Hay demasiadas formas de contar una historia, y por lo tanto, hacer que ésta funcione. Muchas se quedan por el camino del olvido, siendo solo sombras de lo que podría haber sido y pasando sin pena ni gloria por los cabales de la historia, y otras tantas, las menos, son aquellas que se cuentan de una forma implacable y demoledora, que por ende, se llevan un pedacito de nosotros mismos. Vale, está claro que todos tenemos en mente una gran cantidad de historias buenas, que han llegado a emocionarnos, o que por el contrario, han conseguido que tras acabarla, no podamos hacer otra cosa más que reflexionar sobre lo que acabamos de ver y en qué se nos ha querido contar. Pensándolo fríamente, estas últimas se reducen drásticamente en número, pero seguramente aún sigan habiendo bastantes títulos en vuestras mentes
Cuando a mediados de los 90, el por todos conocido anime Evangelion nos mostró cómo llevar mucho más allá de lo “clásico” el argumento de una serie de animación, extrapolando este a parámetros que no podríamos ni imaginar, algo cambió en la forma de entender el anime. Su revuelo no fue casualidad, y gracias a el tratamiento filosófico de temas tan humanos como la propia existencia o el naturalismo con el que se entendía el miedo o el sexo, Evangelion dio un golpe de remo a todos aquellos que entendía la animación solo como unos “dibujitos”.
Pero, unos años más tarde, el director Ryutaro Nakamura junto al guionista Chiaki J.Konada quisieron llevar aún más lejos la forma de cómo narrarnos una historia. El anime solo fue formato en el que, capitulo tras capitulo, se tratarían ciertos temas que sin una aparente respuesta irían preguntando constantemente al espectador, dejándole solo ante aquel maremoto de cuestiones para que reflexione sobre lo que acababa de ver este. Serial Experiment Lain no es un anime al uso, es un fuerte golpe visual y intelectual, que alejado de contarnos una simple historia, juega con el espectador hasta el último minuto de su metraje.
Su argumento
Serial Experiments Lain nos introduce en una ciudad de Tokio semifuturista, muy parecida a la urbe actual, a través de Lain, una estudiante tímida e introvertida que un día, junto a otros compañeros de su mismo instituto, recibe un misterioso e-mail de Chisa Yomoda, una compañera de clase que se había suicidado la noche anterior. En este correo, Chisa deja un enigmático mensaje en el que advierte de que ahora tras su “muerte”, está con dios y que únicamente ha abandonado su cuerpo, el único elemento que le ataba al mundo terrenal.
Tras el insólito suceso, Lain decide adquirir un nuevo Navi, el ordenador personal del que todo el mundo comienza a hacer uso y se ayuda para adentrarse en la red, intentando descubrir más de aquel extraño mensaje. Desde ese momento, Lain comienza a adentrarse, poco a poco, en el inmenso mar cibernético, aumentando cada vez más su presencia en un mundo cada vez más presente en la vida humana.
El broche de oro con el que se narra la historia se sitúa especialmente sobre los personajes que van apareciendo en la historia. Desde la propia Lain y sus múltiples personalidades, pasando por su padre, una persona corriente adicta al mundo de la red o hasta Alice, la única amiga en la vida real de Lain. Estos, lejos de situarse en el clásico esquema de desarrollo de personajes, evolucionan de una forma magistral. Cada capítulo nos cuenta los nuevos acontecimientos que giran alrededor de la protagonista, Lain, y su hilarante viaje por la red.
Lo que en un principio parece solo una situación extraña, los capítulos van transformando el argumento en algo mucho más complejo e interpretativo. Tal es esta complejidad, que no nos bastará con un solo visionado de la serie, ya que las referencias son tan innumerables como veces queramos ver cada capítulo, haciendo que sus conclusiones no sean más que las interpretaciones personales de cada uno, ya que nada claro queda en su argumento.
Present Day, Present Time
“Solo he abandonado mi cuerpo… En realidad sigo viva… dios está aquí”
Lo que hay detrás de Serial Experiments Lain no es poco, esta nos sitúa con una clara crítica que trata de hablarnos de la cada vez más peligrosa fuerza que ejerce la red sobre la vida de las personas. Tal es así, que esta es tratada casi como un nuevo mundo, cada vez más tangible y real que se desvirtualiza capitulo tras capitulo, dándole a la realidad un tono de soledad devastador.
Este mensaje se muestra, en primera instancia, a través de las múltiples personalidades de Lain. Estás llegan a tal punto en el que ni la propia protagonista es consciente de sus actos, dando lugar a la existencia de varias Lain; la de la red y la del mundo real.
Otro de los muchos temas tratados en la historia es el referente a lo teológico y propiamente existencial de la humanidad. ¿Hay un Dios? ¿Por qué? ¿ Dios existe mientras la gente siga pensando en su existencia? ¿Cuando la gente deje de pensar que hay un dios, este dejará de existir? Son muchas de las cuestiones que Serial Experiments Lain nos lanza constantemente, pero muy pocas a las que se les da respuesta.
Y es justamente este punto donde Lain hace tan importante la presencia del espectador. Nada está claro, la mayoría de veces todo se muestra como situaciones inconexas y repentinas, que además, parecen no tener ningún tipo de coherencia con el mundo real. Todo son preguntas que buscan una respuesta, la del propio espectador.
Las interpretaciones posibles a Lain son infinitas, sobre todo en sus últimos episodios, por lo que no nos bastará simplemente con mirar la pantalla: la serie requiere de toda nuestra atención y expectación, convirtiéndose en algo no apto para todo el mundo. Si por otro lado, no nos importa nada tener que darle al coco, Lain se convertirá en una obra cargada de magia y con un sello de identidad único y a día de hoy, irreemplazable.
