¿A qué sabe el primer amor? Esos romances prepúberes que nacieron con la sangre alterada de la primavera o que murieron con la última puesta de sol del verano suelen dejar un regusto en la boca y en el corazón, pero ¿qué pasa cuando tus primeros sentimientos hacia una persona están teñidos por el sabor amargo de un amor aparentemente improbable? Arechi Manga vuelve a apostar por la autora superventas Keiko Nagita y nos trae esta tierna y melancólica historia sobre el apego y el perdón que os dejará rememorando esos cálidos recuerdos que se atesoran en lo más profundo de nuestro ser, tal y como le pasa a nuestra protagonista, Mika.
El último verano
Reineta. La manzana dorada nos pone en la piel de Mika, una chica japonesa veinteañera que recibe una llamada de su padre, con quien no mantiene contacto desde hace cinco años. Éste le pide reencontrarse en su antigua casa familiar, en Sapporo, pues quiere hacerle un anuncio importante. Ella es un tanto recelosa al principio, pero esa llamada le hace revivir todo un torrente de recuerdos y sentimientos que creía tener guardados en el corazón, por lo que accede a ese reencuentro. En el transcurso del viaje que realiza de Tokio a Sapporo, Mika rememora ese último verano que pasó en el hogar familiar, cuando era una adolescente y su familia hospedó a un invitado inusual por un mes: Seriozha, un niño bielorruso que huía del desastre nuclear de Chernóbil y formaba parte de un programa de recuperación para menores que sufrían de la radiación de los reactores.
Un último verano que parecía precedido por una obra caritativa y altruista, pero que terminó con una familia destruida, un secreto revelado a voces y cuatro corazones enmudecidos para siempre por un silencio ensordecedor.
Rainette, Kin Iro no Ringo, en su título original, es obra de Keiko Nagita y se publicó en 2006 en Japón por la editorial Tokyo: Kin no Kinoshita. Posteriormente, en 2007, fue galardonada con el premio a Mejor Publicación Infantil por la Asociación de Escritores de Japón.
En España, se ha publicado en otoño de 2020 bajo el título Reineta. La manzana dorada, de la mano de la editorial Arechi Manga, en una edición de tapa dura con ilustraciones en blanco y negro en su interior.
El recuerdo de las manzanas reineta
¿Qué decir de Reineta. La manzana dorada tras su lectura? Aparentemente, parece una obra más que nos plasma los tumultuosos sentimientos del primer amor de una chica japonesa en poco más de 100 páginas, con sus dudas, arrepentimientos y deseos, y lo mezcla magistralmente con buenas dosis de dramas y esperanzas. No obstante, una vez dejamos reposar la historia en nuestras cabezas -y corazones-, podemos paladear el inconfundible sabor acre del amor destinado a la inexistencia, de lo caprichoso que puede ser el corazón cuando se topa con la dura realidad, y de que el mundo no siempre es un cuento de hadas.
Nagita narra magistralmente esta obra que mezcla los ingredientes necesarios para atolondrar cualquier corazón lector y hacerlo estremecer hasta el final, pues nos habla de romance, esperanza, desgracia, expiación y dolor, todo conformado con un estilo narrativo melancólico, sensible y conciso, que nos desgarrará el alma con cada punto y aparte que encontremos.
Reineta. La manzana dorada posee una narración perfectamente hilada y planteada, pues nos ofrece dos hilos narrativos temporales que conforman una historia en su conjunto más que demoledora y lacrimosa. Por una parte, la escritora nos sitúa en el presente, donde la protagonista, Mika, recibe la inesperada llamada de su padre que le pide reencontrarse en la casa de la infancia, en Sapporo. Mientras realiza ese viaje para ese delicado reencuentro, nuestra protagonista rememora los últimos recuerdos que atesora de su antiguo hogar… Es aquí donde entra el otro hilo narrativo, situado en el pasado, donde Mika nos cuenta cómo fue el último verano que vivió allí y el tumulto de sentimientos que guarda de esas tardes, cuando su padre decidió formar parte de un programa de acogida para niños bielorrusos que huían del desastre nuclear de Chernóbil y trajo a casa a Seriozha, uno de los tantos chicos afectados por la radiación que buscaban una segunda oportunidad para vivir en ambientes libres de peligro.
