, a principios de la década de los 2000, época en la que iba a la escuela media.
Junto a Takemichi, el lector revive los momentos más traumáticos de su adolescencia y que le llevaron a convertirse en su yo del presente. Entre peleas callejeras y amenazas, el caso da un nuevo giro cuando Takemichi se da cuenta de que la banda que le atormentó tanto de pequeño es precisamente el origen de la muerte de Hinata, por lo que toma la determinación de evitar la tragedia que se sucederá en un futuro.
A partir de ahí seguimos su doble viaje: su integración en la banda de delincuentes juveniles Tokyo Manjikai y su investigación para evitar la secuencia de acontecimientos que desembocarán en la muerte de Hinata. Pero, a medida que los vaya conociendo a fondo y se vaya haciendo amigo de ellos, le asaltará la siguiente pregunta: ¿Por qué y cómo los chicos de la Tokyo Manjikai pasaron de ser una banda de adolescentes problemáticos, pero con buen corazón, a una banda criminal que se dedica en el presente al robo, el tráfico y la extorsión?
Mezcla perfecta
Tokyo Revengers posee una curiosa mezcla de lo real y lo sobrenatural, destacando como una serie atípica. Adepto de lo habitual con una vuelta de tuerca, el manga toma el esquema clásico del furyo y añade el principio del viaje en el tiempo. Un pretexto más bien narrativo (y del que es necesario obviar sus huecos argumentales si se quiere disfrutar de la obra), pues estos son rápidamente dejados de lado por el autor en favor del verdadero tema de la serie: la introducción de Takemichi en la banda y la mirada hacia un pasado del que nunca se ha sentido orgulloso y que ahora puede reescribir. No obstante, sus acciones tendrán consecuencias inesperadas y deberá viajar en el tiempo varias veces para corregir sus errores.
La serie retoma muchos códigos tradicionales del manga: el héroe cuya determinación le permite asumir todos los retos, el topicazo del «poder de la amistad» (pero muy bien utilizado por el autor)… La diferencia reside en que, a través de estos viajes, Takemichi revive sus años de instituto manteniendo su mente adulta, lo que le lleva a reconsiderar muy seriamente este periodo de su vida. Se enfrenta a una realidad que ha reprimido mientras crecía: una vida repleta de violencia y humillación, muy autodestructiva y peligrosa.
Takemichi se somete también a sí mismo a un profundo examen de conciencia. Cobarde y pusilánime, comprende rápidamente que su carácter no le permitirá salvar a sus seres queridos. Una idea de base que hace pensar en otras obras como Desaparecido, de Kei Sanbe. Pero que, en el caso de Tokyo Revengers, dará lugar a una trama mucho más amplia, que hace que el interés del lector consiga renovarse constantemente.
No obstante, muchos coincidirán seguramente en que lo verdaderamente atractivo de Tokyo Revengers son sus personajes. Aunque Takemichi no sea el favorito de muchos al principio de la historia, contamos con personajes secundarios tan carismáticos como Mikey, Draken, Akkun o Hinata. A todos ellos los conocemos como niños con sueños, pero de los que sabemos los dolorosos destinos que les aguardan como adultos. La tensión creada a través de esto es lo que ayuda a Tokyo Revengers a prosperar y generar impulso, incluso en sus momentos más lentos.
Comenzar de nuevo
Para ser un manga de demografía shônen, a priori dirigido a adolescentes, Tokyo Revengers se muestra muy crudo al abordar temas a menudo ausentes en este tipo de publicaciones. El suicidio, el abandono de los estudios, la realidad del mundo del crimen organizado, el peso de las decisiones… La obra va más allá de una historia de bandas y estudiantes de instituto y se cuestiona las consecuencias de nuestras elecciones. Takemichi tiene la oportunidad de poder cambiarlas e intenta reparar el daño y salvar a las víctimas de un ciclo de violencia que es muy difícil romper.
Ken Wakui nos recuerda constantemente que cada elección, incluso la más pequeña, puede tener graves consecuencias si no se piensa lo suficiente. Takemichi desempeña un papel fundamental en la comprensión de esta moral. Posee muchas cualidades del héroe típico del shônen, pero en estos dos primeros volúmenes fracasa mucho más de lo que triunfa en todo lo que hace.
Su lucha contra un destino que considera malo encuentra ciertas similitudes con el mito de Sísifo, donde Albert Camus interpretó la experiencia de este personaje de la mitología griega como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre. Sin embargo, Takemichi le pone tantas ganas y fuerza de voluntad que es inevitable querer apoyarlo hasta el final.
