Parafilia. Anteriormente conocida como perversión sexual o desviación sexual. Dícese del patrón de comportamiento sexual hacia objetos, situaciones o individuos atípicos que contrastan con las normas establecidas en la sociedad. Alguna de las parafilias más usuales son la pedofilia, el sadismo, la zoofilia, la necrofilia, el masoquismo, la coprofilia, la necrofilia o el voyerismo, que comprenden la atracción hacia menores, el dolor, los animales, los cadáveres o incluso los excrementos.
Las parafilias son consideradas por el psicoanálisis como una aberración al alejarse de las convenciones sociales y se analizan desde un enfoque más psicológico por la psiquiatría o la psicología. En definitiva, son conductas sexuales no deseadas y que constatan con el status quo o lo que dicta la sociedad. Pero, ¿qué pasa cuando desde tu propio raciocinio te cuestionas la moralidad y normalidad de tus inclinaciones sexuales? ¿Amar es igual para todo el mundo?
Quien bien te quiere…
Cuando era pequeño, Yui pasaba las tardes en la casa de Kei, un chico mayor que vivía en el vecindario y al que apodaba cariñosamente “nii-chan”. Este siempre le colmaba de regalos, meriendas y le dejaba jugar a los mejores videojuegos; le encantaba pasar tiempo con él, pero a medida que se hacían más íntimos, empezó también a regalarle besos, caricias y peticiones nada halagüeñas. Yui, en su tierna ignorancia, no podía ver los peligros, por lo que sucumbía poco a poco a las cada vez más extrañas peticiones del joven. Por suerte, una tarde fueron descubiertos por la madre de Yui cuando Kei se disponía a superar todos los límites y desapareció de su vida. Años después, Yui, ya en plena pubertad, sigue rememorando las caricias de Kei y no puede esconder su retorcido deseo: reencontrarse con el muchacho y seguir donde fueron interrumpidos para dar rienda suelta a lo que él considera un amor real y consensuado. No obstante, cuando vuelven a cruzarse sus caminos, Kei, ahora un hombre perturbado lleno de rencores, parafilias y fantasmas, tiene un amor muy distinto que ofrecer. Si es que eso que siente puede considerarse amor.
Nii chan es una obra original de la mangaka Harada y se publicó originalmente en 2014 en la revista Canna, de Printemps Shuppan, siendo recopilada en un único volumen tras finalizar. Aunque es un éxito de ventas en Japón, hasta ganó el segundo puesto en la categoría Best Comic de los BL Awards 2018, en el extranjero produce cierto rechazo: actualmente solo ha sido traducido en España e Italia. Justamente, en España podemos leer la obra de la mano de Editorial Kodai.
Las tardes con mi hermano mayor
¿Hay lecturas para todo tipo de lectores? ¿Está nuestra mente preparada para gestionar todo tipo de emociones y tramas? Hasta ahora hemos conocido la parte más ardiente o hilarante de Harada, con obras que, si bien con cierto contenido sexual fogoso y explícito, ofrecía narrativas argumentalmente salvables y que podían aceptarse por la gran mayoría de públicos. No obstante, ha aterrizado en España su creación más truculenta, vertiginosa y cuestionable, y es difícil caer en el prejuicio de qué puede querer contarnos una autora sobre la pederastia. Pero craso error. Porque Nii chan no es una historia de amor. Es una historia de pura, asquerosa, abominable y enfermiza depravación.
Vamos a dejarlo claro: Nii chan no es para todo el mundo; ni siquiera creo que sea para alguien. Existe porque a veces necesitamos que la realidad nos dé una bofetada y nos haga vomitar de puro dolor y asco por la realidad que vivimos, pero no es una obra que pudieras recomendar a nadie. En este tomo único no encontrarás ni humor ni sexo divertido, ni siquiera una explicación plausible ni el argumento que anhelas para poder entender la pederastia, sino que la autora va más allá y te obliga a cuestionarte tus propios ideales, hasta hacerte estremecer de terror, a seguir leyendo en busca de tan ansiada libertad. Es un manga que se te cuela bajo la piel, te hormiguea el sistema nervioso entero y se te aposenta en el cerebro para siempre. Nii chan no es para nadie. Pero debe existir.
