Si sois amantes de las historias de fantasmas, Project Zero: Maiden of Black Water para WiiU pondrá a unos cuantos de ellos siguiendoos por el Japón más oscuro. Y para deshaceros de estos espectros sólo tendréis a vuestra disposición una cámara de fotos. ¿Estáis dispuestos a adentraros en las fauces del miedo con unos carretes de fotos como única arma?
Un poco de historia sobre la saga
Project Zero, conocido como Fatal Frame en América y Zero en Japón, es una saga de videojuegos de terror creada por el japonés Makoto Shibata. La saga consta de cinco partes, un remake y dos spin-off. Producida por Tecmo, Project Zero siempre ha conseguido buenas críticas. Entrega tras entrega la serie se ha ido consolidando como uno de los títulos de referencia del género junto con sagas como Silent Hill y los primeros títulos de Resident Evil.
Las complejas tramas de Project Zero, perturbadoras, fatalistas y reconocibles por su tono melancólico, giran alrededor de pueblos o ciudades malditas, presencias espectrales y oscuros ritos sintoístas que involucran sangrientos sacrificios humanos.
Mientras que los dos primeros juegos de la serie se lanzaron en Playstation 2 y Xbox, el tercero se lanzó sólo en Playstation 2 y a partir de entonces se hizo en exclusiva para Nintendo. El cuarto título de la franquicia se publicó para la Wii japonesa y el quinto, que aquí reseñamos, en exclusiva para WiiU.
Argumento sin spoilers
Pero dejémonos de datos y pasemos al argumento. Al fin y al cabo, el éxito de esta franquicia se debe a la atmósfera en la que sus tramas envuelven al jugador.
En esta ocasión el protagonista absoluto del juego es el Monte Hikami. Considerado territorio sagrado desde tiempos inmemoriales, en él nació una religión que veneraba el agua como manifestación de lo divino. Las personas nacían del agua y a ella volvían cuando morían. Sin embargo, a lo largo de los años, sucesos trágicos y misteriosas desapariciones han ocurrido en la montaña.
Es precisamente en las laderas del Monte Hikami donde los destinos de Yuri, Miu y Ren se entrelazan episodio tras episodio. Pero como en toda historia de fantasmas, no estarán solos. Los espíritus de los fallecidos que habitan la montaña les acompañarán. Almas torturadas incapaces de descansar en paz contra las que su única defensa será la Cámara Obscura, una cámara de fotos que es a su vez un portal al reino de los sobrenatural.
El punto de partida de la historia es sencillo pero lo suficientemente oscuro para evolucionar hacia algo retorcido y digno del guionista de las mejores películas de terror japonesas. Una verdadera delicia que engancha y que te hace saltar más de una vez del asiento.
Si bien, la visita reiterada de algunos escenarios y el hecho de no poder salir de los lugares que los programadores quieren que veamos, nos sacan un poco de la historia. Lo explicaré en dos palabras: muros invisibles. Sí, sabéis a qué me refiero. Esos caminos que siguen en el horizonte pero por los que no podemos avanzar porque aún no toca ir por ahí. Esos en los que los programadores ponen una barrera invisible que frustra nuestras tentativas de continuar. No es que haya demasiados durante el juego, pero sin duda prefiero el sistema de puertas cerradas que usan juegos como Resident Evil para evitar que el jugador vaya demasiado pronto por donde no toca. Resulta mucho más natural.
Experimentando el miedo
La dinámica de juego es algo especial en lo que se refiere a matar fantasmas. Consiste en elevar el mando de la WiiU para activar el buscador de imágenes, encontrar el mejor encuadre y disparar. Esto da lugar a que aparezcan fragmentos de espíritu que hay que capturar para aumentar nuestra potencia y acabar con los fantasmas. Por supuesto, durante el juego podemos mejorar la cámara de fotos para que tenga más potencia. Ya sea mediante nuevos carretes de fotos, objetivos o artilugios que aumenten la velocidad de disparo.
Pero quitarse los fantasmas de encima usando el mando es agotador. No solo porque el control del personaje no siempre es tan fluido y cómodo como quisiéramos, sino porque os aseguro que parece que se te están echando encima y sufres para lanzarlos lejos. En esas ocasiones se echa de menos una buena escopeta para matarlos con un par de tiros. Pero la experiencia de juego es buena precisamente por ofrecernos algo diferente. Consigue hacernos sentir que realmente estamos en el Monte Hikami y que somos una colegiala con poderes extrasensoriales que huye de los fantasmas.
No os asustéis, tampoco es que siempre se pueda o tenga que luchar contra los fantasmas. Así que el deporte que haréis con el mando de la consola será limitado. Muchos de los fantasmas están ahí sólo para asustarnos y crear atmósfera. Manos que aparecen de la nada cuando quieres coger un objeto, voces que vienen del más allá, espíritus que flotan en lugares incómodos para ponerte en tensión, o peor, que corren directamente hacia ti a una velocidad de vértigo.
El agua también desempeña un papel muy importante tanto en la historia como en la dinámica de juego. Cuanto más empapado estés, más espectros aparecerán. Y os aseguro que en el monte hay agua por todas partes. Cuando no llueve, tienes que pasar por un río o por un sótano inundado. Por suerte, el agua también aumenta el poder de la Cámara Obscura para que no nos encontremos indefensos ante tanto fantasma. Eso sí, evitar pasar miedo en este juego es imposible.
Conclusión
Project Zero no es el juego con los mejores gráficos del mercado. Los personajes están muy estilizados y estereotipados, parece que no hay motion capture y tiene una estética de los noventa. Mágicamente, todo ello, que sería un fracaso en cualquier otro juego, aquí funciona a las mil maravillas. Porque lo importante aquí es crear una buena atmósfera de misterio y darnos el máximo de sustos posibles. Y os aseguro que lo consigue. En cuanto a atmósfera, os diré que está a la altura del primer Silent Hill. Sin duda uno de los mejores del género.
Sin embargo, Project Zero tiene un gran contra que nos hace bajar su nota drásticamente. No es otra cosa que estar únicamente doblado en inglés y japonés. La versión que nos ha llegado a España no dispone ni tan siquiera de subtítulos en español. Así que aquellos de entre vosotros que no domináis el idioma de Shakespeare o de Doraemon, olvidaros de este juego. La barrera del idioma es muy alta en este caso. La cantidad de diarios, cartas e informes que aparecen en el juego harán que, si no los entiendes, os perdáis más de la mitad de la historia. Por no mencionar que, además, el doblaje en inglés es tan plano como una tabla de planchar y jugarlo con voces en japonés y subtitulado en inglés es la única manera de disfrutarlo totalmente. Bueno, jugarlo de noche con las luces apagadas también ayuda a disfrutarlo.
Lo mejor
- La atmósfera. Insuperable.
- Los sustos. Algunos te harán saltar de tu asiento de verdad.
- La estética de los noventa.
- Colegialas videntes en minifalda.
Lo peor
- Que no tiene ni voces ni subtítulos en español.
- El doblaje inglés es insulso.
- Resulta repetitivo volver una y otra vez a la montaña.
- El control a veces es algo tosco.
- Que no sea un universo abierto.
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