A finales del 2008 Editorial Ivrea anunció la licencia de uno de los shōjos con mayor éxito en aquel momento en el país del sol naciente y uno de los más demandados entre las chicas españolas. Al haber ganado el Premio Shogakukan de 2009 todos teníamos grandes esperanzas depositadas en este shōjo de criaturas fantásticas del folclore japonés. Además, el estilo delicado y detallista de la autora, Kanoko Sakurakouji, se apreciaba nada más ver las cubiertas de los tomos. Sin embargo, la historia repetitiva y llena de tópicos reveló que Black Bird no aportaba nada nuevo al género, pero su fallo más grave es quizás mostrar a un personaje no solamente débil, ingenua y “tontita” como muchos otros títulos, sino terriblemente llorica y pasiva, cuyo único objetivo es dar pena a todo el mundo.
La joya del Clan de los Tengus
Misao Harada es una estudiante de instituto capaz de ver demonios y por ello es despreciada y receptora de numerosos insultos. Pero un día vuelve a encontrarse con Kyo Usui, un amigo de la infancia que se ha convertido en todo un joven apuesto y no oculta su deseo de casarse con ella. Si no fuera suficiente, el muchacho no es un humano cualquiera sino el líder del clan de los Tengu, yōkais alados y con pico, dispuesto a defender a Misao de los ataques de los otros ayakashis, quienes la persiguen por su valiosa sangre, capaz de ofrecer salud y longevidad a los demonios.
Y así comienza la historia de amor entre una humana y un yōkai, en la que deberán enfrentarse no solo a los ayakashis de otros clanes, sino también al hermano de Kyo y a las diferencias provenientes del hecho de pertenecer a dos razas distintas. Razones que le darán a Misao la oportunidad de demostrar los dotes que tiene para llenar una piscina entera con sus lágrimas.
Cry me a river…
Sakurakouji probablemente se habrá inspirado en unas historias amorosas entre chicas humanas y hombres atractivos que se alimentan a base de sangre, que tan locas ponían a las chicas adolescentes a finales de la década pasada. En efecto, tenemos a una muchacha aparentemente normal por la que se pelean todos los demonios buenorros para lamerle su sangre y así ganar la guerra centenaria que los enfrenta. Solo que éstos no pertenecen a las razas comunes europeas como vampiros brillantes y hombres lobo con cachas, sino a diferentes ayakashis de la mitología nipona. Por tanto, nos libramos de los tópicos de la luz del sol, los ajos o los cazadores del Vaticano y obtenemos sorpresas potenciales basadas en los poderes de los tengus, kitsunes, inugamis y compañía. Lástima que no se explote como en otros títulos como en Nura, Señor de los yōkai o Inuyasha.
Además, hay una razón por la que todos ellos se sienten atraídos por la misma humana –por muchas vueltas que le demos, no llegamos a entender qué veían los chicos en Bella Swan cuando las había igual de guapas y dotadas con materia gris- y es su sangre. Misao es la elegida, la Senka: si un demonio bebe su sangre, su vida se prolongará, si come su carne se volverá inmortal y si se casa con ella (y el matrimonio se consuma), traerá prosperidad a su clan. Sin embargo, una profecía, llamada Senka Roku, advierte sobre las secuelas peligrosas de dicha unión. El problema es que se ha perdido la segunda parte de dicha profecía.
La historia comienza con el reencuentro entre Misao y Kyo y continúa con el ataque de los miembros de otras razas demoníacas que se quieren comer a Misao (en el sentido literal, no figurativo). Estos ataques se repiten continuadamente sin que el argumento central de la historia avance hasta pasados varios tomos. Por supuesto, Kyo siempre acude al rescate de la doncella en apuros quien no para de soltar lágrimas incluso cuando ya está a salvo.