Y es que Harada no deja títere con cabeza en esta incisiva historia donde nos obliga a sostenerle la mirada fijamente a la parte más infecta y podrida de la sociedad, la relacionada con las desviaciones o perversiones sexuales, como es la pedofilia que nos retrata con Yui y Kei. Nos obliga a mirar, a estar presentes en cada escena, a ser cómplices de un amor insalvable, a consumir a regañadientes la pornografía infantil que nos hacen pasar por sexo consentido entre un menor y un adulto. A ser testigos y compañeros de pura perversión y locura.
A partir de los dos protagonistas de Nii chan, la artista plantea con una agilidad mental vertiginosa y una desgarradora pluma sin censura los recovecos más oscuros de quienes padecen esta enfermedad, así como la espiral de locura, autodestrucción y degeneración que altera sus emociones y sus pensamientos. A través de la distorsionada realidad del infante Yui, un niño que es tocado y mancillado por un adulto, y que dichos juegos eróticos siguen en su mente cuando, y de la enfermiza mentalidad de Kei, un adulto con claras carencias socio afectivos tras diversos traumas infantiles, la artista nos hace enloquecer en este frenesí de trastornos, toxicidades y vicios que nos vapuleará el cerebro y nos revolverá el estómago hasta decir basta.
Y es que Harada no tiene suficiente con hablarnos de pederastia, un crimen ilegal, inmoral y atroz, sino que lo escenifica y plasma en papel sin tapujos: desde el primer contacto entre adulto con el menor, pasando por las primeras caricias y juegos, así como el intento de violación, pasando al reencuentro con Yui siendo ya adolescente, donde sí que acontece por fin el acto sexual. Y una vez llegado este punto, suma y sigue.
Pero aunque parezca extraño, Harada no intenta justificar lo que relata en ningún momento. Nii chan no apuesta por la pederastia y antepone el amor como la solución a todo mal. Al contrario. Lejos de romantizar o normalizar esta relación insana y macabra, la autora orquestra una jugada maestra y aterroriza y machaca al lector. Así, nos ofrece una narrativa ácida y llena de claroscuros para hacernos albergar todo tipo de incómodos sentimientos, pues ofrece intensos soliloquios de ambos personajes argumentando su amor y cuestionando a la propia sociedad, desentrañando las parafilias e incluso ironizando sobre qué es amar y que obliga al lector a actuar: mientras lees Nii chan, descubres que es una lectura hedionda pero interesante, pues te remueve por dentro, te carcome las entrañas, pero te hipnotiza. Nii chan nos obliga a recapacitar y a darnos cuenta de que nos es molesto empatizar con los personajes, pues aborrecemos su insania, pero al mismo tiempo, toleramos sus destinos, pues nos reiteran que se aman y su amor salva cualquier inmoralidad, y cedemos porque, a fin de cuentas, no pasa nada porque es ficción.
Y es aquí donde entra el verdadero papel de Harada como autora, juez y verdugo. Porque nos obliga a mirar, a leer y a pensar. ¿Aceptamos esta relación porque es ficción? ¿Aceptamos sus excusas para dejarse llevar por la depravación? ¿Son realmente felices porque queremos verlo así? Ahí queda el auténtico mensaje de Nii chan.
Las cartas están echadas. Nii chan está en tu poder. Harada ya ha dictado sentencia y ahora te toca a ti decidir.
Harada, la mangaka sin inhibiciones
Harada ya empieza a ser conocida por muchas lectoras y lectores, pero como siempre pasa, la carrera de la mangaka es mastodóntica y prácticamente inédita en nuestras tierras. La escueta biografía de Harada se limita a saber que nació un 1 de noviembre en la prefectura de Kanagawa, Japón, que es Escorpio y que posee varios alias, como Paraiso. Su primer contacto con el Boys’ Love fue cuando cursaba el instituto, y sus primeros pinitos como dibujante, en 2011 con la creación de varios -muchos- doujinshis dedicados al manga shonen Gintama.
Harada debutó oficialmente como mangaka en 2014 con la publicación de varias historias autoconclusivas, como en los recopilatorios Gesu BL o B-Boy Sachiku, pero también dio comienzo a sus primeras obras cortas, como Henai, la presente Nii-chan, Yatamomo o Suki na Hito Hodo.
