Tan sólo dos semanas después del lanzamiento de su obra, entrevistamos a una Noiry rebosante del orgullo y la felicidad propios de una madre que sostiene entre sus brazos a su primer retoño. Y no es de extrañar, pues este trabajo supone el gran debut de esta joven artista en el mundo del cómic. Orgullosa, sí, y decidida: Nos encontramos ante una de esas personas que, afortunadas, han cumplido sus sueños; o mejor dicho, los está cumpliendo, pues conserva toda su energía, frescura y ganas de trabajar y está lista para lo que le echen. Y es que a su corta edad, no duda en arremeter cualquier proyecto por complicado que sea.
E: ¿Para empezar, podrías describirte a grandes rasgos? ¿Cómo ha sido tu trayectoria como ilustradora?
N: Mmmh… Pues no sabría cómo describirme. Metro ochenta, curvas de infarto… ¡ejem! Soy muy curiosa, muy maniática y tengo por vicio fijarme en las cosas. Todo esto se refleja de algún modo en mi trabajo. De momento mi trayectoria como ilustradora es corta, me titulé hace justo tres años, por lo que sólo me ha dado tiempo a participar en algunos concursos, realizar algunos carteles, participar en alguna exposición y poco más. Lo más reseñable es el cómic.
E: Estudiaste ilustración por tu afición al dibujo ¿El hecho de dedicarte a ello ha cambiado de algún modo tu concepción sobre el dibujo como actividad?
N: La verdad es que de alguna forma se resiente. Antes dibujaba para mí misma porque me apetecía y hacía lo que me daba la gana cuando quería. Ahora entre encargos, fechas de entrega y esas cosas a veces se echa de menos esa libertad de poder dedicarte a mil historias, pasarte por el forro tus propias normas y no tener presión. De todos modos es el precio a pagar por dedicarte a tu afición, y aún así no lo cambiaría
E: Entonces, queda claro que no tienes dudas; ¿Es éste el empleo de tu vida?
N: Es mi vocación. Dios sabe si podré ganarme la vida con ello, lo más probable es que tenga que compaginar esto con otro empleo. Pero sí, mi deseo es que parte de mi vida esté construida en base al dibujo.
E: Esto me conduce a otra cuestión: ¿Cómo empezaste a interesarte en la ilustración como profesión? ¿Alguna vez te planteaste seriamente dedicarte a otro trabajo?
N: Pues diría que fue cuando mi hermana empezó a cursar el bachillerato de artes y se preparaba para entrar en el ciclo de ilustración. Aunque llevaba dibujando toda la vida, no sabía que existiesen estudios oficiales que te preparasen para ello. No recuerdo «plantearme» ser dibujante, supongo que era algo que iba a hacer de todos modos. Eso sí, cuando aún cursaba la E.S.O se me pasó por la cabeza estudiar derecho o psicología… pero fueron ideas muy peregrinas. Una se descartó porque mi sentido de la «justicia» es más bien idealista, y la psicología… ya la practico bastante por mi cuenta (risas).
E: Ataquemos a nuestro tema principal. Has dicho que empezaste en el mundo de la ilustración porque era tu gran afición. ¿Alguna vez creíste que podrías llegar a colaborar en un proyecto tan ambicioso como Underdog?
N: Bueno, no he colaborado, lo he creado, jeje. Sabía que alguna vez, en un momento difuso en el tiempo, haría algún cómic también difuso, pero no imaginé que tan pronto me iba a llegar la oportunidad de poder crear mi propio tomo, con una buena editorial respaldándome, con la libertad de hacer lo que me viniese en gana. No creo que nadie se imagine eso. Yo ya estaba preparada para aceptar proyectos con guiones ajenos y pelearme más con las editoriales. He tenido muchísima suerte.
E: Underdog es un proyecto que no has desarrollado del todo en solitario ¿Cómo ha sido tu trabajo junto a Black Velvet? ¿Te has sentido cómoda con la dinámica de trabajo del proyeco? ¿Tuviste dudas acerca de desarrollar el proyecto en equipo?
