Taniguchi, un hombre enamorado de la naturaleza
Este manga de dos tomos publicados recientemente nació en 1985, cuando Jiro Taniguchi comenzó a editarlo en una revista japonesa. Muy acertadamente, Ponent Mon ha incluido en el primer tomo como apéndice, un pequeño texto del autor de la edición de 1996 japonesa, donde cuenta cómo nació la inspiración para la creación de esta obra.
Como mandan los cánones de la sociedad japonesa, Jiro Taniguchi es un amante empedernido de la naturaleza, los animales y su preservación. No es la primera vez que este autor dedica una de sus obras a la conservación y preservación de la naturaleza como verdadero tesoro del hombre para las generaciones posteriores. Pero, a diferencia de otras obras, Blanco si es la primera en la que el protagonista no es un ser humano, si no un animal, más concretamente un perro.
Jiro Taniguchi, en el texto que comentábamos unas líneas atrás, comentó que la idea inicial para desarrollar esta historia nació mientras leía un libro titulado Blanco del popular naturista Ernest Thomas Seton, personaje que a su vez inspiró otra de las obras de Jiro Taniguchi, Seton: El Naturalista Viajero. En dicho libro, se describía un lobo de color blanco, y con el que Taniguchi quedó prendado, tanto del animal en sí como de la «sonoridad» y la contundencia del nombre «Blanco».
Blanco, el perro nacido de la leyenda y la genética
La idea se quedó aparcada unos años hasta que, observando un atlas del mundo, el autor se dio cuenta que EEUU y Rusia no están tan lejos como aparentan en el mapa que todo estamos acostumbrados a ver, están apenas separados por 100 kilómetros. Descubrió que el estrecho de Bering que separa la costa este del continente asiático y la costa oeste de Alaska es más estrecho de lo que la gente imagina, y además en invierno, el agua que los separa en ocasiones se hiela casi por completo. En ese momento, a Taniguchi le vino a la mente un perro blanco solitario cruzando sin descanso ese estrecho en un desierto de hielo.
Con esa idea en la mente, Jiro Taniguchi comenzó a desarrollar esta historia en la que mezcla diversas ideas, que por separado funcionarían muy bien, pero en su conjunto, con la maestría que ya nos tiene acostumbrados, funcionan a las mil maravillas.
Por un lado está leyenda del Tornak, o Tornait, de origen inuit (tribu esquimal originaria de Alaska). Esta leyenda cuenta cómo cada siete años todos los espíritus de los animales abatidos por los cazadores furtivos, se unen regresando en forma de perro blanco ultra poderoso para vengarse del ser humano. Según otras fuentes, este Tornak no lo definen como un perro vengador de la naturaleza, si no que lo describen como un espíritu invocado por un shaman esquimal, como venganza contra los atropellos a la naturaleza del hombre blanco. Otras leyenda, simplemente hablan de que el Tornak es una especie de ser antropomórfico ermitaño que vive en los bosques de Alaska, aislado del ser humano, un mito similar al de Yeti o Sasquatch.
Por otro lado tenemos el ingrediente de la experimentación genética como arma militar, revelando a Taniguchi como un adelantado a su tiempo. Recordemos que este manga se publicó por primera vez en 1984-85, y la manipulación genética y clonación animal son temas que se pusieron de moda a finales de los 90 con la popular oveja Dolly, diez años después.
Argumento
Invierno de 1989, Alaska. Dos cazadores son atacados por un perro blanco que lidera una manada de lobos. Uno de los dos hombres muere en el acto como consecuencia de un extraordinario ataque de la bestia. Más adelante, el ejército americano pone precio a la cabeza del animal entre los tramperos más curtidos de forma encubierta. Se inaugura la cacería y ocurre una masacre; mueren todos los cazadores furtivos. Comienza entonces una persecución encarnizada del depredador… ¿Qué secreto guarda un simple perro blanco tan temible? ¿Una leyenda maldita o un secreto militar bien guardado?
Con este argumento nos presenta Ponent Mon esta obra, que si bien nos da pistas de lo que esconde este manga, ni mucho menos es lo que parece a simple vista. Nos encontramos ante una ‘road movie’ en la que el protagonista es un perro blanco que cruza el estrecho de Bering para volver a su hogar. El por qué de tan desesperado ansia por volver superando todo tipo de obstáculos, peligros y cazadores que le saldrán al paso es algo que se va revelando poco a poco en la historia de manera muy sabia por parte del autor.
