Esta semana ha salido a la venta en nuestro país la última entrega de Final Fantasy, un nuevo capítulo de una de las más famosas sagas de RPGs japoneses, pero en esta ocasión orientada al juego online, la segunda tras el lanzamiento en 2002 de Final Fantasy XI. Aprovechando dicho lanzamiento, en Ramen Para Dos hemos querido presentaros un poco esta nueva entrega, plasmando nuestras impresiones de la beta online, que ha servido de aperitivo para cientos de aficionados desde el pasado verano cuando se puso disponible.
A estas alturas no seréis pocos los que hayáis podido catar Final Fantasy XIV, y es que pese a los debates sobre su originalidad, este juego está en las listas de prácticamente los gamers de todo el mundo como un «debo probarlo» asegurado.
Si hay algo por lo que destaca Square Enix es por lo bonito de sus interfaces. Da igual que uno esté jugando a un juego de DS que a uno de PS3, siempre son capaces de sorprenderte con unos preciosos, y Final Fantasy XIV nos lo demuestra desde la primera vez que abrimos el juego.
Preparando nuestro destino: Creando un personaje
En un MMORPG como Final Fantasy XIV, un juego preparado para jugar con cientos de miles de personas de todo el mundo a la vez, la variedad de personajes es algo esencial. Ya no solamente en términos de razas y clases en las que especializarse, también en características disponibles para hacer tu personaje único y diferente del de los demás.
En el caso de Final Fantasy XIV estas opciones de personalización no pasan de pelos, ojos y demás detalles predefinidos, negándonos la opción de personalizar más allá como otros juegos de hoy en día nos permiten.
Seleccionando una raza
Pese al tema de los pelos y demás predefinidos, pasaremos un buen rato escogiendo una raza para nuestro personaje, las cuales tienen además subrazas, que no son más que pequeñas variantes dentro de la misma.
– Los Hyur
Humanos al hecho, son la raza mayoritaria en Eorzea, y se dividen entre Midlanders (de tez pálida y más centrados en la inteligencia) y Highlanders (de tez morena, centrados en la fuerza, menos comunes y sin féminas entre sus filas).
– Los Roegaydn
Raza procedente de los alrededores de un cráter volcánico, creen que le mismo es la puerta del infierno. Se dividen en Seewolds, normalmente marineros y contrabandistas marinos, y los Longengarde, magos de ataque con el fuego como credo. Son una raza de hombres fuertes, corpulentos y que imponen.
– Miqo’te
Al contrario que los Roegaydn, en el clan Miqo’te solamente hay mujeres. Divididadas en Seekers of the Sun, mujeres de ojos claros y dedicadas a adorar al sol, y las Keeper of the Moon, de tez más oscura o pálidas que adoran a la diosa de la luna, son más agresivas y básicamente hacen solamente vida nocturna.
– Elezen
Lo que en cualquier otro juego serían elfos oscuros. Se dividen en Foresters, que siempre han vivido en las profundidades del bosque, son buenos con el arco y poco a poco se han adaptado a la vida en ciudades o al menos a la nómada; y en Shaders, que se han pasado la vida viviendo en cuevas, son rudos, asesinos silenciosos, muchos son bandidos y la mayoría odian con toda su alma a los Foresters por mezclarse con otras razas.
– Lalafell
Una raza de seres pequeños y con aspecto delicado que se dividen en Plainsfolks, de aspecto aniñado y feliz que siempre ha vivido en los árboles, y Dunefolks, habitantes del desierto de tez oscura, aspecto más místico y ojos perdidos.
Seleccionando una clase
No me quiero extender demasiado en este punto, pero está claro que en este aspecto Final Fantasy XIV no va precisamente corto, pudiendo escoger entre varias ramas básicas como son los Díscipulos de la Tierra, Discípulos de la Magia, Discípulos de la Guerra y Discípulos de la Mano, que son básicamente recolectores, magos, guerreros y crafters. Cada rama tiene varias clases que escoger, empezando por pugilista, gladiador o arquero (entre otras) como guerrero y acabando por alquimista o cocinero si escoges ser crafter. En total tenemos 18 clases entre las que escoger la que más nos guste y se adecue a nuestro estilo de juego.
En cualquier caso tampoco es una elección complicada, puesto que un único personaje puede tener varias clases a la vez sin problema alguno, cambiando entre ellas como quien cambia de arma.
Comenzando el viaje por Eorzea: Nuestro primer combate
La primera sorpresa que espera tras la creación del personaje es una experiencia poco habitual en un MMORPG, y es que pese a las introducciones con NPCs que poco a poco nos adentran en la historia de cualquier juego, es la primera vez que un MMORPG me produce la misma sensación que un RPG de toda la vida.
Nos encontramos a bordo de un barco, camino a Limsa-Lominsa, y una extraña voz nos despierta para acabar encontrándonos con que el barco está siendo atacado por monstruos marinos.
Esta primera toma de contacto con el combate va acompañada del clásico tutorial para principiantes que nos explica detalladamente el funcionamiento de los enfrentamientos. Este punto era uno de los que más me preocupaban del juego, y es que aunque el Final Fantasy XI me gustaba, los combates se hacían muy lentos y densos, haciendo que se perdiera mucho el ritmo de juego. En Final Fantasy XIV han conseguido superar esa barrera y el sistema de combate se acerca más a un Action RPG aunque funcione con un sistema híbrido. Lo primero es pasar del modo «pasivo», en el cual podemos interactuar con otros personajes y hablar con ellos, al modo activo, que es el modo de combate como tal.
