Hokusai, ese “tochazo” firmado por el “Rey del Manga” que EDT presentó en el XVIII Salón del Manga de Barcelona, trata sobre Katsushika Hokusai, pintor de ukyo-e de finales del s. XVIII y de la primera mitad del XIX, cuya obra más conocida es La gran ola de Kanagawa y quien ejerció influencia sobre pintores impresionistas occidentales.
Un pintor excéntrico
Aunque uno no sea especialmente aficionado al arte del período Edo, Shotaro Ishinomori seguro que le alegra el día pues nos trae una historia diferente, cómica y fresca sobre un artista excéntrico, queriendo mostrarle como ser humano en vez de presentar una simple biografía cronológica.
El libro está dividido en varios capítulos, cada una de los cuales narra un episodio de la vida del artista, relacionado con alguna obra importante, pero sin respetar el orden cronológico: comienza con Hokusai en su lecho de muerte, luego pasa a la época en la que tenía 42 años, después a una en la que tenía 56, para volver unos 3 y 6 años atrás, luego presentarle a los 85 y después a los 74. Además, muchos capítulos incluyen flashbacks sobre su juventud. En todo caso, este desorden tampoco dificulta la lectura pues al principio de cada capítulo nos informan en qué etapa de su vida nos encontramos.
A lo largo de las 600 páginas del libro podemos observar las siguientes características que tenía la vida de este artista, quien tuvo la suerte de vivir casi 90 años en una época en la que la muchos no alcanzaban ni los 50:
1) Hokusai tenía un carácter difícil: era muy cabezota, pasota y un narcisista cuando la fortuna y fama le sonrió. Lo primero para él era la pintura y la experimentación, por encima de su familia y los encargos que le hacían sus clientes.
2) Era todo un mujeriego, frecuentaba las casas de té y prostíbulos, se acostaba con las chicas quienes le posaban cuando realizaba los shungas , grabados de contenido erótico explícito – de los cuales, el más sorprendente es El sueño de la mujer del pescador, pionero en el género de los tentáculos. Las páginas incluyen numerosas viñetas sobre las aventuras extramatrimoniales del pintor, por eso en la portada del libro se especifica que está destinado a un público adulto, aunque en ningún caso son imágenes escandalosas y tampoco incorporan fanservice, en muchos casos solo se ve a un hombre ya mayor con mujeres jóvenes voluptuosas.
3) Era un inconformista y obsesionado con la perfección. Siempre estaba en busca de un nuevo estilo, una nueva técnica, por eso se cambió de nombre artístico cada dos por tres, justamente para que nadie asociara sus nuevos dibujos a la fama de su anterior encarnación.
En vez de conservar y explotar un nombre reconocido que le hubiera permitido vivir holgadamente, prefería prescindir de ello y adoptar uno nuevo que nadie conociera. De este modo pasó de vivir suntuosamente a la miseria, pero a él no le importaba. Además, se mudó más de noventa veces de domicilio, viajó por todo Japón para buscar nuevos paisajes y formas de vida que le inspiraran. Su objetivo era vivir hasta por lo menos 100 años para autorrealizarse como pintor, pero tuvo que lamentaba en su lecho de muerte de no poder continuar.
Observamos que al principio de su recorrido artístico se dedicaba a hacer retratos de geishas, samuráis, actores de kabuki o shungas, pero más adelante representaba más a la naturaleza, a seres mitológicos e incluso a las clases sociales más humildes del mundo real . Algo poco común pues los ukyo-e -grabados realizados mediante xilografía que se hacían populares entre la pujante clase media en la época- representaban normalmente a la vida de la ciudad, particularmente actividades y escenas de lugares de entretenimiento.
Así, podemos ser testigos de cómo Hokusai elaboró sus obras más famosas: Treinta y seis estaciones en el Tokaido, Hokusai manga (que era una colección de unos 4.000 dibujos muy diversos sin conexión alguna, por lo que no debe confundirse con el manga actual) y Treinta y seis vistas del monte Fuji (entre los cuales se incluye la ya citada La gran ola de Kanagawa).
Muchos episodios de la vida del artista que aparecen en el libro son meras especulaciones, pero es verdad que Hokusai comenzó a trabajar como vendedor en una prestigiosa librería, entró como aprendiz de grabador en un taller de madera, se casó dos veces, tuvo cinco hijos, un nieto muy conflictivo y que en sus últimos años le cuidó su hija favorita, Oei, quien siguió los pasos de su padre como pintora aunque con escaso reconocimiento.
A pesar de todo, Hokusai recibió el verdadero reconocimiento artístico de forma póstuma, cuando sus grabados llegaron a Occidente. Se hicieron especialmente populares entre los pintores impresionistas como Vincent Van Gogh, Claude Monet, Edgar Degas y Henri de Toulouse-Lautrec, quienes los coleccionaban y se inspiraban en ellos.