A partir de los ojos inocentes de Mika, asistimos al tierno nacimiento de todo tipo de sentimientos por Seriozha, un niño que arrastra la desgracia de un desastre del que no es culpable pero sí víctima, pues lo definen constantemente como un “buqué de enfermedades” y con una esperanza de vida incierta. Mika, recelosa de su apariencia tan angelical y dorada, no quiere a un extraño viviendo bajo su mismo techo, pero pronto anhela su reconfortante presencia y que el destino le regale un día más a su lado, pues su mera existencia aligera la suya propia. Aquí, la autora añade un componente trágico a la obra, pues empezamos a descubrir los secretos que arrastra la familia nipona, y lo necesario y liberador que puede ser Seriozha para sus apesadumbrados corazones, aunque ninguno de sus miembros lo sepa al principio de ese tenso verano.
En adición, también aprovecha la narrativa para hablarnos del desastre de Chernóbil, pues la obra se sitúa después de esa fatídica fecha, y se esmera en detallar la recuperación de los niños y en reiterar el infierno que les espera una vez vuelvan a sus tierras, por lo que el contraste constante entre las maravillosas escenas del típico verano japonés con el desgraciado sino que viven los bielorrusos nos hace encoger el corazón aún más a medida que avanzamos las páginas.
Sin duda alguna, Nagita hace una espectacular narración al combinar dos hilos narrativos, pues consigue captar la atención del lector e incita a seguir leyendo por tal de saber qué pasó ese verano, qué secretos se desvelaron, qué corazones se rompieron, así como averiguar el presente de todos ellos, especialmente el destino de Seriozha, el personaje más interesante de la obra y que constituye el epicentro dramático de esta trama: Un niño que, pese a saber todo lo que ha sufrido y con la barrera cultural o incluso el idioma, se convierte en un bien necesario que redime a la familia y les da esperanza para vivir, les otorga la oportunidad de creer en un futuro mejor y les enseña la valiosa lección de aceptar las fatalidades de la vida y de perdonar a quienes te dañan, consiguiendo ganarse a todo el mundo, incluido al público lector.
Tras un análisis exhaustivo, queda patente que Reineta. La manzana dorada esconde mucho más detrás de su título y de su breve historia. No solo nos habla del primer amor, sino también de esperanza, de reencuentros y segundas oportunidades, y nos acerca a nuestra realidad más de lo que podríamos pensar. Mika, ya adulta, mientras llega a Sapporo, rememora ese primer romance incipiente que tenía los días contados, y nos hace recordar todas esas veces que soñamos despiertos con todo tipo de posibilidades que no estaban a nuestro alcance. Y aunque la autora nos deja a nosotros la oportunidad de recoger el testigo de su pluma e imaginar cómo sigue, también nos regala la certera sensación de que, como en la vida, a veces hay caminos que nunca podremos recorrer, manos que nunca podremos aferrar por segunda vez, miradas que nunca volverán a cruzarse… Amores que, pese a ser correctos, nacieron en los momentos equivocados y solo dejan tras de sí el sabor de un anhelo, como el regusto dulzón de una manzana dorada.
Keiko Nagita, comprometida con la escritura
¿Quién es Keiko Nagita? Pese a que su nombre va ligado a una de las obras superventas más míticas de todos los tiempos como es Candy Candy, hay más talento detrás del nombre de esta japonesa. Y es que la autora ha vivido siempre por y para la escritura.
Nagita, oriunda de Tokio, Japón, empezó a escribir a los 12 años, pues la trágica muerte de su padre le hizo evadirse de la realidad entre las páginas de sus propias historias, para así apaciguar el dolor de dicha pérdida. Tal y como ha comentado en alguna entrevista, los personajes creados durante esa oscura época le reconfortaron y le hicieron sentir que tenía una familia que velaba por ella.
La futura escritora dedicó gran parte de su educación secundaria a escribir relatos y poemas que incluso le otorgaron reconocimiento y premios, aunque su trayectoria profesional no despegaría oficialmente hasta los 19 años, cuando empezó a trabajar para editoriales ofreciendo su talento para la pluma en forma de cuentos que se publicarían posteriormente.
