Los protagonistas pertenecían al rango más humilde de todos, el de los Caballeros de Bronce. Seiya, Hyoga, Shiryu, Shun e Ikki, consiguieron lanzar el mensaje de que con trabajo, corazón y casta podían enfrentarse a cualquier enemigo sin temer a la derrota. El deber de proteger al mundo del mal era prioritario por encima de cualquier cosa y no solo por decreto como Caballeros, sino como firme convicción de jóvenes puros y valerosos que se encomendaban al excelso valor de la amistad y el amor por su venerada diosa Atenea, protectora de la Tierra y la Humanidad.
Los Caballeros de Plata, siguientes en el escalón, vieron su mayor protagonismo depositado en dos féminas de mucho carácter: Marin, maestra del propio Seiya, y Shaina, que aparece en la serie con crueles intenciones pero cambiando de parecer tras su enfrentamiento al Caballero de Pegaso. Su presencia en la serie demuestra la virtud de las mujeres en la guerra, que pese a ser minoría, no se quedan atrás en importantes momentos luchando contra poderosos enemigos. Sin tener la oportunidad de equilibrar la balanza entre hombres y mujeres, sí al menos se cayó en la cuenta de presentar guerreras capaces de encarar batalla y gozando por ello de una meritoria popularidad.
El título adaptado de Los Caballeros del Zodíaco no era un mero capricho, sino el homenaje al siguiente y más esperado eslabón de la cadena. Los 12 Caballeros de Oro, protegidos por las constelaciones del propio Zodíaco, eran la cúspide de la pirámide entre los Caballeros de Atenea. Un grupo de élite formado por los 12 guerreros más poderosos entrenados en el Santuario entre los que cada cual tenía su propio punto de vista de la guerra, una filosofía y una forma de vida completamente distinta a su compañero. Un Caballero tranquilo y pacifista como Mu, el loco sanguinario de Máscara de Muerte, Shura el autodenominado Caballero más devoto a Atenea, la doble identidad del Caballero de Géminis tan acorde a su signo… Todos ellos brindaron grandes momentos en una de las sagas jamás recordadas en un anime, y es que, ¿quién no se acuerda de la batalla de las 12 Casas? La contrarreloj por salvar a Atenea, labor encomendada a los jóvenes de Bronce que deberían someterse a las diferentes pruebas y enfrentamientos dispuestos por los Caballeros de Oro.
Capítulos recordados tanto por la epicidad de sus combates como por la multitud de controversia en la historia, especialmente la enfocada en la figura del Patriarca, quedando confusa y equivocada a ojos de todos los espectadores.
Después llegó la batalla de la tierra gélida de Asgard liderada por una hechizada Hilda que pese a no ser guerrera, su posición como sacerdotisa de Odin le permitió poner en apuros al heroico grupo protagonista. Una saga que nos ofrecía una alternativa a la constante mitología griega mostrada en Saint Seiya, siendo esta vez enfocada a las divinidades nórdicas personificadas en los Caballeros de Asgard, entre los que se podía ver a Thor armado de su poderoso martillo.
Por último, desde las tierras heladas nos trasladaron directamente al mismísimo fondo del mar donde aguardaba un dios Poseidón sumergido en la amargura y la sed de poder, el de querer gobernar al mundo entero bajo el dominio de sus mares ya que esa era su idea de purificación de la Humanidad. Respaldado por sus 7 Generales Marinos y su leal guerrera Tetis, consiguió poner de nuevo en jaque a los Caballeros de Bronce, dispuestos a rescatar a su diosa que en esos momentos se estaba sacrificando en pos de salvar a los humanos.
La fórmula continuaba siendo la misma, combate tras combate, historia tras historia, pero en un mundo marino que nos envolvía con su encanto y majestuosidad ayudado también por una banda sonora perfectamente acorde a la localización de los combates.
Y es que, si algo es altamente destacable entre tantas peleas, es el acompañamiento musical del que goza la serie en todo momento. Un amplio abanico de temas para cada ocasión y de los que muchos hemos tarareado durante años, y estremecido al escucharlos.
Fondos épicos en la batalla de las 12 Casas, atronadoras orquestas en la helada Asgard, mediterráneos y elegantes acordes bajo el mar de Poseidón. Una banda sonora inolvidable e indispensable que resonará por siempre en los agradecidos oídos de los fans, casi tanto como ese tema que nos llegó de casualidad como adaptación de la televisión francesa y que muy acertadamente se tradujo en nuestro país. Si alguien comienza a escuchar “Los Guardianes del Universo…”, ¿quién no sabría continuarla? Esa canción cuyo videoclip nos desvelaba imágenes que en su mayoría no veíamos en la serie, y nos hacía preguntarnos cuándo llegaría ese momento. Una canción que hizo historia, que se convirtió en un himno para todos.