Adicionalmente, Misao se pasa mucho tiempo filosofando sobre su relación con un demonio y siempre acaba llorando por su falta de fuerza y determinación. Pero en vez de ponerse a aprender artes marciales o exorcismo, sigue llorando. Su agonía se acentúa cuando aparece Sho, el malvado hermano de Kyo quien no soporta que su hermano le haya arrebatado el puesto de líder del clan. Este antagonista carismático resulta interesante y es uno que mantiene el poco suspense que ofrece la historia. Hasta muchos simpatizarán más con él que con su hermano menor.
Kyo en cambio, es un personaje determinado y de personalidad pervertida, aunque este último rasgo no sorprende en un shōjo de este calibre. De hecho, los tomos están llenos de escenas donde Misao se lesiona y Kyo lame partes de su cuerpo para curar sus heridas -y de paso disfrutar de la vida. Además, están continuamente hablando de tener sexo pero el momento tarda mucho en llegar y los continuos piques y encontronazos entre los dos protagonistas acaban por cansar al lector, pues parecen ir dirigidas más bien al público adolescente. En todo caso, los momentos subiditos de tono no son nada escandalosos, se tratan con gusto y no aparecen en ningún momento los genitales.
Respecto a los otros personajes, hay que decir que podrían dar más de sí. Kyo tiene un séquito de ocho guardaespaldas compuesto por cinco bishis típicos que no aportan mucho a la historia, salvo quizás Sagami, marido de la prima de Kyo, Ayame. Esta chica enfermiza y muy enamorada del soso de su marido parece mucho más simpática que Misao, al igual que Renko, la novia humana de uno de los líderes de los clanes rivales y hábil en el manejo del arco.
Capítulos especiales
A la historia no le podía faltar un toque kawaii de la mano de Taro, Jiro y Saburo, tres hermanos de seis años que forman parte de los ocho guardaespaldas de Kyo. De los tres pequeños Taro es el más activo, ya que se encarga el mismo de preparar la comida para los líderes del clan y de otras tareas domésticas. Hasta hay dos capítulos extra en el tomo #9 dedicados a este trío de hermanos, titulados Black Little Bird.
Sakurakouji incluye otros spin-offs cortos como Ángeles, Década o Hielo. Además, es una autora muy cercana a los lectores ya que ofrece frecuentemente dibujos a petición de los fans como los personajes masculinos vestidos de bomberos, médicos, mayordomos, etc. Al principio de los capítulos podemos encontrar cuadros con información sobre las características y el origen de los personajes. También aparecen unas páginas especiales en las que la propia Sakurakoji invita a otras autoras shōjo como Setona Mizuhiro, Shoko Akira o Hinako Ashihara a colaborar con la realización de fanarts.
Un estilo delicado
El punto fuerte de esta obra sin duda es el dibujo de Sakurakouji, quien sigue el estilo de mangakas shōjo consagradas. Sus personajes poseen rasgos más redondeados, tanto en las forma de la cara como los ojos, provistos de una barbilla muy estrecha, pareciendo estos muy jóvenes, especialmente las chicas. Sus cuerpos son muy delgados y atléticos. No obstante, muchos acaban teniendo rasgos muy parecidos, sobre todo los hombres.
Pero donde se muestra el verdadero talento de la autora es en la ilustración de motivos típicos del lejano Oriente. Basta con echar un vistazo a las portadas en color de los tomos, que invitan a cualquier aficionada al shōjo a hacerse con ellos: flores exóticos, kimonos suntuosos, hojas y pétalos cayendo de árboles, frutas maduras…y para poner la guinda al pastel, una parejita en actitud cariñosa hasta el tomo 8 –después a las portadas ya las adornan también otros personajes. De hecho, la autora declaró en las páginas de los tomos que le encanta dibujar a los personajes masculinos vestidos de ropa tradicional japonesa ricamente estampada, mientras que a las chicas las prefiere vestir con unos diseños más occidentales.
Sobre Kanoko Sakurakouji;
Nació el 1 de agosto en Tokio y comenzó su carrera como mangaka en 2000 al publicar Raibu ga Hanetara en la revista Bessatsu Shōjo Comic (llamada actualmente Betsucomi). Siguió creando historias de uno o dos tomos como Suzu-chan no Neko (2001), Sono Hakui wo Nuide (2002), Gokko (2003), Baby Star (2003) o Bitter – Nakechau Koi Monogatari (2003). Muchos de estos títulos consisten en historias cortas independientes.
