
La primera película ha sido ganadora de tres premios de la Academia Japonesa y todo un hito a su paso por el Festival de Sitges, “Battle Royale” supone una referencia de base dentro de esa rama de películas en las que los adolescentes son utilizados como meros sujetos de un experimento social hasta límites extremadamente crueles y casi divertidos.Una premisa que hace honor a su propia esencia si tenemos en cuenta que sobrevive sin problema, y en ocasiones con éxito, pese a la gran cantidad de veces que ha podido ser utilizada.
En el amanecer de un nuevo milenio, y con la intención de mantener el orden sobre la población adolescente, se implanta en Japón la ley de “Battle Royale”, por la que anualmente una clase de estudiantes es elegida al azar para luchar a muerte por su supervivencia. Todas las tácticas son válidas: huir o cazar, agruparse o independizarse, ayudar o temer… Pero la lista de muertos numera y no para, sabiendo que al cabo de tres días sólo puede quedar uno.
La segunda es una película que se ha convertido en un mito y en el título más famoso de Bruce Lee, que rodó en Estados Unidos con un presupuesto más holgado y con un solvente equipo técnico y artístico mucho mejor que los de sus anteriores productos de Hong Kong.
Lee es un joven experto en artes marciales que ha sido reclutado por el servicio de inteligencia inglés. Su misión es viajar a Hong Kong y desenmascarar las fraudulentas actividades de Han, un hombre de negocios y antiguo discípulo del shaolín, que ha utilizado sus conocimientos y fuerza para enriquecerse ilegalmente.
Con este propósito, Lee entra a formar parte del torneo de artes marciales que Han organiza cada tres años en su isla privada. Pero a Lee no sólo le mueve una motivación profesional sino también personal: vengar la muerte de su hermana, ocurrida en la isla, y a la que Han obligó a suicidarse.
Fuente: Canal+
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