Hace casi 18 años llegaba a las pantallas japonesas la adaptación del manga Fruits Basket, que se convirtió por la época en todo un fenómeno de masas. Su éxito instantáneo fue un motivo más que suficiente para que distribuidoras de todo el mundo (entre ellas Jonu Media en España), la licenciaran poco después de su lanzamiento. Y el éxito era más que justificado. La autora, Natsuki Takaya, supo ayudarse de las tramas más típicas del shôjo para crear una historia dura a veces, pero también entrañable; una historia que tanto tiempo después sigue logrando encandilar a todo tipo de público.
Lamentablemente, la serie de 2001 no abarcó todo el material original, por lo que la noticia de su readaptación con motivo del 20 aniversario del manga fue recibida por los fans con los brazos abiertos. TMS Entertainment ha tenido la dura tarea de estar a la altura de un producto que, si bien incompleto, logró convertirse en una serie de culto para toda una generación. Acabados los 25 episodios que han conformado su primera temporada, reflexionamos sobre este remake que, quizás, no es tan remake como se podía creer en un principio.
La historia como tenía que ser contada
Para aquellos que hayan descubierto en 2019 Fruits Basket, deben saber que el primer anime se emitió en 2001 y contó con un total de 26 episodios. Por aquel entonces, el manga todavía estaba en publicación (había hecho su debut hacía solo dos años antes, en 1999) y los productores de Studio DEEN se toparon con una gran falta de material al estar la obra incompleta. Aunque muchos disfrutaron de su adaptación, quedaba la sensación agridulce, especialmente para los lectores del manga, de no poder ver la historia en su conjunto.
Podrían haber optado por contar su propia historia (como sucedió por ejemplo con Fullmetal Alchemist), pero parece ser que esa idea no se le pasó a nadie por la cabeza y muchos se quedaron con una gran cantidad de preguntas sobre los personajes sin responder: ¿Logra Kyo sentirse aceptado por los demás? ¿Yuki alguna vez sale de su caparazón? ¿Shigure se quita alguna vez su máscara misteriosa y se permite ser vulnerable? ¿Mantiene Tohru su optimismo a lo largo de toda la obra? Afortunadamente, y sin caer en spoilers para no arruinar el precioso viaje que supone esta historia, todas estas cuestiones se verán respondidas, pues ya hay confirmada una segunda temporada para 2020. Pero, ¿está justificado el éxito de Fruits Basket?
Fruits Basket fue una de las primeras obras que leí cuando me introduje de lleno en el mundo del manga y el anime. A lo largo de los años, he comprendido que un shôjo no está hecho para que sea especialmente creíble, sino que es una fantasía romántica, que proporciona una experiencia diferente a cada persona porque evoluciona, se adapta y genera emociones diversas según quien lo lea o vea. Fruits Basket coge todos los clichés del shôjo y los introduce de forma magistral, siendo parte integral de la trama. El retrato idealista, casi irrealista del amor, está presente, pero Fruits Basket también sabe dar un paso atrás y ser firme en la idea de que el amor en realidad no funciona así.
Si el nuevo anime de Fruits Basket ha gozado del mismo éxito que el primero es porque se trata de una obra atemporal. Más allá de tener como tema recurrente el amor, toca otros asuntos tan relevantes como son la familia, la amistad, la inclusión y el trauma. No cae en las trampas de otras historias de su género. La trama de Fruits Basket es como el hierro y las emociones de los personajes son el fuego a través del cual la historia se forja hasta formar un trozo de acero sin fisuras. Trata a sus personajes como personas de verdad que tienen historias que contar. Y eso se nota.
Tohru no está hecha para que el espectador simpatice con ella, sino que son los personajes que la rodean los que están hechos para que puedas identificarte con ellos en mayor o menor medida, ya sea, por ejemplo, a través del complejo de inferioridad de Kyo, el miedo de Yuki a establecer una conexión real con otros o el complicado duelo de Hatori por el amor perdido. Todos tienen defectos y Tohru está precisamente para hacer algo más que aceptar a los personajes por lo que son. A través de sus ojos podemos ver lo que sucede cuando alguien cree incondicionalmente en una persona y en su potencial. Tohru tiene la capacidad de calmar la angustia de los que la rodean y sirve como recordatorio de la compasión que podemos llegar mostrar por nuestros semejantes.
Es muy difícil ser como Tohru, saber reconocer los defectos de alguien como parte de lo que es, en lugar de simplemente aceptar esos defectos como algo inevitable. Sin embargo, hacerlo puede tener un innegable efecto positivo en otro. Ese mensaje de Fruits Basket es algo que no cambia a lo largo de los años, que nos afecta a todos por igual tengamos la edad que tengamos. Fruits Basket nos da una lección que todos debemos aprender.
¿La serie antigua o la nueva?
Siempre hubo rumores de que Natsuki Takaya, autora de la obra original, no era fan de la adaptación que su obra tuvo en 2001. Por eso, a nadie le ha extrañado que la mangaka haya estado tan involucrada en este nuevo anime, apareciendo incluso en los créditos como co-productora ejecutiva.
El estilo de la adaptación de 2001 era correcto para su época, pero el actual tiene líneas más nítidas y limpias y una paleta de colores más suaves, que dan sensación de calidez. Afortunadamente, todos los personajes y escenarios son totalmente reconocibles y los mismos rasgos distintivos de cada uno, aunque han mejorado, siguen estando ahí.
Por otra parte, aunque haya habido cambios en el orden de ciertos acontecimientos por el bien de la narrativa, este anime ha sido más fiel que su predecesor. Quizás, el cambio más claro ha sido la gran revelación sobre cierto miembro del Zodíaco que, al igual que en la adaptación de 2001, se ha movido para que haga de clímax en el final de temporada. Además, y lo más importante, este anime ha tocado puntos de la trama de Fruits Basket, más sensibles, que el anterior ni siquiera se molestó en cubrir.
Por eso, muchos ven esta nueva adaptación como un remake o un reemplazo de la anterior, pero eso no sería justo para la serie de 2001, cuyo estilo y música, sobre todo, siguen siendo recordados con nostalgia por aquellos que lo vieron. Ambos animes están adaptando dos cosas diferentes: el primero se basaba en un manga que estaba aún en publicación y el segundo se basa en un manga completo en el que ciertos puntos de la trama ahora sí tienen un contexto. Por lo tanto, hablamos de series que, aunque cuenten una historia casi idéntica, son diferentes en su trayectoria.
Lo cierto es que Fruits Basket, en cualquiera de sus formas, es igual de buena. Quien disfrutara con el anime de 2001 también va a disfrutar el de 2019 y quien no conociera Fruits Basket tiene ahora la oportunidad perfecta para descubrir una historia llena de sentimiento. Y lo mejor de todo es que ver uno no impide disfrutar del otro porque, aún siendo productos distintos, son igual de válidos y proporcionan una experiencia completa y muy satisfactoria. En los principios del 2000, Fruits Basket marcó a toda una generación y la nueva serie va por el mismo camino.
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