El mundo en el que vivimos se rige por un sistema en el que bien es sabido que el poder adquisitivo te hace la vida más cómoda. En ocasiones no sólo aligera el peso de los problemas, sino que es capaz de resolverlos en mejores condiciones y coloca al individuo en un escalón por encima dentro de la cadena de preferencia.
Pero entonces, ¿qué ocurre cuando estos mecanismos chocan con la ética humana? Shūhō Satō es consciente de la injusticia que supone dejar una vida al capricho de lo establecido, así como de la carga emocional y el drama social que deriva de una jerarquía hipócrita y poco capaz.
A modo de crítica, Give my regards to Black Jack hace una radiografía completa de todas las deficiencias presentes en el sistema sanitario japonés. Un bestseller que pone de manifiesto diferentes perspectivas al respecto: cómo se retroalimenta esta estructura, quiénes ganan, quiénes pierden y quiénes se topan de bruces con una verdad injusta que desearían cambiar.
Black Jack
Dado que el tema da para muchas y diversas cuestiones, ¿por qué no empezar desde el principio? Partiremos del título, donde antes que nada cabe mencionar que el original era Say Hello to Black Jack mientras que esta edición se ha editado bajo el nombre renovado Give my regards to Black Jack. Las diferencias entre ambos son mínimas pero el punto en común es más que evidente.
Se hace una referencia directa al reconocido doctor Black Jack, uno de los personajes más famosos del imaginario de Osamu Tezuka al que dio vida en 1973. Este médico es capaz de realizar intervenciones quirúrgicas milagrosas desde la más absoluta ilegalidad. A pesar de su increíble habilidad, no posee licencia y ofrece sus servicios a cambio de grandes sumas de dinero, pero siempre con honestidad.
Sin adentrarnos en la carga tan personal que Tezuka deja caer sobre Black Jack, sí es necesario contar que fue una de las formas que el autor tenía de mostrar su desacuerdo con el sistema sanitario japonés y su funcionamiento. Aquí, Shūhō Satō hace lo propio, recoge el testigo y perpetúa la labor agradeciendo su espíritu crítico al médico más justo del medio.
Lo cierto es que una vez dentro de la trama, la obra del dios del manga poco tiene que ver con la que nos toca en esta ocasión. Pero esta pequeña contextualización a priori ya nos da la clave más importante de la obra: en materia sanitaria, la ética y la honradez brillan por su ausencia en una estructura que falla.
Estos dos primeros volúmenes no son más que una introducción en la que se empiezan a dar algunas pinceladas de drama humano y datos estadísticos que van formando el retrato de todo aquello a lo que se enfrenta el personal involucrado.
Jerarquía, dinero y parcialidad
La historia gira en torno a Eijiro Saito, un joven muchacho recién graduado en una prestigiosa universidad de medicina dispuesto a darlo todo por salvar a sus pacientes. Desde las primeras páginas ya se plantea que los estudiantes de medicina, en Japón, no cursan prácticas a lo largo de los estudios, que tras años de teoría llegan sin preparación a un hospital universitario y que para colmo se cobra una miseria y se trabaja sin descanso.
Contra todo pronóstico, el optimismo del protagonista no da para abarcar las situaciones con éxito y la desesperación aumenta a medida que Saito aprende que la realidad del problema es más bien compleja. Lo que Satō manifiesta entre las páginas de este manga es un circuito de realidades que no difiere mucho del que podemos encontrar en otros países u otros servicios. El defecto no proviene de un solo origen, de hecho, el proceso gubernamental, el sistema económico, las instituciones universitarias y el prestigio de lo privado confluyen en perpetuar que la base sanitaria del país no se sostenga por sí misma.
Todo ello se presenta a través de distintos personajes: directivos, doctores, enfermeras, estudiantes, enfermos, familiares… que harán a su vez de catalizador dramático y de aporte de datos reales, teniendo en cuenta aquí que algunos se ofrecen fuera de los diálogos aunque en el menor de los casos. Además, la relación de Saito con sus superiores y pacientes, principalmente, provoca que la información surja de forma natural en el transcurso de los acontecimientos.
