Desde siempre, las adaptaciones de mangas a productos de imagen real han despertado especial temor a los aficionados. En esta ocasión, llevar a la vida el manga de Eiichiro Oda era una ardua tarea que acabó en las manos de Netflix. Y tras habernos lanzado a la aventura podemos asegurar que este navío ha llegado a buen puerto.
© 2023 Netflix, Inc.
Es la era de los grandes piratas. Con sus banderas ondeando al viento, luchan entre ellos con el fin de llegar hasta el gran tesoro One Piece, el legado del legendario rey de los piratas Gold Roger. Ese gran pirata es el objeto de admiración de un muchacho llamado Luffy, que se ha hecho amigo de Shanks el Pelirrojo, capitán de una banda pirata que suele amarrar el barco en el muelle de su aldea. Un buen día, Luffy se come una fruta demoníaca, botín que había conseguido la banda de Shanks y su cuerpo adquiere las propiedades de la goma elástica.
El secreto, adaptarse al formato
Los ocho episodios de esta primera temporada del live-action, de una hora aproximada de duración cada uno de ellos, cubren gran parte de la saga del East Blue. En este caso, la productora Tomorrow Studios ha decidido adaptar hasta el episodio 45 del anime y el capítulo 96 del tomo 11 del manga.
Una decisión especialmente acertada. Estos primeros compases de la obra de Eiichiro Oda pone los cimientos del enorme mundo que crea, pero sobre todo permite indagar en los integrantes iniciales de la tripulación del Sombrero de Paja y los vínculos que se van formando entre ellos así como todo el pasado que cargan a su espalda.
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En este caso, Matt Owens, guionista principal y productor, hace un gran trabajo a la hora de adaptar la historia de cada personaje y mantener el alma de la obra original. Sabe qué escenas tienen más fuerza y qué personajes e historias pueden ser prescindibles para adaptarse a la duración de la serie.
Ahí, es donde verdaderamente brilla. Porque, aunque parezca mentira, esta adaptación live-action tiene un formato narrativo muy característico de Netflix. Dicho en el mejor de los sentidos, aprovecha el argumento de este primer arco para añadir varias escenas de fuera de la tripulación para contar una historia con distintas líneas argumentales, algo que se ve en series de gran éxito como Stranger Things.
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Esto se hace especialmente presente en el argumento del vicealmirante Garp y los cadetes Koby y Helmeppo. Todos estos personajes cobran muchísima más importancia en esta adaptación y permite que este viaje fluya mejor entre islas, dotando a los episodios de un gran ritmo.
Algo que creo que hace que la serie funcione de maravilla para aquellos que nunca hayan disfrutado de ningún producto anterior de la franquicia. Sirve cómo puerta de entrada, deja con ganas de más y logra llegar al nivel sentimental, al igual que la obra original. En este caso creo que el objetivo de Eiichiro Oda se ha cumplido: «Como ya tengo una edad, creo que esta es la última oportunidad de que el mundo conozca One Piece.»
En su primer fin de semana, la audiencia simultánea del programa en Netflix alcanzó el número uno en 84 países, superando los récords de debut de la plataforma previamente establecidos por Stranger Things y Wednesday.
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Pero incluso los fans estarán verdaderamente maravillados con la gran cantidad de detalles y referencias que aparecen en la serie. Es una delicia sentir el gran cariño y atención al detalle del que goza la serie, tanto en la producción cómo en el guion. Algo que también denota la gran implicación del autor en la producción de la serie.
A pesar de todo esto, hay algunos cambios que no me acaban de convencer y creo que resultan algo forzados. Pero comprendo que gran parte de estas decisiones son para adaptarse a la duración de la serie y permitir dar un empaque, o al menos punto y aparte, a la gran mayoría de temas que trata en esta primera temporada.
Un reparto de ensueño
Iñaki Godoy, Emily Rudd, Mackenyu, Jacob Gibson y Taz Skylar encabezan el reparto como Monkey D. Luffy, Nami, Zoro, Usopp y Sanji. Todos consiguen captar la esencia de sus personajes y generar dinámicas entre ellos que funcionan de maravilla.
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El reparto secundario también brilla. Especialmente a destacar el trabajo de Jeff Ward cómo Buggy, dónde el propio guion permite darle una vuelta al personaje y sacarle el máximo partido. O también el impecable trabajo interpretativo de Morgan Davies como Koby, que es un calco al personaje creado por Eiichiro Oda y que le permite tener más profundidad y tiempo en pantalla.
Es cierto que algunas actuaciones podrían dar más de sí y otras que no acaban de convencer del todo. Pero gracias al gran trabajo de caracterización y vestuario, todos los personajes logran satisfacer y hacer que sean muy disfrutables en la pequeña pantalla.