Pero Blanco no es el único personaje con peso en esta historia. Alrededor de la odisea de este perro de claro pelaje, están diversas personas que se cruzan fortuitamente en algún momento de su viaje, y que por distintas razones se ven obligados a seguir sus pasos y dar con él. Por un lado tenemos a un cazador furtivo que, tras ver de lo que es capaz Blanco, decide cazarlo como única meta en su vida. Este personaje es uno de los que más evoluciona a lo largo de la historia y podríamos decir que es el «segundo protagonista», ya que como en la mayoría de las buenas ‘road movies’ a parte de un viaje físico, los personajes se ven en vueltos en un viaje personal evolucionando a lo largo de la historia. Otro de los principales personajes es el profesor Ryapkova, un científico íntimamente relacionado con el origen de Blanco, al igual que cierto alto cargo de un país del este muy militarizado que nunca se llega a revelar su nombre, para evitar herir sensibilidades suponemos, pero que se declara «rival» de Rusia y los EEUU. Por último tenemos a una naturista, que tras ver a Blanco también en acción, se ve impulsada a estudiarlo y desvelar su origen.
Todas estas historias se entremezclarán con una gran maestría por parte de Jiro Taniguchi, como telón de fondo del viaje sin descanso de Blanco por Alaska y el estrecho de Bering, desde la Europa oriental hasta el norte del continente americano. No obstante darle cohesión y ritmo a este guión, provoca que tenga algunos altibajos, momentos muy breves, donde la narrativa es lenta y aburrida. Estos momentos son escasos, y la mayoría en el primer tomo, en las fases tempranas de la historia, cuando Taniguchi nos va presentando los personajes, y las piezas del puzzle que al principio parecen que no encajan unas con otras. Todo esto desaparece en el segundo de los volúmenes, donde el ritmo narrativo, la emoción y los cruces entre personajes se multiplican, a la vez que las piezas del puzzle comienzan a encajar unas con otras, haciendo de este segundo volumen, una delicia leerlo de principio a fin.
Dibujo
Jiro Taniguchi, a parte de por tener una gran habilidad a la hora de realizar todo tipo de historias, otra de sus grandes cualidades es la del dibujo de toda clase de animales, con un estilo altamente realista. En Blanco, esto se hace aún más patente, ya que asistimos a numerosas escenas en las que los animales son los protagonistas de la acción. Desde el propio Blanco, pasando por lobos, osos, ciervos, y todo tipo de mamíferos y aves con los que se cruza este perro blanco en su camino. Se nota que Taniguchi comenzó su andadura como artista, dibujando animales en un zoo, como se revela en Un Zoo en Invierno.
Centrándose más en Blanco, la musculatura, las posturas, la manera de correr, saltar, y todo tipo de acciones que le vemos realizar, parecen perfectamente estudiadas por el autor, a pesar de que Blanco realiza todo tipo de piruetas inverosímiles para un cánido.
Tampoco se puede pasar por alto la soltura con la que Jiro Taniguchi dibuja todo clase de postales naturales, en esta ocasión, con predominio de hielo y nieve, propios del desierto helado de Alaska.
Debido a que gran parte de la narrativa decae en el viaje de Blanco por parajes solitarios, no hay muchos diálogos, pero en estas ocasiones, es cuando Taniguchi más se luce a la hora de dibujar escenas de parajes totalmente helados, que bien podrían ser fotografías de la revista National Geographic. Es en estos momentos donde más se aprecia la maestría de este autor que es capaz de engancharte aún si elaborados diálogos de por medio.
El único punto negativo en este aspecto, puede ser una «marca de la casa» en el estilo de Taniguchi, y que tantas otras veces, se ha comentado en otras reseñas de sus obras: el excesivo parecido físico entre los personajes masculinos, en especial con los protagonistas. En este caso, nos referimos a Shiba, el cazador inuit de origen japonés, que persigue a Blanco durante todo su viaje, que tiene bastante parecido físico con el protagonista de El Rastreador.
No obstante, este detalle no ensucia para nada, una de las obras, en las que, para un servidor Taniguchi, más se ha lucido en su carrera a la hora de dibujar flora y fauna.