Los dos tomos correspondientes a la reseña abarcan un primer arco que se desarrolla en dos departamentos diferentes, el de cirugía y el de medicina interna, imitando la forma en la que los médicos primerizos cambian periódicamente de servicio durante su año de práctica. La propia estructura narrativa te invita a introducirte en la piel del protagonista mientras se suceden dilemas como la importancia de un paciente según su poder adquisitivo, las mentiras piadosas y el colapso hospitalario irremediable. Y, aunque todo parece moralmente cuestionable, existen diferentes puntos de vista que justifican (o no) estas prácticas.
Es de esta forma que el autor llega a uno de los planteamientos más interesantes con el que termina de unificar todos los conflictos externos. Saito, cuestionando sus decisiones pasadas y afectado directamente por las circunstancias presentes, se pregunta a sí mismo… ¿Qué demonios significa ser médico?
Trazos con sentimiento
En base a lo que hemos ido comentando, el guion se estructura en arcos autoconclusivos donde el punto central se encuentra en las adversidades psicológicas a las que se enfrentan los personajes. En este aspecto, la habilidad de dibujo de Satō le hace capaz de plasmar emociones realmente fuertes. La gestualidad de los personajes es lo primero que entra por los ojos a nivel artístico y transmite mucho dramatismo en expresiones muy exageradas.
En general, también hay que decir que no todo lo que aparece en la historia es un mar de lágrimas e impotencia. De hecho, también encontramos ciertas dosis de humor y de humanismo igual de efectivas, aportando variedad además de contraste y reduciendo con ello el peso negativo. La manera en la que representa la personalidad y mentalidad de los personajes a través de su diseño es muy característica, rozando a veces la caricatura, lo que le permite añadir una dimensión más de criticismo en clave de comedia.
La ambientación mientras tanto se siente bastante realista a nivel de escenografía, incluyendo aquí la vestimenta y el material médico que permiten al lector ser consciente en todo momento del entorno en el que se encuentra. Con todo, puede concluirse que las habilidades del mangaka en materia de imagen son un punto fuerte que aporta personalidad, estilo y emoción.
Shūhō Satō
Shūhō Satō es un dibujante japonés nacido el 8 de diciembre de 1973 en Obihiro, en la prefectura de Hokkaidō. Su amor por el dibujo desde pequeño lo llevó a graduarse en el instituto Hokkaidō Sapporo Nishi High School para ingresar más tarde en la Universidad de Artes de Musashino. Allí se introdujo en los departamentos de Escultura y Arte Pictórico, sin embargo, nunca llegó a graduarse debido a que abandonó sus estudios en pos de perseguir el objetivo de dedicarse al manga.
En sus inicios comenzó como asistente de autores como Noboyuki Fukumoto (Gamblin Apocalipse: Kaiji) y Tsutomu Takashi (Jiraishin: Ice Blade). Su primera publicación original se dio en 1998, con el título Congratulations (Omedetō!) publicado en la antigua revista Weekly Young Sunday, pero su fama no comenzaría a crecer hasta pasado un año con la publicación de Umizaru. A lo largo de su carrera, han sido otros los creadores que han comenzado como ayudantes de Satō entre los que se encuentran Masasumi Kakizaki (Rainbow) e Itsunari Fujii (Dragon Jam).
Say Hello to Black Jack fue serializada en la revista Morning de la editorial Kōdansha entre 2002 y 2006, llegando a ser recopilada en un total de 13 tomos. Un año más tarde, el mangaka lanzó New Say Hello to Black Jack, secuela con la que se traspasó a la Big Comic Spirits de Shōgakukan alcanzando los 9 volúmenes.
Con el tiempo, diversas confrontaciones con el mundo editorial se sumaron a la opinión de Shūhō Satō acerca de la condición laboral en la industria del manga. A raíz de estas disputas, desde septiembre de 2020, el autor liberó voluntariamente los derechos de Say Hello to Black Jack, aunque no de la segunda parte. Con más de 10 millones de copias vendidas en el mundo y todo lo que envuelve a este cómic es considerada su obra cumbre, con la cual recibió el premio a la excelencia en la categoría de manga en el Japan Media Arts Festival en 2002, junto otros mangas de la talla de 20th Century Boys de Naoki Urasawa.
