Tras meses de espera, llegó el gran día. Miku Expo 2020 aterrizó en el Sant Jordi Club de Barcelona el pasado 28 de enero en la última parada de su gira europea. La gran estrella virtual Hatsune Miku volvía a la ciudad donde su software fue originalmente creado, esta vez acompañada de sus amigos de Vocaloid para hacer vibrar a los asistentes y dejar huella en suelo español. Ramen Para Dos tuvo la oportunidad de asistir y comprobar, de primera mano, qué se siente al asistir a un concierto de este fenómeno mundial.
Uno de los primeros momentos impactantes a la llegada al Sant Jordi Club fue ver como la cola de gente prácticamente daba la vuelta el Palau Sant Jordi. El recinto tenía capacidad para 4.620 espectadores y, aunque la masa humana sólo llegó a ocupar media pista el ambiente se hizo notar y de qué manera. Tras pasar los controles de seguridad y entrar en el edificio la realidad nos golpeó de lleno con un espacio de lo más sobrio. Es cierto que el diseño del escenario era sorprendente, pero más allá de eso solo había dos puestos de merchandising a precios desorbitados, una zona para probar el Project DIVA Mega Mix de Nintendo Switch y un prototipo de figura que, personalmente, ni llegué a ver. A pesar de que la atracción principal era el concierto, tener tan poca actividad previa a la actuación resulta flojo, aun con una hora de margen y cuando el nombre del evento es Miku Expo.
Pocos minutos después de las 20:30 llegó la hora de la verdad. Con una presentación gráfica espectacular, Miku apareció en pantalla en el escenario para provocar el delirio del Sant Jordi Club. Y digo en pantalla porque ese fue el método utilizado para su actuación: una gran pantalla horizontal donde los personajes aparecían proyectados junto a efectos visuales coloridos. Si lo comparamos con un videojuego, Miku y sus acompañantes aparecieron con gráficos similares a un Project DIVA de PlayStation 4. A destacar también el tamaño de dichos personajes, y es que no se usó una escala realista de altura para que Miku y compañía fueran visibles desde incluso el fondo de la pista. Y en el fondo, lo agradezco, por mi estatura (mido metro setenta y tres) y la marea de gente más alta que yo y con varios glowsticks multicolor delante de mí.
Precisamente hablando del ambiente, este fue eléctrico en todo momento. Desde la aparición de Miku en el escenario, los gritos y los coros fueron una constante. Tampoco hubo prácticamente descanso, por lo que poco más de tres mil personas estuvieron dejándose el alma durante dos horas seguidas. Lo que sí eché más en falta fue el cantar al unísono más a menudo. Quizá al estar menos acostumbrado a la mentalidad asiática de un concierto (el último al que fui fue de Metallica, precisamente en el Palau hace dos años), me chocó que el mover constantemente el glowstick fuera tan primordial. De las canciones que conocía, se cantaban a la vez muy poco, y era más importante el ritmo con el palo luminoso que cualquier otra cosa. En contraposición, en varias baladas y canciones puntuales ver todos esos haces de luz moviéndose en un mismo sentido era casi hipnótico, y ayudaba a embellecer las melodías.
Y es que la tracklist fue de lo más completa, moviéndose por todos los géneros musicales y yendo desde clásicos de Miku a canciones más recientes. De los veinticinco temas que se interpretaron, por desgracia yo sólo conocía cinco. Un daño colateral que no me impidió descubrir nuevas canciones que disfrutar: como Teo, el frenético ritmo con el que Miku inició la velada. También sonaron clásicos que todo el mundo conocía como World is Mine, Odds & Ends o Tell Your World, momentos para emocionarse con el tributo a wowaka y también tuvimos la oportunidad de saber cómo domina Miku el heavy metal con Hyper Reality Show, mi favorita de toda la velada.
Pero la diva de pelo celeste no fue la única artista del concierto. Los hermanos Rin y Len Kagamine también se llevaron gran parte del protagonismo y las ovaciones. En menor participación, Luka Megurine, Kaito y Meiko también tuvieron su momento estelar en el concierto con una o varias canciones. Pero la mención de honor es para la banda que se encargó de interpretar toda la música durante dos horas sin casi descanso. Fueron camacho a la batería, chloe al bajo, Takahiro Misawa a la guitarra y MEG.ME al teclado.
En conclusión, la Miku Expo fue una experiencia difícilmente repetible, tanto en lo positivo como en lo negativo. A pesar de ser un concierto increíble para los más aficionados, personalmente podría haber habido más experiencias en el recinto. La tracklist bien completa, sumada a los increíbles efectos visuales del escenario y los glowsticks, ayudaron en la sección principal, pero los aledaños se vieron pobres y casi preparados con poca antelación. Pero esto es un gran paso adelante en eventos de este calibre, y con ejemplos como la YouTuber virtual Kizuna AI también haciendo sus propios conciertos, el futuro pinta brillante para la llegada de más música virtual a España.
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