Jiro Taniguchi
Jiro Taniguchi nació el 14 de agosto de 1947 en la prefectura de Tottori. Al igual que otros tantos mangakas, inició su andadura profesional como asistente, en este caso de Kyota Ishikawa. Su debut profesional llegaría en 1970 con Kareta Heya (La habitación ronca) y desde entonces, su carrera no ha hecho sino seguir una línea ascendente hasta llegar a altas cuotas, haciéndole merecedor de prestigiosos premios y reconocimientos, como el Premio Tezuka por Botchan no Jidai (La época de Botchan), o los premios del Festival Internacional de Cómics de Angloulême y del Salón del Cómic de Barcelona por Harukana machi-e (Barrio Lejano).
Jiro Taniguchi es un hombre muy volcado en la defensa de la flora y fauna, muchas de sus obras tienen como telón de fondo este mensaje, muy arraigado ya de por si en la sociedad japonesa. Muchas de sus obras evocan el respeto por la naturaleza, y la relación que debería existir en todo momento con ella, como la serie obras en las que adapta la vida del popular naturista Eduard Thomas Seton, Seton: El Naturista Viajero. Otras hablan más concretamente de la vida en la montaña, y de los retos a los que debe enfrentarse el ser humano al enfrentarse a ella, como K o La Cumbre de los Dioses. Pero tampoco podemos olvidarnos de los protagonistas de sus obras, en especial los que viven en la naturaleza, y por circunstancias del destino se ven empujados a aplicar sus conocimientos en situaciones extremas.
Blanco, la obra que reseñamos, tiene posiblemente un poco de todos estos personajes y detalles en sus páginas, pero con una gran diferencia respecto al resto, puesto que en este caso el protagonista es un animal.
Jiro Taniguchi serializó este manga entre los años 84 y 85, para posteriormente recopilarlo en tomos en 1996, año en el que aprovechó para continuarla con una secuela de otros dos tomos titulada Kami no inu Blanca II, que también tiene licenciada en nuestro país Ponent Mon. Años después , y en dos ocasiones, 1999 y 2009, tanto Blanco como su secuela fueron de nuevo reeditados, hasta alcanzar en total cuatro ediciones.
Edición
Ponent Mon ha vuelto a hacer un gran trabajo con una obra de Taniguchi, editándola de manera prácticamente idéntica a las ediciones francesa y japonesa. La edición llega en dos tomos de casi 300 páginas en sentido de lectura japonés, con encuadernación rústica con cubiertas en cartón con grandes solapas, y sin sobrecubiertas, a un precio de 16 euros el volumen. El tamaño del tomo es mayor del tankoubon típico, llegando a medir 19×13,5 cms. La calidad del papel es alta, al igual que la impresión, por encima de la media de lo que llega a nuestras librerías, pero no tanto como otras obras de la editorial. En definitiva, un tomo de buena calidad, por encima de la media, aunque un poco caro también.
Blanco es una obra diferente, no sólo dentro del catálogo de Jiro Taniguchi, sino dentro del seinen que se suele publicar en España. Es una obra tremendamente recomendada para los amantes de la naturaleza y los animales, en especial los perros. A un servidor se le hicieron difíciles de digerir ciertas escenas, e incluso en el final de la obra, costó resistirme a soltar alguna lágrima.
En cuanto al guión tenemos una especie de ‘road movie’ naturista en la que el protagonista es un perro, pero a su alrededor hay distintos personajes, con personalidades muy distintas, que se van entrecruzando en la historia al ir relacionándose con Blanco. Pero tampoco podemos dejar de comentar el dibujo, donde Taniguchi posiblemente recree uno de los mejores perros jamás vistos en un cómic, tan realista, como fantástico a la vez, capaz de hacer cosas increíbles.
En definitiva tenemos una gran obra, muy recomendada para los amantes de Taniguchi y de las obras seinen, editada a una calidad superior a la media, con tan sólo dos tomos, aunque un poco cara para la situación en la que nos encontramos.
Lo mejor: Blanco, es imposible no acabar tomando cierto cariño a este personaje, a pesar de ser un perro, su autor llega a conseguir trasladarnos cierta identificación de sus motivaciones, y decisiones a lo largo de la obra.
Lo peor: Hay pasajes de la obra un tanto más lentos, en el primer tomo sobre todo, en el inicio y presentación de los personajes. También el precio es un poco elevado.
Ficha técnica:
Título original: Blanca
Guión: Jiro Taniguchi
Dibujo: Jiro Taniguchi
Editorial japonesa: Shoudensa (85), Futabasha (96), Shogakukan (99-2009)
Editorial española: Ponent Mon
Formato: Rustica con cubiertas de cartón, 289 pág B/N
Precio: 16€
Nº de tomos en japonés: 2 tomos
Nº de tomos en castellano: 2 tomos
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