Soberbia visual
Si bien es cierto que el argumento de Lain no deja de mostrarnos la soledad del mundo en el que vivimos, extrapolando todas y cada una de las dudas existenciales que se nos proponen, la trama perdería fuerza si no fuese por su apartado visual. Y cuando digo que es único, es porque no se podría haber representado mejor todo el sentimiento de soledad y decadencia que impregnan la obra.
Las calles son desoladoras, a veces sus formas se difuminan por una luz que chirría y que no nos muestra más que uno o dos elementos claves para la narración, como también destaca el tratamiento de las sombras, grandes masas oscuras descompensadas y solitarias, cargadas de puntos rojos. Su color es un elemento más que importante, lejos de encontrar colores reales, vemos como se ha optado por colores planos y pálidos, alejado de elementos vivos.
Junto a estos escenarios, reluce el más que admirable diseño de personajes, trabajo a cargo de Yoshitoshi aBe, que pesé a su aparente simplicidad, refuerzan aún más la personalidad de estos. Atentos los fans de los animes de los 90, ya que visualmente os parecerá toda una delicia.
No se queda corta tampoco la forma en la que se dirige la obra, mostrándonos en ocasiones pequeñas elipsis explicativas, en la que muchas veces se mezclan imágenes reales con elementos generados por ordenador, que sacan a la luz un montaje más que admirable.
También es cierto que no todo reluce en este título, ya que su animación se muestra algo tosca y repetitiva en muchas ocasiones. Hay que tener en cuenta el hecho de que la serie, dada su temática, sufrió un gran ajuste de presupuesto, por lo que vemos el reciclado de muchos escenarios, algún que otro fallo en las proporciones y algunas animaciones no demasiado fluidas.
Como no, destacar su banda sonora, que aún siendo mínima, justifica perfectamente cada momento de la serie. El tema del opening, “Duvet”, de BoA, no podría sentarle mejor, junto a su único tema, “Image Son” (señal de soledad), en el que su título lo dice todo.
¿Quien hay detrás?
Como ya hemos hablado, no es ninguna barbaridad admitir que la serie tiene a dos grandes titanes de la animación japonesa tras de sí, como una mezcla realizada con la meticulosidad y la mayor perfección necesaria. Por un lado está Chiaki Konaka, su guionista, conocida por su camaleónica carrera habiendo pasado por sus manos desde series de animación infantiles a dramas psicológicos como el que acabamos de analizar.
Entre sus series más destacada encontramos desde la tercera temporada de la famosa saga de Digimon, la adaptación al anime del conocido manga Hellsing o el guión de Parasite Dolls, muy en la línea de Lain y que está dividido en tres OVAs. Por otro lado, su director, Ryūtarō Nakamura, ha trabajado en otra gran variedad de proyectos, ya no solo en el papel de la dirección, sino como creador de los story boards previos a muchas de sus obras. Entre ellas encontramos desde animes como por ejemplo la adaptación al anime de Love Hina o Ghost Hound o hasta películas como Legend of Crystania. Por supuesto, también destaca su estudio de animación, Triangle Staff, con el que Nakamura ha trabajado en diversos proyectos
La edición
La edición en la que podemos disfrutar de Lain se corresponde con la Edición Integral publicada por Selecta Visión, la cual es más que aceptable pese a su poco contenido. Y es que en estos DVD no encontraremos más material que el que se supone que vamos a ver, sus capítulos. Por suerte, tenemos la posibilidad de elegir en tres idiomas distintos: catalán, castellano y japonés.
Es más que destacable, también, el doblaje que tiene en nuestro país esta serie animada, dejándonos, sin lugar a dudas, un más que impecable trabajo de doblaje tratándose de la serie que es, en la que encontramos numerosas distorsiones o efectos que se hacen necesarios para su entendimiento. Respecto a la edición, nos encontramos con la clásica caja que solemos encontrarnos en otros productos de Selecta, un digipack que contiene 3 discos con 5 capítulos en su primer DVD, y con cuatro en cada uno de los otros dos. Por otro lado, su precio resulta más que tentador, ya que se puso a la venta el 22 de noviembre de 2011 a un precio de 19,95 euros.
Conclusión
Serial Experiments Lain se ha convertido con el paso de los años en un anime atemporal sin aparente rival en su temática, ya que pese a que muchos han sido los que han intentado jugar con el prisma pisco-filosófico, pocos han acabado con un resultado tan redondo. Es ya un anime de culto indispensable para cualquier fan del anime, aunque eso sí, no apto para todos.
Dado el esfuerzo que supone comprender muchos de sus capítulos, y lo duro que puede resultar el visionado de muchos otros, no es una serie apta para todo el público. Tampoco lo es por su animación o diseño de personajes, que lejos de los estereotipos actuales, o lo amas o lo odias. Lejos de cualquier especulación, Lain es un anime atípico que al igual que rompió moldes en su momento, sigue sin poder encasillarse junto a ninguna otra obra del estilo. Su esencia, sus personajes y sobretodo, su historia, encandilan desde el primer momento. ¿Estás preparado para este viaje por la red?
Lo mejor:
- Su transfondo y significado intrapersonal que existe detrás de la trama, tocando aspectos jamás visto en otros animes.
- Su banda sonora, destacando el tema del opening.
- Los personajes, bien desarrollados y más que desconcertantes.
- El estilo visual único.
Lo peor:
- El reciclado de muchas imágenes, los fallos en proporciones y los bajones en ciertos momentos de su animación
- Que muchas ideas y conceptos de la trama, pese a visionar varias veces, quedan muy en el aire.
Serial Experiments Lain Edición Integral |
Buena |
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