Como toda serie que llega a España, no se libró de repeticiones, aunque eso no evitó el vacío que se sufrió durante unos años respecto a noticias de nuestros Caballeros. Salvo las películas y las OVAs que muchos disfrutamos gracias a los videoclubs, se tardó en poder volver a verles en pantalla y esta vez ya no como serie en abierto. Eran ya tiempos de vacas flacas para la animación japonesa en abierto por un canal de televisión, y la saga de Hades llegó en formato DVD. La secuela conservaba buena parte del espíritu de antaño, con una animación renovada y nuevos personajes que añadir a la trama, pero ya no era lo mismo que aquellas tardes de llegar a casa y sentarte frente a la tele para ver Los Caballeros del Zodíaco mientras devorabas un sandwich de Nocilla. Pese a aparcar lo sentimental, pudimos reencontrarnos con nuestros queridos personajes en una primera parte de esta nueva saga, pero poco duró debido a la gran decepción sufrida por los fans respecto al bajón que dio la serie posteriormente, en Hades Infierno y los esperados Campos Elíseos.
Afortunadamente, tal bajón vino seguido por una inesperada noticia: Saint Seiya continuaría con dos precuelas paralelas. Una de ellas ya ha tenido la suerte de verse animada y cosechar por ello un enorme éxito y popularidad. The Lost Canvas, con la autora Shiori Teshirogi a la cabeza, está consiguiendo realzar el vuelo de un Pegaso que parecía aletargado, recuperando a los fans de la vieja escuela y reclutando a nuevas generaciones, con su estilo fresco y actual que no pierde un ápice de los sentimentalismos de la serie clásica.
Y no solo gracias a ella, pues el padre original de todo esto, Masami Kurumada, está llevando de forma paralela la precuela llamada Next Dimension que comenzó con la idea de ser una historia complementaria a la de Teshirogi, pero que finalmente ha cogido rumbo propio con la excusa de volver a dar protagonismo a sus queridos Caballeros de Bronce y por supuesto, entre ellos, Seiya.
Ya sea con mayor o menor gloria que The Lost Canvas, lo cierto es que una versión animada de Next Dimension se está haciendo de rogar, y quien sabe si no alargará la meritoria estela de todo Saint Seiya.
Aunque sin dudarlo, a cualquier fan que se le pregunte, se hagan las nuevas sagas que se hagan con nuevas tecnologías y grandes despliegues técnicos, ninguno podremos olvidar esos momentos que solo la serie clásica sabía otorgarnos y ninguna más ha sido capaz, que en su día nos alucinaba verlos y hoy en día al echar la vista atrás no podamos evitar soltar una cariñosa carcajada.
Las famosísimas puestas de armaduras con esos misteriosos cambios de ropa instantáneos. Los peinados cortos que se convertían en melena cuando un Caballero se ponía su casco. La inhumana cantidad de sangre que brotaba de sus cuerpos y los brutales encajes de golpes que recibían como si tal cosa. Los discursos sobre el amor, la amistad y la justicia que ablandaban al más despiadado de los enemigos. La sexualidad de Afrodita y el Caballero de Plata, Misty, con aquella exhuberante escena de la playa en su pelea contra Seiya. La sorprendente personalidad de Saori cuando era una niña pequeña… Son algunos de los detalles que a cualquiera nos puede resultar lo más cómico del mundo, pero que a su vez formaban parte del encanto de la serie clásica y que por ello, no cambiaríamos por nada.
Kurumada ha conseguido crear un universo único con Saint Seiya. Un universo al que sólo él puede poner límite pero del que muchos no nos cansamos por mucho que cueste innovar a estas alturas. El mero hecho de pensar en todas las armaduras que ha sido capaz de diseñar, realizando incluso esquemas explicativos de cómo se coloca cada pieza en el cuerpo del Caballero, es algo que puede fascinar a cualquiera aunque todos sepamos del estilo de dibujo poco ortodoxo de Kurumada.
No sería sin él que en estos días estaríamos de celebración por la serie que hace 20 años llegó para marcar nuestras vidas. Gracias Kurumada por crear un antes y un después, una obra maestra que perdura inmortal en nuestros corazones y en los de nuevas generaciones que están disfrutando ahora tal como otros lo hicimos en el primer momento.
Feliz Cumpleaños, Caballeros del Zodíaco. Y que tal como hemos crecido durante 20 años con vosotros, podamos envejecer juntos otros 20 más, y los que hagan falta.
Enlaces:
Especial Saint Seiya: The Lost Canvas
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