Hay series que recordamos más y otras menos. Pero en general todas las que vimos tienen un pequeño rincón en nuestra mente. Una de ellas es Digimon, que, en mi caso, la recuerdo perfectamente. Al levantarme todas las mañanas para ir al colegio, lo que más esperaba con ilusión era que, a mediodía a eso de las dos, empezase el siguiente episodio para seguir las aventuras de los “niños elegidos”. Una serie que marcó a toda una generación en ese mismo período de tiempo, en esa cadena y en ese horario. Pero, ¿por qué?
Una serie que marcó una época
Digimon Adventure es una serie creada por Akiyoshi Hongo (y que posteriormente crearía todas las series de la franquicia), producida por Toei Animation y dirigida por Hiroyuki Kakudo. Se retransmitió en Japón en marzo de 1999 y contó con un total de 54 episodios. Fue tal su éxito que sacaron todo tipo de merchandising, desde réplicas tipo Tamagotchi de los dispositivos, hasta imanes, cartas o llaveros. Este éxito se replicaría en nuestro país un año después, cuando empezó a emitirse en La 2 en horario de sobremesa de lunes a viernes y por la mañana los fines de semana.
Si Digimon Adventure llegase en esta época tal y como lo conocemos, seguramente no habría tenido la repercusión que tuvo. La sociedad avanza, la animación también y el desarrollo de las historias que tienen que contar no se hace como antes. En los noventa y principios de los 2000, por lo general la estructura de cada episodio de anime era calcada en todos los episodios: introducción, desarrollo, problema y desenlace. El esquema es el común que se sigue tanto en audiovisuales como en la narrativa.
El problema viene cuando más de la mitad de la serie sigue una estructura exacta en cada uno de los episodios con la excepción de que los problemas y las personas-digimon que los enfrentan varían. Eso mismo pasó con Sailor Moon, algo que puede hacer que las nuevas generaciones rechacen este tipo de contenido, a pesar de que la historia sea buena. Los únicos episodios que «desentonaban» en ese sentido eran los que empezaban y cerraban un arco. Y estos en cuanto a trama, eran los mejores.
Toei supo darse cuenta de este problema de desarrollo. Eso, unido a la cantidad de fans de la franquicia en todo el mundo y la intención de llegar a nuevas generaciones, lanzó el año pasado un nuevo reboot de la serie que poco o casi nada tiene que ver con la original. Pero de esta serie hablaré en otro artículo.
Brave Heart, el himno de los niños elegidos
A pesar de esto, a todos nos enganchó desde el primer episodio las aventuras de Tai y compañía en un mundo digital desconocido, con compañeros digimon inseparables y malvados enemigos que querían destruirlos o conquistar el mundo real. Creo que parte de ese encanto se lo debemos a su banda sonora. El opening en castellano, “Butterfly”, era y sigue siendo (pasen los años que pasen) un chute de energía con una canción muy pegadiza, doblada al castellano por Blanca Rada (voz de Tai) y el director de doblaje Chema Carrero (voz de Joe) e interpretada por Carlos Lázaro. Ya en los primeros episodios al evolucionar los digimon, la canción “Brave Heart”, hacía acto de presencia dando más epicidad a esa segunda mitad del episodio y donde los buenos, en varias ocasiones, ganaban la batalla.
El ending, que se puede escuchar en japonés y español, esta última versión está dirigida también por el desaparecido Chema Carrero e interpretado por Yolanda Garzón, daba un perfecto cierre a cada episodio que dejaba siempre con ganas de más. Los que vimos la serie terminar, se nos quedó como un momento emblemático el penúltimo episodio con la magistral versión de “Butterfly” que hizo el desaparecido Koji Wada. Misma letra, mismo cantante y con la melodía tocada solo por un piano que llegaba en un punto determinante de la serie. Este momento simplemente nos hizo amar más la serie.
Un anime directo al corazón
Otro punto clave que nos hace tener nostalgia de la serie son los momentos que nos han llegado a tocar algo en el interior. Todos los arcos tienen un momento clave que se nos quedó a todos grabado y se transformó en el favorito, o los favoritos, y que representan el recuerdo que tenemos de Digimon. Aunque antes de continuar, aviso que las siguientes líneas contienen spoilers de la serie.