La carga dramática de la historia se multiplica con este subtexto casi filosófico, así como cuando recordamos que los personajes son solo niños. Nos vemos sobrecogidos por la dimensión trágica, por ejemplo, cuando Osanai, el líder de la banda rival Moebius, aparece para enfrentarse a Mikey y al resto. La situación se descontrola y Pachin termina apuñalándolo para entregarse después a la policía. En ese momento los vemos correr, gritar y, en definitiva, comportarse como lo que son: estudiantes de secundaria. Nos encariñamos con los personajes muy rápidamente, vibramos y sufrimos con ellos, y los finales como el del segundo volumen nos dejan con el corazón en un puño.
Estilo único
En cuanto a la trama y la moral, Tokyo Revengers es excelente. Pero sin un dibujo de alta calidad, este potencial no alcanzaría las cotas por las que es conocido. El estilo de dibujo de Ken Wakui es inmediatamente reconocible. El género furyo requiere que las personalidades sean muy asertivas, con looks, a ser posible, muy distintivos para los personajes. Desde el principio, en Tokyo Revengers podemos ver que cada personaje tiene un diseño muy elaborado que permite distinguirlos perfectamente a todos, si bien muchos de ellos no han tenido tiempo para ser desarrollados todavía en estos dos primeros tomos.
Como el manga cuenta con momentos duros, Ken Wakui podría fácilmente hundirse en un pesimismo inoportuno si no supiera liberar la tensión de vez en cuando, sobre todo mediante juegos gráficos. Para las escenas de acción o las partes más serias, se decanta por un dibujo más bien clásico pero eficaz, a la vez que introduce de forma muy inteligente rostros caricaturescos para representar las emociones (vergüenza, miedo, fatiga…), aligerando así la historia cuando es necesario.
Hablamos de un estilo de dibujo plural, que suele cambiar dentro del mismo capítulo según el ambiente de la escena. Estamos muy lejos de la uniformidad habitual de los shônen típicos, que rara vez se permiten incursiones estilísticas.
Conclusión
Los toques de fantasía añaden una cierta complejidad a Tokyo Revengers, que ya resulta apasionante gracias a los personajes que descubrimos en los dos primeros volúmenes. Las reglas de los viajes en el tiempo propias de este shônen, aunque bastante simples, se van desvelando poco a poco, así como las razones de los crímenes perpetrados, interviniendo los personajes tanto en la línea temporal de hace 12 años como en la actualidad. Este salto en el tiempo también parece confirmar que el furyo es un fenómeno de transición entre el siglo XX y el XXI, ya que los emblemáticos cortes de pelo o los uniformes bordados ya no tienen un lugar hoy en día.
Ken Wakui también utiliza este antes y después para divertirse y preguntarse qué ha sido de todos estos personajes pintorescos que se encontraban en el instituto ahora que están en la vida adulta. No todo es de color de rosa, sobre todo porque las acciones realizadas por Takemichi durante sus saltos al pasado tienen consecuencias visibles una vez de vuelta al presente; y no todas ellas son positivas. Un realismo a veces oscuro, punto en común una vez más en muchos mangas furyo.
Tokyo Revengers mezcla todos los ingredientes esperados del género en estos dos primeros volúmenes y añade una capa extra de narración, pero sin contaminar el tema original. En definitiva, una compra obligatoria para casi cualquier amante del manga, que le proporcionará muchos minutos de entretenimiento en la lectura gracias a un frenesí de acciones muy bien ejecutadas por parte de su autor.
Lo mejor
- Norma Editorial le ha puesto mucho esfuerzo y cuidado a la edición. Merece mucho la pena.
- La periodicidad es mensual. Eso, sumado a que los tomos son dobles, hará que pasemos el punto en el que se quedó el anime e, incluso, podamos ponernos al día con la publicación japonesa relativamente pronto.
- Los personajes de Tokyo Revengers. No hay ni uno solo que no sea interesante o que no tenga un diseño llamativo. Ellos son los que soportan el peso de la historia.
Lo peor
- Si bien personalmente el dibujo me parece estupendo, puede que el estilo de Ken Wakui no guste a todo el mundo. Además, aunque es muy notable, en los primeros tomos hay ciertas viñetas en las que las proporciones fallan. No obstante, se ve una evolución artística a lo largo de los capítulos.
Facebook
Twitter
Pinterest
Instagram
YouTube
RSS