El pasado 21 de noviembre de 2016 finalizó en la revista Shonen Jump el manga de Toriko, obra escrita y dibujada por Mitsutoshi Shimabukuro. La serie se publicó entre el número #25 del año 2008, publicado el 19 de mayo de 2008, y el número #51 del año 2016 de la icónica revista de temática shônen de la editorial Shueisha.
Toriko narra la historia de Toriko, valga la redundancia, un cazador gourmet especializado en proveer de ingredientes y animales de difícil captura a quien lo contrate, y de Komatsu, el jefe de cocina de un hotel que depende de la IGO (International Gourmet Organization), ambos formarán un equipo único, al que se unirán muchos más personajes, que les llevará a recorrer los rincones más inhóspitos de la Tierra en busca de ingredientes imposibles.
Bajo esta premisa la serie llegó en 2008 a la publicación de Shueisha, en un año que se puede considerar todo un éxito para la editorial. Aquel año se estrenó Psyren, obra que se publicó entre 2008 y 2010, Nura, el señor de los Yokai, que se publicó entre 2008 y 2013, se editó la primera obra de Naoshi Komi, autor de Nisekoi, se estrenó la aclamada Bakuman y, como no, se estrenó Toriko; una nueva obra shônen llamada a ocupar el sitio que ostentaba de manera férrea obras de largo recorrido como One Piece, Naruto o Bleach.
Desde un primer momento la editorial promocionó de forma muy agresiva la serie, desembocando en un gran éxito entre el público japonés. Y es que la serie parecía contener los ingredientes del éxito de cualquier shônen: un personaje interesado solo en pelear, valores relacionados con el esfuerzo y la amistad, aumentos de poder desproporcionados, enemigos cada vez más fuertes, fases de entrenamiento y, en concreto, el tema culinario, algo que parece que en Japón siempre agrada.
Su rápido éxito derivó en portadas de la revista y páginas a color cada pocas semanas, algo que no ocurría desde hacía años con las series más jóvenes de la revista, llegando incluso a publicarse el primer y segundo tomo de forma conjunta, debido al éxito de la serie en la publicación semanal.
Los editores de la Shônen Jump supieron ver el potencial de la serie, y casi desde el primero momento quisieron convertirla en el nuevo One Piece, pues podría agradar tanto a los nuevos lectores como a los lectores de siempre. Y es que aprovechando la amistad de ambos autores se hicieron infinidad de colaboraciones en la revista con el objetivo claro de contar con un nuevo relevo en el futuro. Sin embargo, creo que ese mismo hecho ha ido haciendo mella en la serie, haciéndola vivir a la sombra de un fenómeno que solo se produce una vez cada unas pocas décadas.
La verdad, cuando se estrenó Toriko, y después de ver el capítulo piloto de la serie publicado en 2007, lo primero que pensé fue: ¿Cómo puede ser que esta historia tan anticuada en su forma y planteamiento esté teniendo tanto éxito? Y es que Toriko se presenta con un planteamiento clásico propio de los 80 y 90 del siglo pasado tanto en su apartado gráfico, con unas musculaturas marcadas y exageradas, como en su apartado narrativo, distintas sagas conectadas entre sí por un nexo mínimo que permiten desarrollar al héroe, que rebosa testosterona, de forma exponencial al enfrentarse a enemigos cada vez más fuertes.
Todos estos factores pueden echar para atrás a cualquier lector que no haya vivido esa época. Pues el lector actualmente está acostumbrado a un estilo de dibujo más preciosista, una distribución de viñetas mucho más innovadora y a una narración más orgánica y compleja. Ya no vale solo pegarse puñetazos con el enemigo de turno, sino que debe existir un trasfondo que vaya más allá de querer defender a tus amigos hasta la muerte.
En ese sentido, Mitsutoshi Shimabukuro se ha dejado llevar por la inercia del éxito durante sus primeros años de publicación y de las ventas derivadas de la serie animada, olvidándose por completo en algunos momentos de la serie del objetivo inicial de Toriko, completar su menú personal, y del empleo de algunos giros argumentales que vayan más allá del aumento de poder tipo Deus ex Machina de turno.
El autor ha empleado muchos capítulos en sagas de entrenamiento o en sagas excesivamente largas como la del Cooking Festival, a la que dedica 54 capítulos, o toda la parte del Mundo Gourmet, que aun con distintas sagas abarca del capítulo 264 hasta el 392. Algo que leyendo en formato tomo tal vez no se aprecie desde nuestro punto de vista, pero para el lector japonés, que lo lee semanalmente y que dispone de un amplio catálogo que leer, puede hacer que se aburra de la serie y la abandone. Esto es algo que le acaba pasando a muchas series, como Bleach, con su arco de Hueco Mundo, Naruto, con su arco de la guerra, o Tutor Hitman Reborn con su arco del futuro, al que dedica 12 tomos.
No obstante, dejando de lado ese análisis de las posibles causas que han llevado al descalabro de la serie he de decir que como lector la serie me ha entretenido e interesado, queriendo conocer su mundo, sus personajes y cómo iba a acabar esa pelea que parecía perdida, pues al final un manga shônen tiene que hacer eso: entretener. A veces hay que dejarse llevar por la sencillez y la facilidad de lectura de esta serie, obviando su estilo gráfico, que mejora con los tomos, y sus situaciones irreales.
Sea como sea, aunque la editorial haya cancelado la serie tras ocho años de publicación, se puede decir que el manga creado por Mitsutoshi Shimabukuro ha sido un éxito. Toriko se marcha con 43 tomos, más de veintidós millones de tomos vendidos, un manga spin-off, una serie de animación de 147 capítulos, varios especiales y películas animadas, así como una nominación a los manga Taisho. Es igual que no haya sustituido a One Piece, al final lo importante es el tiempo que hemos pasado disfrutando de la serie y que, al menos, hemos podido conocer su final antes de que la serie se volviera todavía más un sinsentido.
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