Tras varios años de publicación, El Caballero Vampiro ha finalizado en España con el reciente lanzamiento del tomo #19 por parte de Panini Manga. Muchos/as de sus seguidores/as habrán tenido sentimientos encontrados al pasar la última hoja de este volúmen: añoranza, tristeza, desilusión y/o ira. Ahora, es el momento en el que nosotros, los lectores, podremos expresar abiertamente nuestros sentimientos acerca del punto y final de este shôjo que logró colocarse entre los más exitosos de los últimos años.
Nota: No vale ser Yûki y jugar a dos bandas, por muy tentador que sea… ¡Cuidado, Spoilers!
Didi opina…
Empecé a leer El Caballero Vampiro movida por la curiosidad que me despertaba. No era ajena al gran éxito que estaba cosechando este manga fuera de nuestras fronteras, y porqué no decirlo, “hincarle el diente” a un nuevo shôjo ambientado en un mundo lleno de vampiros (tan de moda entonces con la saga de Crepúsculo en pleno auge) era muy tentador.
El primer tomo me encantó, el ambiente de instituto mezclado con todos esos guapos vampiros me pareció todo un acierto. Un nuevo impulso a una género que no pasaba por sus mejores momentos y que había visto muy disminuidas sus publicaciones al respecto. Pero si algo demostraba El Caballero Vampiro es que estos monstruos con aspecto humano nunca pasan de moda.
Yûki, la protagonista se ve de la noche a la mañana siendo responsable de un nutrido grupo de vampiros (todos ellos muy bien peinados, por supuesto) junto a Zero, su hermano adoptivo. Por otro lado tenemos a la tercera punta de nuestro triángulo amoroso, Kaname, un vampiro guapo y estirado que además salvó la vida de Yûki cuando esta era una niña, por lo que le tiene un cariño muy especial.
Pero, ¡oh, sorpresa!, de repente descubrimos que Zero también es un vampiro. El cazador cazado se abalanza sobre Yûki para chuparle la sangre, ¡pero qué emocionante qué está esto!. Kaname se enfada, Yûki hace lo que mejor se le da… nada y mientras Zero sufre por su naturaleza, tan contraria a sus ideales.
Y así, entre idas y venidas, tensión sexual, narración a cada paso más caótica, asesinatos y complots de los que no parece enterarse ni la misma autora transcurre El Caballero Vampiro.
Un shôjo potente e influyente que se desinfla a medida que avanza el argumento, hasta transformarse en algo inconexo, que confunde al lector constantemente y cuyos protagonistas pierden todo el encanto que poseían al inicio para transformarse en peleles a disposición de un argumento a cada paso menos creíble.
Una lástima, en mi opinión.
Annie opina…
El Caballero Vampiro fue uno de los primeros manga shôjo que comencé a seguir y uno de los culpables que me llevó a leer más y más manga. A día de hoy y solo por esto, siempre ocupará un lugar especial en mi corazón. No obstante, eso no quita que el desenlace de la más longeva obra de Matsuri Hino haya sido, en mi opinión, un tanto desastroso.
En un principio, sabemos que la mangaka había pensado la obra para cuatro tomos y que finalmente, dada la buena acogida de este romance de vampiros, decidió alargarla un poco más. Como adicta a los vampiros sexys, lo primero que pensé fue: “¡Genial! No quiero que se acabe.” Sin embargo, la historia cambia paulatinamente, volviéndose algo complicada y convirtiéndose en algo más que un shôjo de instituto.
Efectivamente, esto no debería verse como algo negativo, pues esa es una de las razones que convierten a El Caballero Vampiro en un shôjo que destaca por encima de muchos otros dentro del mercado actual. Pero… ¿y nosotras? El encanto de los 5-6 primeros tomos con una “tierna” relación entre Zero y Yuuki, pronto se ve truncado para dar más protagonismo a Kaname y multiplicar mi odio hacia Yuuki.
Yuuki era una heroína ideal que les ponía los puntos sobre las ies a los dos buenorros protagonistas, impulsiva e incluso con algo de gracia, pero desde que se convierte en vampira pierde todo el carisma que tenía antes. Asistimos a la pérdida de la “dulce Yuuki” para convertirse en un personaje caprichoso, odiable y soso. Que si «Kaname» por aquí, “Kaname hermano” por allá, que si «te amo», «te pertenezco…» y Zero ¿qué?
A pesar de todo, mi esperanza de que el personaje que me tenía enamorada volviese a tener mayor protagonismo con la heroína no decaía. Lamentablemente, este manga se acaba convirtiendo en un juego de marionetas en el que los lectores somos manejados cruelmente. Para satisfacer ambos bandos, Team Zero y Team Kaname, Hino nos muestra a una Yûki interesada en Zero y Kaname, según le conviene. Pero claro, es que “su corazón está dividido en dos”.
Y cómo no, al final se relaciona sentimentalmente con ambos y tiene un hijo de cada uno ¿Por qué? ¿Era necesario convertir a Zero en el tío Jacob? Es decir, Yuuki no es nada tonta, su decisión resulta en un: “me quedo con Zero, porque murió Kaname…” o no, mejor aún, “me quedo con Zero porque murió Kaname y este me pidió que estuviera con él… Además, así no paso tanto años sola, mientras espero a que pueda dar mi vida por Kaname” ¿En serio?