N: He aprendido mucho trabajando con ella, trabajar con otra persona te permite abordar tus ideas desde otra perspectiva, y tener a alguien con quien discutir sobre algunas escenas siempre viene bien. La verdad es que yo soy un poco nazi controladora, sobre todo en una historia tan personal para mí como es Underdog me costaba no estar constantemente encima de todo el proceso. Cuando me vi preparada para poder llevar yo misma todo el peso del proyecto me lancé a por ello. Tenía muchas ganas de probarme a mí misma de lo que era capaz.
E: Has dicho que la editorial te ha dado mucha libertad en este proyecto. ¿El lenguaje de tus personajes, exento de tapujos y eufemismos, es así por alguna razón en concreto? ¿Pensaste que sería uno de los aspectos más sujetos a algún tipo de control?
N: La única razón por la que son malhablados es por su trayectoria personal. Black Dog, el protagonista, tiene un carácter muy salvaje y directo, es lógico que se comunique de la misma forma, sobre todo si está cabreado. El resto de personajes son más comedidos, pero la mayoría caen en algún momento de tensión, ¿y quién no suelta un «coño» o un «joder» cuando está estresado?
En realidad no pensé que nada sería sometido a ningún control especial. Es un cómic para un público juvenil-adulto con muchas escenas escabrosas e hirientes. El lenguaje es lo que menos me preocupaba.
E: Es decir, que los personajes responden a las situaciones como lo haría una persona cualquiera. ¿Cuánta importancia le das a este aspecto?
N: Mucha. Quería hacer la historia lo más «realista» posible, dentro de la ficción y las licencias artísticas, para contrastar mejor la parte sobrenatural del relato. La gente debe pensar en todo momento que lo que pasa es «real», y la mejor manera de hacerlo era conservar la naturalidad de los personajes.
E: Se ha comentado, en clave de anécdota, la amplia presencia femenina en Gaijin, algo gratamente sorprendente. En ese sentido, también habéis innovado rompiendo con el tópico que acostumbra a ¨encasillar¨ a las autoras manga dentro del manga ¨para chicas¨ (shojo). Así pues, queda claro que ser mujer no implica dibujar shojo, pero, ¿Crees que eso puede aplicarse a la inversa? (es decir, que un hombre sea capaz de dibujar un shojo según los canones establecidos) ¿Te parece que el panorama del manga avanza hacia una ¨igualdad¨ en este sentido?
N: Menos mal que esta entrevista no es oral o te hubieras quedado sin aire a la mitad del enunciado (risas). A ver, creo que sí puede aplicarse, de hecho, si no me equivoco, una revista de shôjo japonesa va a publicar varios mangas hechos por hombres (entre ellos Seishi Kishimoto, el hermanísimo del autor de Naruto, obra masculina por definición). Un hombre si puede hacer una historia de amor, claro o de otras temáticas que abarca el shôjo, lo que no sé es cómo de interesado estaría en hacerlo. Las mujeres somos por lo general mucho más abiertas en nuestros gustos. Verás que hay muchísimas lectores de mangas para chicos como el antes citado Naruto, Bleach, Death Note y un larguísimo etc, pero no tantos chicos que se decidan a leer Sailor Moon, Vampire Knight o Paradise Kiss. También creo que el «shojo» dibujado por un hombre tendría un enfoque y una visión muy distinta al dibujado por una mujer. Creo que es un error clasificar las cosas para «chico» o «chica», deberían ser más flexibles. Este problema no existe (o no tan claro) en occidente, donde estamos más acostumbrados a mezclar géneros.
E: Así, ¿Te parece que el ¨sexismo¨ está mucho más alojado en los lectores que en los autores?
N: Diría que está más alojado en el lector que sólo consume manga, ya que se han acostumbrado a esta separación japonesa. Aún así, nuestra propia cultura les hace más abierto a la integración de varios géneros. En todo tipo de historietas, sea americana, europea o japonesa, habrá obras eminentemente masculinas o femeninas, pero me da la impresión que sólo entre los consumidores de manga se rechaza tanto uno u otro género sólo por recaer bajo la denominación de «shojo» o «shonen».
