Se va así un cineasta que este mismo año había finalizado dos películas, una de ellas presentada en el festival de Cannes, 11.25 Jiketsu no Hi: Mishima Yukio to Wakamonotachi (11.25: The day he choses his own fate) y la otra, titulada Sennen no yuraku (El rapto del milenio) en el reciente Festival de Venecia.
Al principio de su carrera, Wakamatsu no fue un director tan habitual en el mundo de los festivales. Después de permanecer durante años como asistente de dirección para series de televisión, debutó en 1963 con un film para adultos llamado Amai Wana (Dulce trampa).
El sexo y la violencia fueron dos ingredientes esenciales en su cine, que no eludía la crítica política, lo que le permitió conseguir el apoyo de los jóvenes nipones, seguidores de sus polémicas obras. Wakamatsu fue asímismo uno de los principales impulsores del pinku eiga, género japonés de películas con alto contenido erótico, siendo algunas de ellas muy polémicas como Taiji ga mitsuryô suru toki (Cuando el embrión es un cazador furtivo) de 1966, en la que narra la historia de una mujer torturada por un demente.
No obstante, la historia de un violador que plasmó en 1982 en la obra Mizuno nai puuru (Una piscina sin agua) le otorgó el respaldo de la crítica y le abrió las puertas a los festivales internacionales de cine. Entre sus películas más premiadas se encuentran Caterpillar que fue premiada en 2010 con el Oso de Plata a la mejor actriz por el papel de Shinobu Terajima y United Red Army, premiada en 2008 con el Oso de Oro de la Berlinale a la mejor cinta asiática y en 2007 por el Festival de Cine Internacional de Tokio.
Fuente: El Periódico
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