Primero voy a tratar de resumir la evolución de este proceso, no sólo de traducción, sino, en ocasiones, de adaptación de todo tipo de contenidos llegados desde Japón. Como muchos sabréis, a principios de los noventa, en España, las nuevas cadenas privadas revolucionaron la programación televisiva. Como todos los comienzos fue un proceso torpe. La audiencia empezaba a conocer un género nuevo y era complicado que nadie invirtiera mucho dinero en algo que parecía arriesgado.
Además el anime no llegaba de manera directa. Pasaba primero por países como Francia o Italia con el consecuente perjuicio para la traducción, que se hacía de manera indirecta, y con la censura del país intermediario a la que había que sumar la nuestra. Esto llevó a diálogos confusos derivados de errores en la traducción, o a capítulos censurados cuya duración se podía reducir a la mitad. Así, un capítulo de Kimagure Orange Road, conocido aquí como Johnny y sus Amigos, se titulaba Una extraña Copia por un error de traducción del italiano Una Stranna Coppia (Una Extraña Pareja). También se tomó una política de occidentalización de los nombres, e incluso de algunas situaciones. Kyosuke Kasuga pasó a llamarse Johnny Romero y Tsubasa Ozora fue rebautizado como Oliver Atom. Dash Kappei, conocido aquí como Chicho Terremoto, tenía lugar en España y poco importaba que los rótulos aparecieran en japonés. Todo esto fue duramente criticado pero, ¿realmente fue tan negativo?
Pensad por un momento que todo lo que tenemos ahora es el final de un proceso. Lo que hemos tenido en el pasado, malo o bueno, nos ha llevado hasta aquí. Por supuesto que la censura es algo negativo, no sólo en el manga o el anime. Cualquier medio de expresión debe ser libre, pero pensad por un momento en qué hubiera pasado si esta cultura hubiese llegado en crudo a nuestras vidas. Imaginaos que Captain Tsubasa hubiera llegado con todos los nombres en japonés, y que las celebraciones y costumbres japonesas hubieran sido expuestas sin ningún tipo de explicación. ¿Habríamos reaccionado igual? ¿Estaba nuestra sociedad, recordemos, hace más de 20 años, preparada para lo que hoy vemos como totalmente normal?
La influencia de las televisiones italianas se considera a día de hoy muy negativa, pero no debemos olvidar que fueron ellas las que se propusieron traer anime a Europa. A raíz de eso creció nuestro interés por lo que hoy nos lleva a visitar Ramen Para Dos con frecuencia. Hoy las distribuidoras españolas pueden traer series directamente desde Japón, sin intermediarios, y la barrera cultural ya no es tan relevante. Pedimos que se cuiden los detalles, y que tanto el doblaje como los subtítulos sean de calidad. Las posibilidades que nos ofrecen tanto los formatos DVD como BD nos permiten disfrutar de series, OVAs y películas en varios idiomas, y valoramos positivamente los extras que incluyan dichas ediciones. Se procura la mayor fidelidad posible a los diálogos originales, aunque no podemos olvidar que, en realidad, no se traducen lenguajes, sino culturas, y es imposible ser siempre literal.
Lo que tenemos ahora forma parte de un proceso natural. Se han tomado decisiones que podemos considerar cuestionables, pero también se ha aprendido a base de ensayo y error. El manga ha sufrido un proceso que también ha tenido sus luces y sus sombras, pero eso creo que lo vamos a dejar para otro artículo.
Nos leemos en Twitter: @santirobles
Este texto refleja únicamente la opinión del autor, y no necesariamente la de Ramen Para Dos, o de sus integrantes.
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