A partir de 2004 ya se distingue su dibujo característico como en Rakuen (2004), Eikoku Kizoku Goyoutashi (2006), Ousama no Shichiya (2006) o Kiwametsuke Gakuya Ura Ouji (2006). Este último título basado en el mundo del kabuki se publicó en España de la mano de Ivrea y se titula Príncipe Oculto. Consta de dos tomos: Príncipe Oculto y Príncipe Oculto 100% Garantizado.
Fue en 2007 cuando comenzó a publicar la obra que tenemos entre manos, Black Bird, en la revista Betsucomi y con ella disfrutó del éxito proporcionado tanto por las ventas como por la crítica: en 2009 ganó el Premio Shogakukan al mejor shōjo. La historia finalizó el pasado diciembre, por lo que constará finalmente de 19 tomos recopilatorios, el último de ellos saldrá a la venta en Japón el próximo mes de julio. En nuestro país Editorial Ivrea acaba de lanzar al mercado el tomo #15.
Entre los hobbies de la autora se encuentra la lectura, el cine, las obras de teatro, hacer turismo y las compras. De hecho, el vestuario de sus personajes es muy original, por lo que se nota que sigue las tendencias de moda aparte de sentir cariño por la indumentaria nipona tradicional.
La edición española
Ivrea vuelve a traernos sus tomos bien cuidados en formato de 115 x 170 mm, tapa blanda con sobrecubierta, papel de buena calidad y gran flexibilidad. La traducción corre a cargo de Nathalia Ferreyra y el precio es de 8,00€/tomo.
La editorial declaró el año pasado su deseo de seguir apostando por Sakurakoji y «muy probablemente» veremos más obras de esta mangaka. A excepción de Suzu-chan no Neko, las obras inéditas de la autora son todas tomos únicos y eso, como es de suponer, facilita la cosa al bajar el riesgo que implica la adquisición de sus licencias y es habitual que Ivrea apueste más por traer tomos unitarios.
Conclusión
Se trata de un shōjo fantástico típico, con chico-demonio prepotente, chica tontita y llorica, séquito de bishis, y “escenitas” subiditas de tono aunque no estrictamente explícitas. Lo negativo es que estos elementos se repiten durante 19 tomos y todo gira en torno a la pareja principal, algo que se hace muy cansino. Por lo menos la autora podría haber puesto más hincapié en los poderes y relaciones con los otros yōkai o acortar la historia. Va dirigido a un público más joven, ya que a las más maduras nos parecerá a veces aburrida o incluso molesta la mezcla de humor ingenuo de colegiales y heroína totalmente pasiva.
COMPRAR BLACK BIRD |
Si uno quiere leer historias románticas yokai-humanos, sugeriría Historia Guarra de Fantasmas, que no es una obra maestra pero por lo menos resulta graciosa, tiene menos tomos y no se toma en serio a sí mismo. Y para aquellos que quieran saber más sobre el mundo de los ayakashi, es recomendable Nura, el Señor de los yōkai.
Lo mejor: el dibujo de Kanoko Sakurakoji y sus capítulos especiales. A los que todavía no hayan leído mucho shōjo les gustará.
Lo peor: historia repetitiva de larga extensión que no ofrece ninguna sorpresa y, sobre todo, la protagonista insoportable.
Ficha técnica:
Título: Black Bird
Título original: Black Bird
Guión: Kanoko Sakurakoji
Dibujo: Kanoko Sakurakoji
Editorial: Ivrea
Formato: 11,5 x 17 cm, blanco y negro, tapa blanda con sobrecubierta
Nº de tomos en Japón: 19 (serie cerrada)
Nº de tomos en España: 15 (hasta la fecha de la reseña)
Precio: 8,00 €/tomo
Facebook
Twitter
Pinterest
Instagram
YouTube
RSS