Sí, en serio. Denigrante, de mal gusto, carente de sustancia y extremadamente triste son algunos calificativos que mejor definen este final. Dado que mi comentario deja ver a leguas que soy del Team Zero, quiero aclarar que a mí también me gustaba Kaname. Pero me gustaba el del principio, cuando lo rodeaba ese aire misterioso que parecía esconder algo mucho más perverso. Poco a poco el personaje fue convirtiéndose en un mártir y perdió parte de su encanto.
En resumen, si quería darle a la historia un final más o menos trágico (como la propia autora había comentado, si no mal recuerdo) pudo haberlo hecho de otras maneras. No así. Dos protagonistas masculinos que daban mucho de sí y nos tenían enamoradas, pero que, de una manera u otra, acabaron siendo unos pringadillos. Y para mi desgracia, Zero el que más: manejado por Kaname, el segundo plato de Yuuki, pasan los años, muere y casi ni te enteras. Pero claro, es que El Caballero Vampiro es Kaname… En fin, supongo que los finales de las buenas series están destinados a ser polémicos. Evidentemente, nunca llueve a gusto de todos.
Serra opina…
Hasta que leí El caballero vampiro, el shôjo no era un género que me llamara mucho la atención. Tenía en mente la idea preconcebida que muchos tienen sobre el género: historia empalagosas en las que una chica se decide entre dos maromos. Vamos, un tipo de historias que ni por asomo veía que me fueran a gustar.
Sin embargo, me recomendaron la historia de Matsuri Hino. Coincidió que por aquella etapa tenía lugar el boom de los vampiros, o al menos su resurrección, y uno no puede escapar ante este tipo de historias con una temática oscura, estética gótica e inundada siempre de terror y mucha sangre, a excepción de Crepúsculo. Aquellos fueron los argumentos que me animaron a comenzar el manga y, al principio por lo menos, no me defraudó.
Lo que más me llamo la atención fue Yûki, un personaje al más puro estilo de la heroína de los clásicos shôjo: carismática, valiente, impulsiva… Además, la atmósfera tenebrosa que rodeaba al aula nocturna también tenía su atractivo. Si a esto le añadimos un par de hombres, uno racional y en apariencia manipulador como Kaname, y uno más pasional y trágico como Zero, tenemos todos los argumentos para una buena historia.
Pero con el paso de los capítulos, esa heroína con tanta personalidad, se transformo en un maniquí, sin carisma y perdida entre pensamientos que no llevaban a ninguna parte. No obstante, la autora compensó esta carencia con Kaname y a quien dedicó su mayor empeño en hacer ver que era bueno y el mejor candidato para Yûki, a través de situaciones y descubrimientos a cual más surrealista. Mientras tanto, Zero quedó apartado, reducido al mayor de los patetismos, a merced de las decisiones de Kaname «su enemigo» y de las muestras de «falso cariño» de la protagonista que se quedaban en nada. Lo que temía que fuera en un principio se hizo realidad: El Caballero Vampiro se convirtió en una telenovela y de las malas.
No obstante, lo mejor llegó con el final. Cuando todo hacía pensar que Kaname era el vencedor de la batalla por el amor de Yûki, al final Matsuri Hino decide que la protagonista se quede con los dos, para regocijo de los fans de Zero y Kaname pensaría la autora. Pero en verdad se trató de la última decisión cobarde y sin sentido de una autora que intentó liar la madeja más de la cuenta para mantener en vilo a las fans tras tantos capítulos. Si bien perdió la historia y sus personajes, salvo Kaname, salió ganando la editorial y la autora.
Y nadie duda a día de hoy que la jugada les salió redonda pues El Caballero Vampiro se convirtió en uno de los shôjo de más éxito, tanto en Japón como fuera de sus fronteras, creando una amplia comunidad de fans en todo el mundo. Ahora bien, ¿estará en la lista de los mejores shôjo? Personalmente, lo dudo mucho.
Rai opina…
El Caballero Vampiro es una obra indispensable para los fans del género vampírico. El éxito que ya tenía en Japón y el propio argumento de la obra son alicientes suficientes para que formen parte de cualquier estantería. Aunque el último tomo casi que es innecesario incluirlo.
Los primeros tomos auguraban una obra de gran éxito en cualquier parte del mundo. Es un buen shôjo y en general, una manera de impulsar el género vampírico sin acudir a los simples tópicos de toda historia. La obra tiene de todo; Yûki quizás es la que más sobra aunque sea una de las protagonistas (termina siendo un personaje odioso y no porque desease ser ella, sino de lo aprovechada que se vuelve y lo inútil que resulta hasta el último momento…).
Así tenemos también el principal triángulo amoroso con los otros dos protagonistas: Kaname y Zero. Un vampiro guapo, preocupado por su hermana pequeña y Zero, un “vampiro” que sufre y que se convierte en un personaje entrañable. Aunque parece que se queda con las sobras…
No hace falta decir nada más sobre el argumento que todos aquí conocemos. El problema de toda la historia es rotundamente su final. Ha chafado una obra a la que decir “chapó” para dejar un final en el que “todos quedamos contentos”. No debería haber sido así, porque al final ha dejado que los personajes sean unos conformistas y al mismo tiempo, todo ha sido un mundo feliz.
El Caballero Vampiro es “el quiero pero no puedo”, una obra que podría ser el Entrevista con el Vampiro de Anne Rice pero en el manga. Con el avance de la historia llegamos a un caos absoluto en el que esta lectora, al menos, deja de sentirse parte del mundo creado por Matsuri Hino y decepcionada, incluso enfadada, con el último capítulo…
Y vosotros, ¿qué opináis? ¿os ha gustado el final de este manga?
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