Actualmente, el mundo del manga ha evolucionado mucho. Ya sea por la apertura del propio mercado o las inquietudes de los propios mangakas, cada vez más encontramos obras que se salen de lo común y que apuestan por una visión diferente. Los dos próximos invitados al XXIV Salón del manga de Barcelona son dos claros ejemplos de ellos: Nagabe y Paru Itagaki.
Ambos autores llevan apenas unos años en la industria del manga. Nagabe debutó en 2013 con Buchou wa Onee, licenciado en España por ECC Ediciones y traducido como El jefe es una Onee. Aunque antes ya se había dado a conocer en nuestro país por Totsukuni no Shoujo, traducida como La pequeña forastera: Siúil, a Rún, su obras más larga con seis tomos y también la más conocida. Aprovechando la popularidad del autor, la editorial española también ha publicado Nivawa y Saitô.
Por su parte, Paru Itagaki debutó en 2016 con Beastars, obra aclamada por el público y la crítica como demuestran los premios como el Kodansha Award o el Manga Taisho. Actualmente cuenta con 10 tomos recopilatorios, de los cuales Milky Way Ediciones ha publicado en España los tres primeros volúmenes.
Sin embargo, a pesar de obvias diferencias estilísticas y temáticas, debajo de todo ese pelaje y afilados dientes, se esconde una mirada crítica hacia la sociedad. Porque tanto en las obras de Paru Itagaki como de Nagabe salen a relucir las virtudes y las miserias del ser humano.
Lo que el pelaje esconde
Beastars comienza con un brutal asesinato que sacude la Escuela Cherryton donde transcurre la historia. La alpaca Tem es brutalmente asesinada por un carnívoro y todas las miradas apuntan hacia la misma persona: Legoshi, un misterioso y solitario lobo gris. Sin embargo, este pobre estudiante taciturno es incapaz de hacer daño a un insecto. Es más, hasta juega con ellos.
En su obra, Paru Itagaki presenta una especie de utopía de animal donde todos los animales, carnívoros y herbívoros, conviven juntos en paz y armonía. Pero con el asesinato de Tem sale a relucir el lado oculto de todos aquellos estudiantes. No importa el buen corazón de Legoshi, sino que la gente teme sus afilados dientes y garras. De esta manera, la autora representa uno de los miedos más inherentes al ser humano: el miedo al diferente.
Un miedo que también se puede encontrar en La pequeña forastera. Los wendigos que habitan en el país exterior son perseguidos y discriminados por su apariencia física y oscura. Sin embargo, el doctor que cuida a la solitaria Shiva representa una auténtica figura paterna que cuida de la pequeña en un mundo totalmente oscuro y hostil. Aunque son los verdaderos humanos los que representan una auténtica amenaza.
Es más, son los humanos los que no muestran su verdadera cara. A lo largo de La pequeña forastera nunca se llegan a ver del todo, siempre entre sombras, recortados por las viñetas, etc. Por el contrario las figuras de los “monstruos” se nos muestran enteros y, sin embargo, son las verdaderas víctimas de este relato de fantasía, casi onírico, de Nagabe.
Aunque Paru Itagaki va un paso más allá con el propio concepto “Beastar”, un título otorgado a todos aquellos animales que son vistos como líderes de la sociedad. Para ello, deben de luchar contra su propia naturaleza animal. No solo Legoshi contra su instinto más primario como lobo, sino también Rouis que rechaza ser un animal frágil como podría parecer un ciervo y convirtiéndose en el vigoroso protagonista de la obra de teatro que preparan los alumnos. En general, todos los animales de la Escuela Cherryton tratan de demostrar que son algo más de lo que representan sus pelajes en una sociedad tan exigente como en la que viven. De ahí que Beastars se haya convertido en una auténtica metáfora de la sociedad actual.
Superando miedos
Falnail es el jefe de una importante empresa con proyección internacional. Todos sus compañeros lo admiran por su eficiencia y seriedad. Sin embargo, lo que ninguno sabe es que lleva una doble vida. Mientras por el día es un respetado hombre de negocios, por la noche es una onee, cuyo equivalente en español sería un travesti. Por otro lado, se encuentra Saitô un «nini» de treinta años asocial sin trabajo y sin futuro.
Ambos son los protagonistas de Mi jefe es una onee y Nivawa y Saitô, respectivamente, dos obras con un tono y estilo bastante diferente a La pequeña forastera. Sin embargo, a pesar de las diferencias, en ambos Nagabe vuelve a echar una mirada crítica sobre una sociedad exigente y frenética, y donde uno tiene miedo a expresarse libremente.
El protagonista de Mi jefe es una onee esconde con mucho recelo e, incluso miedo, su verdadera naturaleza. Teme que descubran que es una onee por miedo a perder su trabajo y el respeto de sus compañeros. Y todo a pesar de que ser una onee es esa parte que evita que sucumba a la vorágine laboral de la sociedad actual. Por suerte, todo cambia cuando se ve inmerso en un de triángulo amoroso y que le ayudará a abrir los ojos.
En cambio, la situación de Saitô es ligeramente peor. Sin futuro y prácticamente considerado un paria social por la sociedad. Sin embargo, la llegada a su vida de Nivawa le ayudará a afrontar sus miedos y a remontar su situación actual. Gracias a la ayuda del pequeño ser acuático un hálito de esperanza entrenará en la vida del joven treintañero que, al igual que en el caso de Falnail, no volverá a ser igual.
A través de la deformación de la realidad, Paru Itagaki y Nagabe presentan historias en la que ahondan en la verdadera naturaleza humana. Seres llenos de miedos, imperfectos, a los que la sociedad no les deja mostrar su verdadera cara. Aunque en ambas visiones de esta jauría humana en la que vivimos, hay un pequeño rayo de esperanza y que alcanzarlo o no depende solo de uno mismo. Solo así podremos ser realmente auténticos como Falnail, Legoshi o Rouis…
En definitiva, dos autores interesantes con historias y estilos que aportan un aire fresco al mercado del manga, y que no os podréis perder en el próximo XXIV Salón del manga de Barcelona.
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