El estilo de Ishinomori
El dibujo es un tanto caricaturesco, con personajes muy alejados de la representación habitual en el manga pues tienen unos cuerpos diminutos y extremidades desproporcionadamente cortas, pero que poseen gran expresividad. Además, se alejan del estilo un tanto infantil de su maestro, Osamu Tezuka. En cambio, los fondos con los edificios y paisajes típicos de Japón gozan de gran realismo.
Adicionalmente, Ishinomori ofrece las ilustraciones de las obras más célebres de Hokusai. Gracias a ellos y a muchas viñetas sin apenas diálogo, la lectura de las 600 páginas no se hace pesada ni larga en ningún momento.
Shotaro Ishinomori, el “Rey” poco conocido en España
Shotaro Ishinomori (también conocido con el apellido Ishimori por un error) nació en 1938 y comenzó su carrera en el mundo del manga a una edad muy temprana, colaborando con Osamu Tezuka en Astro Boy. La verdadera historia de su primer encuentro con Tezuka fue ilustrada en un material suplementario de cuatro páginas como cuento dibujado en la reimpresión de los años 1970 de dicha serie. Cerca del 1955, Ishinomori envió un trabajo a un concurso que buscaba nuevos talentos para la revista Manga Shonen. Tezuka quedó impresionado con sus dibujos y le preguntó a Ishinomori si podía ayudarlo con Astro Boy.
Este señor con un pelo rizado al más puro estilo disco de los 70, es conocido como el autor más prolífico ya que en su carrera de 44 años como mangaka, creó más de 128.000 páginas (unas 500 páginas por mes según se rumorea). Además, se le conoce como “El Rey de Manga”, mientras que su maestro Tezuka es “El Dios del Manga”. Sin embargo, en nuestro país es poco conocido ya que solo dos obras suyas han sido editadas: Musashi por parte de Planeta DeAgostini y este Hokusai. Otra obra histórica suya es Nihon no reshiki, la historia de Japón contada en 47 tomos.
Fue creador de series de superhéroes japoneses como 009 Cyborg o el motorista enmascarado Kamen Rider, que darían lugar a la euforia por el género super-sentai en los 70 y 80, llevados a la pequeña pantalla con la colaboración del propio mangaka. Pero aparte de series de héroes con poderes y mangas históricos, escribió Hotel, donde narra las peripecias de los trabajadores de un hotel o Japan Inc., sobre temas económicos y empresariales.
Desgraciadamente, murió con apenas 60 años a causa de un paro cardíaco, por lo que no podía continuar su carrera tan productiva. Su legado consiste en unos 500 tomos de todos los géneros y un sinfín de adaptaciones animadas o con actores verdaderos de sus obras.
Un tocho a muy buen precio
EDT nos trae un tomo de 600 páginas, en formato de 13×18 cm, tapa blanda con sobrecubierta hecha con papel century cookle (el que cubre las ediciones kazenban) y a un precio de 15€. La traducción corre a cargo de Marc Bernabé y al final del libro encontramos unas páginas sobre la biografía del pintor y fotos de sus obras más famosas color.
En la portada aparece una parte de La gran ola de Kanagawa, probablemente el grabado más célebre del artista. Su título original es Kanagawa oki nami ura, literalmente “Bajo una ola en altamar en Kanagawa” y es el primero de su famosa serie de Treinta y seis vistas del monte Fuji. De hecho, al fondo de la imagen aparece el monte Fuji en color azul y la cima cubierta de nieve. También se divisan unas barcazas rápidas que se utilizaban para transportar el pescado con pasajeros, lo que nos da una idea sobre la altura que pudo alcanzar la ola (entre 10 y 12 metros).
A partir de la plancha de madera original se realizaron numerosas copias (se dice que unas 5000) de las cuales varios museos occidentales conservan ejemplares: Museo Guimet de París, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el Museo Británico de Londres, o incluso la Biblioteca Nacional de Francia, generalmente provenientes de colecciones privadas del siglo XIX. La versión original se pintó entre 1830 y 1833 y mide 25 cm × 37 cm. Los visitantes que acuden al Museo Británico pueden elegir de una amplia gama de merchandising: desde tazas, camisetas, paraguas hasta una guitarra.
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En conclusión, es una obra obligatoria tanto para los amantes del manga clásico, como para los interesados en historia japonesa o simplemente para aquellos que sienten afición por el arte.
Lo mejor: su frescura, diálogos cómicos; las ilustraciones de las obras de Hokusai que coloca Ishinomori entre las viñetas, la edición y el precio.
Lo peor: que no se traigan más obras de este tipo.
Ficha técnica
Título: Hokusai
Título original: Hokusai
Guión: Shotaro Ishinomori
Dibujo: Shotaro Ishinomori
Año de publicación en Japón: 1987
Editorial: EDT
Formato: tomo 13×18 cm, rústica (tapa blanda) con sobrecubierta
Precio: 15€
Número de tomos: tomo único de 600 páginas
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