Estas declaraciones me sorprendieron enormemente, pues siempre había pensado que el motivo estaba relacionado con temas de propiedad forzados por las editoriales, mas que por un asunto de ideología, o mas correctamente, de entendimiento del significado de «derechos de autor» por parte de los autores japoneses.
Ya conocía sobremanera la concepción (en mi humilde opinión) un tanto radical que los japoneses tienen de los derechos de autor, y declaraciones así no hacen más que corroborarlo.
Si bien nadie discute la propiedad del autor sobre su obra, el llevarlo a un extremo tal como considerar que «la obra sobre el soporte físico original» equivale a la «propiedad intelectual del autor sobre dicha obra», me parece una posición incluso hasta irracional y alienada.
Desde mi punto de vista, la «propiedad intelectual» del autor, es decir, su obra en ultima instancia, no es sino el contenido de dicha obra (el dibujo, guión etc de un manga, para que nos entendamos), y la lamina original no es sino un soporte físico cualquiera para plasmarlo (pero con valor comercial añadido por su unicidad), como pueda serlo un archivo de Open Canvas, o el producto final para comercialización: el tomo manga o la publicación en una revista.
Probablemente más de uno pensará «vaya chorrada, sólo son los originales», sin embargo, meditándolo detenidamente, se puede observar que esta postura no afectaría solo a la venta de material original, sino que también explicaría indirectamente por qué, por ejemplo, se le ponen tantas trabas al manga y anime para ser licenciado en el extranjero, o por qué algunos grandes juegos que podrían gozar de éxito meramente por el factor nostálgico y su gran poder de marketing indirecto, nunca llegan a nuestras fronteras: Un control excesivo del autor sobre su propiedad, que si bien es indiscutible, pues en última instancia es él y nadie más, el propietario de su obra, lleva a pensar si no causa más perjuicio que beneficio.
Una protección tan fuerte, a capa y espada, en ocasiones lleva a impedir que una determinada obra se de a conocer al gran público o se exporte al extranjero aunque exista una base de fans establecida, por bloqueos, restricciones o simplemente manías de uno u otro responsable con cierta potestad sobre el conjunto de la obra.
¿Nunca nadie ha leído en los créditos de un anime «Comité ****»? Pues deberíais saber que esas suelen ser las obras más difíciles de licenciar, simplemente porque son los propios propietarios los que no dejan de poner trabas a la edición, y cuando a uno de los miembros del comité le gusta, a otro no, y finalmente nadie se pone de acuerdo.
¿No creéis que una concepción más relajada sobre la propiedad intelectual facilitaría sobre manera la distribución y el marketing indirecto de las obras y, en última instancia, beneficiaría al autor? Los derechos de propiedad intelectual originalmente se crearon para eso, para proteger al creador de una obra. Pero parece que en los últimos tiempos lo que están logrando es todo lo contrario.
¿Que opináis vosotros al respecto? ¿Os parece correcto el punto de vista japonés de control total sobre sus originales y sobre su obra, o consideráis que deberían ser más flexibles?
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