En la saga de Devimon, el momento favorito de todos los fans es la digi-evolución de Patamon en Angemon después de que T.K. y Patamon estuvieran frustrados porque era el único que no conseguía transformarse para defender a su compañero. La sorpresa llegó cuando el resto de digimon estaban malheridos y en una situación límite de verse masacrados por Devimon. Fue entonces cuando Angemon hizo acto de presencia, después de que el emblema de la Esperanza de T.K cobrase vida. Pero no terminó ahí. El digimon tuvo que dar su vida para salvar a sus compañeros y amigos. Una escena trágica y lacrimógena para todos los que estábamos delante y detrás de la pantalla. Por suerte, todo se solucionó con algunas plumas que cayeron de sus alas, transformándose en un huevo y con la esperanza de su renacimiento.
En la siguiente saga de Etemon, a todos se nos encogió el corazón cuando Greymon hizo una digi-evolución forzada, lo que le llevó a convertirse en Skullgreymon, un monstruo que no atendía a razones y estaba obsesionado con destruir. Después de este susto inicial, y ya convertido en Koromon, no volvió a aparecer este horrible digimon.
Myotismon abre la siguiente saga, la más especial de todas, y dando un giro a todo lo que se había visto anteriormente, al romper la estructura que seguía la serie hasta ese momento. Un octavo niño elegido era buscado por todos, un nuevo digimon, Gatomon, aparecía sin saber si era realmente malo y manteniendo su forma evolutiva de campeón. Todo en un marco diferente: el mundo real.
En este arco, hubo dos momentos clave que, tanto para mí como para la mayoría de los seguidores, se nos quedó grabado. El momento en el que el dispositivo de la Luz empieza a brillar delante de Kari y Gatomon fue decisivo para el culmen de la saga. A partir de ahí, el ritmo que siguieron los siguientes episodios fue casi frenético, dejándonos de piedra con la muerte de Wizardmon al proteger a su amiga Gatomon y a Kari de un ataque de Myotismon. Esto fue el hecho que conllevó la evolución de Gatomon a Angewomon, maravillándonos todos tanto con el diseño, como de la batalla.
Con los Amos Oscuros la cosa ya se ponía bastante seria. Cada vez les costaba más a los digimon vencer a sus contrincantes. El momento que más me gustó de esa saga fue la pelea entre Ladydevimon y Angewomon. No fue gran cosa tampoco, pero eran dos digimon fuertes y de género femenino con rasgos humanos que, al verlos, impactó.
El último arco de Apocalymon tiene dos de las escenas más emotivas de la serie. La primera es el momento en que los protagonistas se encuentran en la nada y empiezan a darse ánimos unos a otros. Como he comentado antes, la canción melódica de “Butterfly” tiene un papel importante en dejar marcada la emotividad en esos dos minutos. Como no podía ser de otra forma, el final es el último gran momento que nos ha dado Digimon. Las despedidas de los niños elegidos y los digimon terminaron de nuevo en lágrimas, tanto para ellos como para nosotros. Todo bajo la canción de apertura de Koji Wada.
Los fans no nos podemos imaginar esta serie sin escuchar en nuestras cabezas las voces de Agumon, Tai y demás. El elenco de voces está arraigado inevitablemente a nuestra memoria y que, sin él, perdería la esencia que nos dejó hace 20 años. Se han hecho multitud de eventos para reunir de nuevo a Blanca Mira o Marta Sáinz, entre otras voces, para tener una toma de contacto más personal y tangible con uno de los pilares fundamentales de la serie. Todo un fenómeno fan que ha servido para que 20 años después, este elenco original regrese para la película que cierra el final de una generación entera: Digimon Adventure: Last Evolution Kizuna. Selecta Visión estrenará la película en salas de cines de toda España el próximo 31 de marzo.
Valorando los puntos clave de Digimon solo queda preguntarse ¿qué ha supuesto la serie para una generación entera? A lo largo de la serie se tocan distintos temas como la amistad, el amor, el valor, la sinceridad, la esperanza o la inocencia. Todos ellos, deben saber canalizarse y desarrollarse para la definición del ser, superando así los obstáculos que se puedan presentar en la vida. Digimon no es una serie didáctica, pero sí simbólica que marcó a aquellos niños que hoy se encuentran en la veintena y treintena.
Así que nos queda una última oportunidad para disfrutar del cierre definitivo. La espera para ver la película en cines merecerá la pena y será otro recuerdo más reciente que añadir a todo lo que Digimon ha supuesto y supone para nosotros. Una vez más, los niños elegidos nos volveremos a reunir dentro y fuera de la pantalla para cerrar ese vínculo que nos une al mundo digital.
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