Desde entonces, la artista ha creado un sinfín de historias sin prisa pero sin pausa, tocando todo tipo de perversiones y tabúes, mostrando romances homoeróticos explícitos y sin censura, pues cree a pies juntillas que en el BL todo encaja a la perfección y no necesariamente hay que añadirle un cándido romance o un final feliz. De esta guisa existen algunas de sus narrativas más importantes, como Color Recipe (2015), Yoru to Asa no uta (2015), Sumomo (2015) u One Room Angel (2019). Como curiosidad, mencionar que en 2020 publicó el oneshot CoDou 2020, donde reúne a varios de los protagonistas de su bibliografía en una historia de corte cómica.
Actualmente, sigue serializando Happy Kuso Life, creada en 2018, y Mics!!, su obra más reciente, nacida en 2020 a través de su cuenta de Twitter.
La polémica edición de Editorial Kodai
Editorial Kodai no es conocida precisamente por el mimo que pone a sus ediciones y ya ha protagonizado un par de polémicas por su dudosa calidad; la de Nii chan es de sus peores presentaciones conocidas.
Nii chan cuenta con un formato de rústica con sobrecubierta, de 13 x 18cm, con un total de 226 páginas en blanco y negro y la primera a color. Si retiramos la sobrecubierta, encontramos las portadillas interiores en un brillante rojo que recrea la cubierta y por detrás ofrece un diagrama de los personajes con sus relaciones. La portada respeta la cubierta original y adapta el título a nuestro abecedario. El tomo se vende precintado y con una pegatina que advierte de su contenido sensible para el público.
Si bien el sello podría haber jugado a su favor siendo la primera editorial en traer a Europa un cómic tan peliagudo, se ha ganado con creces la antipatía de quienes lo han adquirido por su mala calidad en cuanto a edición e impresión. Además de ofrecerse a un precio discutible por su retractilado que esconde el estropicio del interior, una vez abierto nos encontramos con una nefasta impresión que racanea con las tintas negras y da la sensación de estar leyendo un tomo fotocopiado, lo acompaña una maquetación mediocre y lo corona un buen arsenal de errores ortotipográficos que dificultan disfrutar del delicado mensaje de la autora.
En definitiva, Nii chan no pasará a la historia por la buena presentación de la editorial, quien ha asegurado que la edición es fiel a la japonesa.
Quiéreme, destrózame
“¿En serio el bicho raro soy yo?”, se pregunta Kei en uno de sus incisivos soliloquios donde arremete contra el público lector e intenta legitimar su parafilia. No obstante, su pregunta acaba calando hondo una vez avanzas en la lectura, amén de seguir sopesando en sus terribles palabras tiempo después. Y es que Harada no romaniza ni empatiza en ningún momento con sus personajes, ni mucho menos pretende que veamos con buenos ojos la depravación que viven, pero sí que deja en nuestras manos que veamos a sus protagonistas como malhechores o víctimas.
Y es que Yui, aun en su enloquecida fantasía nos esgrima que el amor lo puede todo, o que Kei siempre se escude en su traumático pasado que moldeó sus desviaciones, es Harada quien, con su desenlace, nos flagela a cuestionarnos de verdad las mismas preguntas que trastornan a sus protagonistas: ¿qué significa ser normal? ¿a quién hace daño este amor?
No puedo terminar recomendando Nii chan a todo el mundo porque Nii chan no es para nadie. Duele, incomoda y te obliga a apartar la mirada en más de una ocasión. Pero, por encima de todo, te hace pensar y cuestionarlo todo. ¿Hay amores aptos para todas las mentes? La obra más polémica de Harada plasma sin tapujos la podredumbre de la sociedad mediante un amor aberrante, y es decisión tuya al final decidir qué te hace sentir.
Lo mejor:
- Una narración única por parte de la gran Harada.
- No encontrarás una obra que te remueva tanto por dentro como Nii chan.
Lo peor:
- No apto para todo el mundo.
Nii-chan
Editorial: Editorial Kodai
Formato: Tomo B6 (12,8×18,2 cm) rústica con sobrecubierta
Tomos: 1 (Finalizada)
Facebook
Twitter
Pinterest
Instagram
YouTube
RSS