E: Así pues, queda claro que los géneros no son del todo extrapolables al entramado de la ¨sociedad otaku¨ española, ¿Crees que esto puede aplicarse también a los mangas de temática más adulta? (seinen) Perteneciendo Underdog a este género ¿cuál crees que es el perfil del lector de tu obra?
N: Creo que por la temática el perfil sería el de un varón de 17 años en adelante. De todos modos yo lo que he intentado es hacer una historia «universal», que pueda gustar al público masculino y femenino por igual. Creo que es más que una historia de violencia, es una reflexión sobre la que todos, independientemente de nuestro género, podemos opinar.
E: En varias ocasiones has comentado lo duro que puede llegar a ser un proyecto de la talla de un manga ¿Si te lo ofrecieran, volverías a aceptar un proyecto como el de Gaijin? ¿Te verías capacitada, por ejemplo, para convertir Underdog en una serie con múltiples tomos?
N: Si quiero ganarme la vida con esto, no hacer más cómics no es una opción. Y sí, volvería a aceptar un proyecto como Gaijin, aunque puede que nunca haya otro proyecto como éste, o al menos no tan importante para mí. Seguiré haciendo tomos hasta que me manden de vuelta para mi casa y se me caigan las manos.
Sobre continuar Underdog, está pensada como un tomo autoconclusivo, la historia podría seguir pero lo que yo quería contar está en ese tomo. Lo único que añadiría necesariamente, son historias adicionales para darle más vida a algunos personajes que quedaron un poco colgados. En mi mente la historia sigue, pero es preciso saber si es realmente necesario contar todo lo que se te viene o si es mejor dejar las cosas como están.
E: ¿Qué autores han influido más vivamente en tu estilo y concepción del mundo de la ilustración?
N: En 21 años (que recuerde) pintarrajeando, me ha dado tiempo a tener muchas influencias, pero por lo general sólo cuento tres, que fueron los que me impulsaron a buscar mi propia entidad como dibujante: Kazushi Hagiwara, autor de Bastard!!, Tetsuya Nomura, diseñador e ilustrador para las sagas Final Fantasy y Kingdom Hearts entre otros y por último Ayami Kojima, responsable de las maravillosas ilustraciones de Castlevania y decenas de novelas. Todos me han dado algo, me han enseñado un camino o mostrado diferentes recursos. Creo que su influencia es evidente, pero la gente parece que se empeña en comparar mi estilo con autores a los que o no conozco, o no me interesan. Ironías de la vida.
E: Aunque te estrenas como dibujante de cómic, llevas mucho tiempo publicando tus ilustraciones en tu propio sitio web. Habiendo experimentado la producción de un manga, ¿preferirías dedicarte a ello o te sientes más identificada con el oficio de ilustradora ¨pura¨? ¿Por qué? ¿Qué crees que te ha aportado, tanto a nivel técnico como personal, el proyecto de Underdog?
N: A mí es que me gusta hacer de todo. Dibujaré cómic e ilustración en la medida que pueda. De todos modos, con el cómic salí de un estancamiento en el que había entrado como ilustradora, en la que llegaba un momento que todo lo que hacía eran encargos privados en los que no puedes abrirte tanto como en las cosas que haces para ti misma. Con el cómic he ganado soltura y la necesidad de recrear escenas en diferentes ángulos y, muy importante, a dibujar fondos. Aún me queda mucho que practicar para que éstos estén al nivel de otros elementos, pero ha sido un cambio para bien. En lo personal, diría que me hizo crearme una rutina, levantarse a la misma hora, acostarse a la misma hora, capacidad para organizar mejor mi tiempo. Ahora mismo todo eso se me ha olvidado así que espero que vuelva cuando tenga que encarar otro cómic o lo llevo claro.
E: Como autora, ¿cómo ves el fenómeno de los scanlations, tan vivo en la red? ¿Crees que sería viable algún tipo de sistema de venta y distribución de manga puramente virtual?