En España, los 13 tomos se publicaron al completo entre 2003 y 2007 de la mano de la editorial EDT (Glénat), aunque no consiguió el tirón necesario para traer la secuela. En 2015, DKO Editorial volvió a intentarlo con una edición limitada de lujo y a color revisada por el propio Satō, además de prometer traer ambas partes. En este caso, solo llegó a publicar el primer tomo (un integral de dos volúmenes) y no se supo nada acerca de la continuación, que permanece inédita en el país.
Definitivamente, la reciente Sekai Editorial ha decidido relanzar esta obra como su primera apuesta de manga bajo el nuevo título de Give my regards to Black Jack, como comentábamos al inicio. Para más, por si no fuera suficiente con esta vuelta al mercado, los editores tienen planes de atreverse con la secuela en función del éxito comercial de la colección.
Edición
Los dos primeros volúmenes de Give my regards to Black Jack han sido editados por Sekai Editorial y salieron al mercado el 2 de julio de 2021 a modo de publicación bimestral, por lo que el tercero se ha publicado el pasado 1 de septiembre. Se pueden adquirir en dos formatos, físico y digital, a un precio de 8€ y 4,50€, respectivamente. En cuanto a la edición física, la encuadernación es rústica con sobrecubierta en tamaño B6, equivalente a unas medidas de 130x180mm. Además, las portadas y el diseño general exterior es prácticamente idéntico al de la edición japonesa, al igual que al de las anteriores ediciones españolas.
En cuanto al contenido, ambos tomos tienen 208 páginas entre las que se incluyen algunas a color, generalmente las primeras y las de inicio de algunos capítulos intermedios. El papel carece de transparencias y en materia de traducción, teniendo en cuenta que usa un lenguaje con muchos tecnicismos, no se encuentran erratas ni fallos que perjudiquen a la comprensión.
Pese a ello, la calidad de impresión del dibujo se siente un poco borrosa, algo que probablemente se deba a la nitidez del material original ya que en los textos no se aprecia. Aún así, en las páginas a color no se nota tanto como en el blanco y negro y el material adicional que se regala con la edición tiene una buena definición.
Cada volumen incluye un marcapáginas, del que conviene decir que el formato es algo más largo de lo normal, una postal con ilustraciones del manga y un póster en formato A3 con la imagen de portada. Además de estos regalos, se incluye un póster adicional con diseño exclusivo al reservar los tomos 1 y 2 a través de la web de la editorial.
Conclusión
Give my regards to Black Jack es un manga serio que refleja una realidad social muy sufrida en el que predominan el peso de los dilemas morales y el choque entre la justicia idealizada frente a la realidad sanitario-social japonesa. Partiendo de esta base, el espíritu contestatario del autor se siente presente en todas las páginas, pero no se limita a culpar superficialmente los mecanismos que no le gustan, sino que pone todas las piezas sobre el tablero para explicar cómo repercuten entre sí con un método inmersivo y ejemplificado en un ámbito práctico.
A nivel argumental se mueve en el género del drama hospitalario, con sus pequeñas distinciones pero sin salir de la norma general, aunque la falta de ficción no la hace una obra pesada. Es directa, dura y abre a la reflexión, además de tener carisma y manejar muy bien la tragedia mediante pausas ligeras de humor y un ritmo de lectura fluido.
Es cierto que no es una obra que pueda entretener a la mayoría del público general, pero tampoco sería mentira decir que es una opción interesante con la que rasgar la burbuja de ficción que envuelve a Japón y dirigir la vista a la realidad de un país imperfecto como otro cualquiera.
Lo mejor
- Reflexiva, con información real orientada a la denuncia con la que también se puede aprender sobre la práctica médica en sí en un segundo plano.
Lo peor
- A pesar de ser interesante, probablemente despierte más interés en un tipo de lector objetivo reducido.
- La pérdida de resolución de la imagen en la edición desfavorece un poco el nivel del acabado a tinta.
Give my regards to Black Jack
Editorial: Sekai Editorial
Formato: Rústica de tapa blanda con sobrecubierta en formato B6
Tomos: 13 (Finalizada)
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