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Aunque también creo que aquí hay un gran trabajo de Netflix. La estrategía de marketing ha funcionado a la perfección y creo que es algo que celebrar. Cuando se toma una gran decisión es obligatorio sacarle el máximo partido.
Aquí la productora ha hecho un trabajo titánico para que todos nos encariñemos y veamos a los personajes que amamos personificados en este elenco. No solo era cuestión de promocionar la serie, sino de hacer que gran parte del público entrara predispuesto a verla con buenos ojos. Y sin duda, ha funcionado de maravilla.
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Por otro lado, creo que es de rigor comentar el tema del doblaje al castellano de Sanji adulto, interpretado por Taz Skylar. Que Sanji tenga acento canario no es ningún tipo de problema, al contrario demuestra la gran variedad que tiene un idioma y es maravilloso dentro de un mundo como el de One Piece. Incluso, la actriz de doblaje Carla Ravelo hace un trabajo increíble con Sanji de niño y que mantiene su acento canario.
El problema con esto son dos temas: Taz no es actor de doblaje y, por ende, le falta práctica y, por otro lado, la calidad del audio difiere por completo del resto de voces del doblaje en castellano. Decisiones que recaen más en el equipo técnico que en el propio actor. Más allá de eso, cualquier debate al respecto no es pertinente.
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Y es que el live-action de One Piece va servido en diversidad de voces y es algo verdaderamente enriquecedor. Es maravilloso escuchar la versión original y notar cómo todos los actores tienen sus respectivos acentos a la hora de hablar inglés.
La producción de más de 140 millones
La serie va servida de presupuesto, y no es para menos. Los escenarios están repletos de vida, de detalles y denotan un gran trabajo por todo el equipo de producción. A esto le acompaña un trabajo excelso de vestuario y caracterización, dónde gran parte de atuendos són idénticos de la obra o están sacados directamente de algunas ilustraciones de Eiichiro Oda.
También se nota un trabajo muy pulido en los efectos especiales. Era un objetivo realmente complicado representar los poderes de las frutas Gomu Gomu y Bara Bara pero consiguen un resultado realmente increíble. Sin duda, uno de los grandes atractivos son las escenas en las que las habilidades de estas frutas hacen acto de presencia.
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Además, el equipo de acción hace brillar los movimientos a la hora de usar el poder de las frutas demoníacas en combate. También las coreografías son verdaderamente vistosas y permiten que, especialmente, Zoro y Sanji se luzcan al máximo en sus combates, demostrando el gran nivel físico de ambos actores.
Por otro lado, Sonya Belousova y Giona Ostinelli son los compositores encargados de la banda sonora. Ambos habían trabajado juntos anteriormente para la serie The Witcher y se nota que han aprendido el estilo a la hora de lanzarse a la mar en esta nueva serie.
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Los temas, por separado, tienen ese aire de épica aventura que está por venir. Pero, por desgracia, en la serie ninguno de estos temas despunta por encima de lo que está en pantalla y siempre deja al espectador con ganas de más. Además, gran parte de las canciones están ligadas a distintos personajes, a modo de leitmotiv, por lo que en algunos momentos pueden resultar repetitivas a pesar de las variaciones.
A pesar de ello, la banda sonora tiene grandes aciertos como su tema principal, la canción “My Sails Are Set” junto a la cantante Aurora o el uso de una reversión de “We are!”, el primer opening del anime. Todos estos llegan en el momento perfecto y logran sacar una sonrisa y alguna que otra lágrima en dichas escenas.
¿Se ha roto la maldición?
Esta serie de imagen real puede ser uno de los mejores productos del estilo hasta la fecha. Es divertida, emotiva y épica, pero sobre todo respeta el alma de la obra original y modifica lo necesario para adaptarse al formato.
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Pero creo que no había ninguna maldición que romper. Es cierto que hay una larga trayectoria de proyectos fallidos. Pero de la misma manera, existen una gran cantidad, especialmente provenientes de Japón, de series y películas live-action que son un gran producto. Y que, en mi opinión, logran lo mismo que esta serie: adaptarse al formato, pero para un público diferente y con un presupuesto mucho más ajustado. A veces, me da la sensación que como espectadores hay que ampliar la visión y comprender que una adaptación nunca borrará del mapa al resto de productos de la franquicia.
A pesar de ello, creo que One Piece es el ejemplo perfecto de poner al espectador con predisposición a disfrutar de una obra. ¿A quién no le gusta lanzarse a la aventura?
Lo mejor
- Los actores y sus dinámicas.
- La importancia de Koby.
- El gran trabajo de producción.
Lo peor
- Algunos cambios no acaban de funcionar.
- La banda sonora podría dar más de sí.
One Piece (Live-action)
Estudio:
Año: 2023
Tipo: Serie TV animación
Duración: 1 hora por episodio.
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