En los años 70, la novelista se consagró por completo a la escritura y, bajo varios seudónimos como Kyoko Mizuki o Akane Kouda, publicó todo tipo de relatos y poemas para diversas editoriales. Es justamente en 1975 cuando nació Candy Candy como un proyecto para la revista mensual Nakayoshi, con dibujo de Yumiko Igarashi. La historia de la niña huérfana Candy White triunfó de tal manera que en 1976, la obra recibió una adaptación a la pequeña pantalla que le otorgó repercusión internacional, llegando a todas partes del mundo, incluida España, y quedando inmortalizada así para siempre en el recuerdo de los lectores y espectadores.
Si bien Nagita siguió dedicándose a la escritura y en los años 80 serializó principalmente cuentos juveniles y narraciones románticas para chicas jóvenes para distintas editoriales, en los 90 se encontró inmersa en disputas legales con Igarashi por su aclamada Candy Candy, pues la mangaka se lucraba de la imagen de la obra sin su consentimiento. Tras una dura lucha, la escritora consiguió que Igarashi no pudiera usar más la imagen de Candy sin el consentimiento de ambas, mientras que ella sí pudiera realizar continuaciones de la novela en el futuro, aunque sin ilustraciones. No obstante, este acuerdo imposibilitó la licencia del manga en otros países, cuya inhabitación sigue vigente.
La autora se permitió unos años de descanso y volvió a principios del 2000 para continuar escribiendo y dedicándose profesionalmente a la escritura, y en esta etapa cuenta en su haber con varios relatos e incluso guiones para mangas shojo. Entre las publicaciones de esta época destaca la obra presente, Reineta. La manzana dorada, que le otorgó el premio a Mejor Publicación Infantil por la Asociación de Escritores de Japón.
Nagita sigue en activo actualmente y una de sus últimas obras es Candy Candy Final Story, que lanzó en octubre de 2010 para la editorial Shodensha, y que continúa la historia original de la famosa huérfana.
Una edición cuidada
Arechi Manga nos ofrece una espectacular presentación de la novela de Keiko Nagita, pues tenemos ante nosotros una edición esmerada y cuidada con cada detalle.
Reineta. La manzana dorada viene presentada en encuadernación de cartoné de 14,5 x 20cm. En su interior, encontramos pequeñas ilustraciones que acompañan el inicio de cada capítulo y que tienen relación con el contenido de la obra, como la mención de diferentes árboles o frutas típicas del verano. Como complemento, la novela ofrece una cinta de tela de color amarillo para usar a modo de marcapáginas. Tiene un precio total de 16€.
La novela cuenta con traducción de Mónica Rodríguez y María Ferrer, de Traducciones Imposibles, S.L., mientras que las ilustraciones, tanto de la cubierta como las interiores, corren a cargo de Jacob Taurà.
El anhelo de las segundas oportunidades
¿Recomiendo Reineta. La manzana dorada? No es la novela que puedes pensar en un primer momento, pues tanto su sinopsis como la delgadez de su extensión hace presuponer una historia insulsa del primer romance de verano, y si bien cumple las expectativas en el ámbito romántico, va mucho más allá: Nagita nos habla de amor y perdón, pero también de esperanza y miedo, de saber que la vida puede cambiar por completo y solo queda seguir adelante, mirando al futuro, pero permitiéndote de tanto en tanto rememorar un pasado que pudo ser, pero no. Esta novela puede dejar con una sensación amarga, de un final descafeinado y venido a menos, pero hay que saber quedarse con el recorrido que hacemos con Mika para valorar correctamente esta novela, pues más allá del apego y el dolor, nos habla de perdón. Y perdonar es un acto que nos hace humanos.
Reineta. La manzana dorada no es la novela de amor que se espera, pues ofrece mucho más. Nos ofrece soñar con un mañana y en desear segundas oportunidades, y solo por eso, vale la pena su lectura.
Lo mejor:
- Una obra sensible, lacrimosa y agridulce sobre el primer amor
- Ofrece la oportunidad de acercarnos al desastre de Chernóbil sin recrearse en la miseria
Lo peor:
- Deja con ganas de más
Reineta. Las manzana dorada
Editorial: Arechi Manga
Formato: Cartoné, 14,5×20 cm
Tomos: 1 (Finalizada)
Facebook
Twitter
Pinterest
Instagram
YouTube
RSS