Un latecomer en la cultura otaku
En primer lugar, hay que dejar claro que la fiebre del anime y manga llegó más tarde al país centroeuropeo que a España. No se proyectaron series que lograron causar furor entre los jóvenes en los 90 como Caballeros del Zodíaco u Oliver y Benji, como máximo, se emitieron animes con bajas dosis de violencia como Kimba, el león blanco, ya que tras el cambio de régimen lo que triunfaba era la animación estadounidense.
Solo a finales de los 90 se comenzó a emitir animes como Dragon Ball o Sailor Moon por las mañanas pero el primero fue rápidamente censurado porque las autoridades lo encontraban poco apto para menores de edad y el segundo no tuvo mucho éxito. Además, el manga de Dragon Ball que había sido licenciado a principios de los 2000, resultó ser un fiasco, por lo que Hungría pasó a la lista negra de las editoriales y estudios japoneses. Lo único que se mantenía exitoso era, como no, Pokémon. Fue ya a mediados de los 2000 cuando los canales compraron los derechos de emisión de nuevas series y a finales de 2004 comenzó a operar el canal Animax fuera del horario protegido. También llegaron a las salas de cine títulos como Akira, Ghost in the Shell o Steamboy y salieron en DVD varios clásicos de Miyazaki.
Respecto a los mangas, existen unas cuatro editoriales dedicadas a la publicación que destacanla dificultad de firmar licencias con las empresas japonesas debido a que éstas exigen un mercado mayor, con mayor poder adquisitivo y editoriales con prestigio y experiencia, condiciones de las cuales no se cumple ninguna. Al principio-hablamos de mediados de los 2000 – sólo se publicaron manhwas (algunos muy buenos como Shin Angyo Onshi o Bride of the Water God), pues las editoriales coreanas eran más receptivas. Por suerte, también llegaron a editarse recientemente títulos japoneses como Naruto, Nana, Hellsing, Rurouni Kenshin o Vampire Knight.
También existe una revista especializada en el univeso otaku que se puede comprar en los quioscos, llamado Mondo, organizador principal de los eventos Mondocon.
Organización de las instalaciones
Ya a la hora de la apertura del encuentro se divisaba desde lejos la larga cola para entrar, incomodidad que se podría haber evitado comprando las entradas anticipadamente. Cada entrada valía 2500 forints (unos 8,5 euros) de los cuales 1000 (3,5 euros) eran canjeables por productos.
El evento se ubicaba en tres pabellones diferentes: en el principal se encontraba el escenario principal, en otro se localizaban los puestos de las tiendas y en el más pequeño una mesa redonda, consolas y tiendas restantes. Los tres pabellones estaban rodeados de zonas verdes, ideales para hacer picnic y fotos de los cosplayers. El público era muy joven (aproximadamente un 80-90% no alcanzaba los 20 primaveras), algo lógico debido a lo descrito en los párrafos previos.
Dos cosas merecen ser destacadas respecto a las instalaciones en comparación con la organización de los eventos madrileños:
-La iluminación y sonido eran mucho más decentes que en el Expomanga y Japan Weekend. El escenario estaba cubierto con techo y cortinas negras y había una gran cantidad de focos para iluminar el pedestal. Además, encima del escenario se ubicaba una pantalla en la que se proyectaban AMVs y fotos. El montaje del sonido era sobresaliente, no se percibía eco ya que se trataba de un recinto semicerrado.
– Las tiendas, bastante menos numerosas que en los eventos españoles. Las editoriales ofrecían descuentos y ofertas. Ya que hay pocos títulos licenciados en húngaro, también se podía adquirir manga en otros idiomas: inglés, alemán y hasta japonés.
Por otra parte, cada pabellón contraba con baño, por lo que no era necesario soportar colas interminables como en Madrid. En cambio, en los puestos de comida el servicio era bastante lento.
Programas estándares, sin invitados foráneos
Lamentablemente, es casi imposible contar con la presencia de un representante japonés o coreano de la industria del manga, anime o la música, dado el escaso interés por un país tan pequeño y cuya existencia igual ni se conocerá en el Sureste Asiático (salvo por series como Hetalia o Trinity Blood). Por tanto, había que conformarse con invitados nacionales como el Grupo de Taiko Húngaro, que dieron un concierto con sus tambores, o los representantes de la Guardia 501 de Star Wars. Un Darth Vader simpático y sin casco explicó a los asistentes cómo elaboraban los miembros de la Guardia los trajes de soldados imperiales, sith o jedi, así como su labor solidario de reunir fondos para hospitales infantiles.
Entre los concursos, había una amplia variedad. A las competiciones sobre música y animes se añadían concursos de dibujo, fanfic, dance, creación de AMVs e incluso de manejo de palillos orientales para levantar y colocar objetos como piezas de domino, chucherías o monedas. Sin embargo, el concurso estrella era el de cosplay, dividida en dos categorías: artesanía e interpretación. Varios participantes se decantaron por disfraces de series de moda como Black Butler, Fairy Tail, Fate/Stay Night y videojuegos.
Destacaría la actuación ingeniosa del grupo Inuyasha y de unas princesas Disney armadas con metralleta, lanza y tritón, quienes obtuvieron el premio del público por su originalidad. También ganó una concursante vestida de la personaje felina de Blade and Soul por su performance y un chico quien representaba la alegoría del ying y yang.
Era acertada la proyección del personaje de cada concursante en la pantalla para ayudar al público a identificarles y realizar comparaciones. Lo que sorprendió fue la composición de los concursantes por sexos: un 90% eran chicas, por lo que los varones no prestan mucha atención a los disfraces elaborados.
También hubo demostración de cómo se ponía el kimono y se proyectó la película de Sucker Punch (podría haber sido un anime o un live-action japonesa). Después se emitieron AMVs con música pegadiza que invitó al público a subirse al escenario para bailar.
Los resultados no se hacían públicos hasta el final del evento, cerca de las 8 de la tarde, por lo que muchos de los premiados se habían marchado a casa o ya se habían cambiado de atuendo. Para los resultados del cosplay, podrían haber dicho los personajes que representaban porque la mayoría del público no les recordaba sólo por el nombre y apellido del concursante
A esas horas los asistentes ya comenzaron a abandonar el recinto y caminar hacia la parada del metro, ya con la mente en el próximo Mondocon de otoño, que se celebrará el 13 de octubre.
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