Una vez en modo activo nos encontramos con una barra de stamina que será la que dictamine nuestras posibilidades de ataque. Cada ataque consume una cantidad de stamina, así que de nosotros depende si queremos atacar de una forma u otra. Un sistema bastante interesante y dinámico a la hora de ejecutarlo pese a que sea básicamente un sistema por turnos: nosotros decidimos si dejar que la barra se rellene por completo para realizar combinaciones más potentes o si dedicarnos a aporrear los botones para atacar con lo mínimo posible cada vez que podamos.
¿Pegas del sistema? Que a veces seleccionar al enemigo deseado puede convertirse en una tortura o en un «venga, venga, venga, que le doy».
Tras los combates iniciales y unas charlas con el personal del barco, llegaremos a nuestro destino: nuestra primera ciudad.
Eso sí, para que no nos aburramos una y otra vez de la escena inicial a la hora de crearnos más personajes, tenemos una historia alternativa con un avión estrellado y unos lobos. Buen punto.
Admirando el mundo por primera vez
Vale, el sistema de combates está bien aunque tenga alguna pega, pero, ¿y gráficamente? Impresionante. No hay más que decir. Los personajes tienen un acabado precioso, y basta con mover un poco la cámara para descubrir los detalles que hay en las texturas de las paredes, la definición de los personajes o lo bien que se mueven en general, y digo «en general» porque hay que admitir que algunas animaciones en concreto parecen haber salido de un juego cualquiera y no encajar aquí, pero eso no le resta atractivo para nada.
Tened en cuenta que esta calidad gráfica requiere además un equipo medianamente potente, con lo que aunque oficialmente un Core 2 Duo a 2.0 GHz sea lo mínimo, acompañado de una 9600 de 512 megas y 2 gigas de RAM, os confirmo que eso va MUY justo incluso para jugar a 1280×720. Preparaos para jugar a tasas de frame ridículas si no superáis con creces estas especificaciones.
El tema de la optimización podría haberse mejorado algo más, pero a los que tengan un buen equipo o piensen disfrutar del juego en PS3 no les preocupará más que admirar la preciosidad de los modelos utilizados.
Claro que, no todo es de color de rosa, y las críticas en internet sobre la repetición en muchas zonas del mapeado son algo que está en boca de todos, pero pese a ello no hay mucho que criticar. Las zonas de campo abierto están bastante más trabajadas que en Final Fantasy XI, donde era común ver zonas cuasi desérticas, aunque también tiene puntos dignos del interior de Alicante o Murcia: rastrojos y piedras.
La música de Eorzea
Es un Final Fantasy, y si de algo no se ha podido acusar nunca a la saga es de tener mala música. En este Final Fantasy XIV no hay excepción y la misma es preciosa en la mayoría de sus pistas. Con unos buenos auriculares puestos, podréis disfrutar de piezas armónicas y preciosistas que os invitarán a cerrar los ojos y dejar al personaje descansar durante un momento mientras las tarareáis,
Nuestro personaje ha de crecer
Tras nuestras primeras impresiones gráficas nos dedicamos a resolver las primeras misiones que se nos otorgan, las Guildleves, clásicos «ve y mata X monstruos» que nos recompensan con experiencia, dinero y equipo. Hay un límite de cuántas puede realizar un jugador en cierto tiempo, pero nada te impide unirte al grupo de otros para ayudarles a completar las suyas.
Según vayamos mermando la población de viles criaturas que se crucen a nuestro paso, nuestro «physical level» irá aumentando, el cual es constante entre todas las clases, de forma que si con una clase aumentamos mucho el mismo, cuando cambiemos a otra nos costará mucho menos progresar en ella.
El MP y el HP va fijado al Physical Level y a la clase que llevemos en cada momento, pero también se nos dan puntos para distribuir entre las características básicas: Fuerza, Destreza, Vitalidad, Inteligencia, Mente y Piedad. Por suerte se pueden reajustar cuando lo creamos necesario.
Otros detalles y conclusiones
Pese a lo preciosista de los menús (y sencillos en apariencia), no son pocos los que han desesperado con la incomodidad de asignar nuevas habilidades a la hotbar, han clamado al cielo cuando han descubierto que no podían saltar por una pequeña ladera de una colina y han tenido que dar un rodeo enorme para superarla o se han quejado de la lentitud de respuesta del personaje al movimiento.
Como todo, esto es algo subjetivo y donde algunos ven fallos, otros ven virtudes. Eso ya dependerá de cada uno a la hora de jugar al juego, pero si hay algo que está claro ahora que la fecha de lanzamiento del juego está a la vuelta de la esquina, es que es una experiencia que hay que probar.
Tanto si eres aficionado a los MMORPGs como si no, Final Fantasy XIV consigue un ambiente único en el que te ves inmerso inmediatamente y que puede que sea lo que siempre has estado buscando… o no.
A mí me ha convencido gratamente, me ha hecho olvidar los defectos del FF XI y me ha hecho disfrutar en grande. Ahora falta ver si los fallos que tiene se solventan con el tiempo, si los pequeños defectos no acaban cansando y si el juego recibe población suficiente como para convertirse en el mundo repleto de vida que Square Enix quiere que sea. Tiempo al tiempo, pero en cualquier caso, cuando llegue ese momento nosotros os haremos una review en profundidad.
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