N: Tema espinoso este. Los scanlations pueden hacer que una obra gane suficiente popularidad para que una editorial se anime a publicarla, o darle al público una prueba que luego puede ir a comprar a la tienda sin temor a que no le guste. El problema es cuando se consume únicamente scanlations y se dejan de comprar tomos y se empieza a considerar que no hay que pagar por un cómic, cuando los autores viven de ello. Aún con todo lo beneficioso que puede resultar a veces, hay que seguir teniendo claro que, al menos de la forma en la que se hace ahora, es ilegal y se están vulnerando los derechos de autor. Yo creo que hay que aprovechar las nuevas tecnologías y empezar a estudiar nuevos modelos de mercado. Ahora mismo es más fácil para un autor publicar una obra on-line y que llegue a un público que le puede dar un feedback inmediato y de forma personal, eso es muy gratificante. Pero también hay que mirar la rentabilidad de esto: no puedes pasar nueve meses de tu vida dibujando un tomo sin hacer nada más, hay que sacarle un beneficio, después de todo, es trabajo para ti. Hay gente más inteligente que yo que podría dar respuestas más satisfactorias a este problema.
E: La Línea Gaijin ha tenido una muy buena acogida entre el público, ¿crees que el manga nacional goza de un buen estado de salud? ¿Te parece que la Línea Gaijin pueda suponer un antes y un después en el mundo del manga español?
N: Creo que aún es pronto para decir si goza de buena salud porque en el fondo es casi un recién nacido. Aunque hace más de una década que se publica manga español, no ha sido hasta hace relativamente poco que se ha hecho en el formato con el que asociamos «manga» y aún hace menos desde que ha ganado una visibilidad prominente. Lo que sí creo es que vamos por buen camino, se está empezando a cambiar esa visión de «manga español = mierda», cada vez hay más calidad y más trabajo detrás. También creo que la Línea Gaijin ha hecho mucho por dar esa visibilidad, Glénat no es la primera editorial en publicar manga español pero sí lo ha sido en sacar una línea completa dedicada únicamente a eso, apostando firmemente por la calidad y luchando por dejar atrás prejuicios. Pienso que a la larga sí se verá a Gaijin como un antes y un después, no por ser la primera, sino por su concepto y su visibilidad.
E: No resulta sorprendente encontrar individuos obcecados en criticar el manga sistemáticamente. También hay cierto porcentaje de la ¨sociedad otaku¨ que, como has dicho, es propensa a relacionar el manga español con un producto de baja calidad ¿Como autora y aficionada al manga, podrías dedicar unas palabras a los defensores de estas posturas?
N: Que es muy triste que a estas de la vida tengamos que pegarnos como niños chicos por prejuicios. Creo que a las historietas (llámalas cómic, band-desinée, manga o tebeo) hay que juzgarlas por sí mismas y no por la etiqueta comercial por la cual estén asignadas. Entiendo que pueda no gustar un género o algún tipo de historias, pero discriminar por sistema a algo por su país de origen o su denominación es muy garrulo. Un lector abierto que lo que busque sean buenas historias puede encontrarlas en cualquier parte, esto es, si de verdad le interesa el contenido y no el continente.
E: Por último, hemos hablado largo y tendido sobre Noiry y todo lo que hace, pero ahora, preséntanos a Tamara ¿Qué le gusta hacer? ¿Qué tal se lleva con Noiry?
N: Esa Tamara es una rancia, se pasa el rato en internet viendo vídeos de coreanos y jugando a videojuegos. Noiry es la parte pizpireta y amable, que dice mucho la palabra «amor» y es tierna como una magdalena. Tamara tiene el lado arisco y agresivo. Ambas son muy apasionadas con lo suyo, muy obsesivas. Noiry es la que dibuja y Tamara la que pone las palabras. ¿Te mola mi bipolaridad?
E: Muchas gracias, te deseo el mejor de lo éxitos con Underdog y, sobretodo, que no sea la última obra que podamos catar de ti
N: Gracias, eso espero : D si no me encontraréis muerta en alguna cuneta.
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