Tras más de 30 años desde su nacimiento, la saga Final Fantasy ha contado decenas de historias distintas. Desde cuentos medievales hasta tramas políticas futuristas, la franquicia de Square Enix nos ha deleitado con personajes carismáticos, localizaciones de ensueño y tramas totalmente memorables. Pero no todo siempre fue tan profundo ni bonito. Aunque goza de ser la primera piedra en la eterna fantasía, el primer Final Fantasy no nos cuenta, ni por asomo, la mejor historia de la saga.
Aún así, la trama propuesta en ese juego primerizo tiene un potencial inabarcable que otras entregas de la franquicia han explorado de formas muy distintas. Una de las entregas que más directamente la trata es el título que hoy nos atañe en este análisis. Final Fantasy Origin: Stranger of Paradise puede no ser perfecto, pero nos cuenta el inicio de una de las sagas más importantes de la historia del videojuego. Y nadie dijo que los inicios no pudiesen ser… caóticos.
Un extranjero en el… ¿Paraíso?
Tras unas secuencias iniciales algo abruptas, un señor vestido con ropas del principio de los años 2000 aparece frente a nosotros caminando, decidido, hacia un castillo medieval. Antes de que de tiempo a sorprenderse siquiera, aparecen otros dos señores incluso peor vestidos y se unen a nuestro peculiar protagonista. Entonces es cuando surge la pregunta… ¿Esto es una broma? Y la respuesta es: no, pero casi.
Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin es un título que juega mucho con ridiculizar y tratar de una forma distinta la típica historia de fantasía que se nos plantea desde el inicio. Pero además de eso, es un juego que se ridiculiza, deliberadamente, a sí mismo. De ahí el “pero casi” en el anterior párrafo. Y, sinceramente, me parece uno de los mejores aciertos del juego.
Lo fácil hubiese sido rescatar el primer Final Fantasy y hacer una adaptación a los tiempos modernos de ese título, cambiando el sistema de combate y adornándolo todo para venderlo al público. Pero como se puede suponer, el juego no es eso, sino que trata de ser una precuela con un tono desenfadado, ligero y con luces y sombras que no dejará indiferente a nadie que lo juegue.
Aunque al principio puede parecer que estamos ante un isekai (obra de ficción en la cual el protagonista es originario del mundo real), nada más lejos de la realidad. Los motivos que dan explicación a este aspecto requieren una revelación que no voy a tratar por no desvelar parte de la trama, pero más pronto que tarde son presentados en el juego y dan sentido a toda esa confusión que puede generar al inicio de la historia.
Entrando ya en materia, en el título encarnamos a Jack, un joven con un único objetivo: derrotar a Caos. Ni él mismo sabe bien los motivos de su obsesión, solamente que es su razón para vivir y moverá cielo y tierra para conseguirlo. Con esta premisa, nuestro héroe se embarca en una aventura junto a sus otros dos compañeros de viaje, Jed y Ash, los cuales sienten la misma obsesión con Caos. Pero, ¿qué es Caos?
Caos se presenta en un inicio como un ser maligno que siembra la destrucción a su paso. Pero en los primeros compases del juego, se empieza a dudar de su existencia. A medida que se avanza en la trama, Caos es definido como un concepto más que como un individuo, una entidad superior que da sentido a la oscuridad que asola el mundo. Pero eso es algo que a Jack no le importa, y su creencia de Caos como un ser físico al que derrotar sigue firme y se convierte en el leitmotiv de la obra.
Además de ese objetivo, el trío de protagonistas tiene también algo en común muy importante para la trama: todos poseen un misterioso cristal. Gracias a estos cristales, los extranjeros de extraños ropajes son reconocidos como los Guerreros de la Luz por los habitantes de Cornelia, Bastión de la humanidad de ese mundo. Y por ello, se les encomienda la misión de devolver el brillo a los cristales elementales para que reine la paz en el mundo.
En su camino, dos nuevas compañeras de viaje, Neon y Sofia, también poseedoras de los misteriosos cristales, se unen al grupo. De esta manera se forma el quinteto de protagonistas que iniciarán un viaje a través de un mundo lleno de luz y oscuridad.
Más allá de parecer una historia más o menos normal, la narrativa del juego es realmente decepcionante. Ya no por la sátira presente en multitud de conversaciones y escenas, que como he dicho al inicio de la reseña, me parece un acierto. Si no que el ritmo es malo, la historia que se cuenta es intrascendente en casi todo, el carisma de los personajes es inexistente y la cantidad de información inconexa que se presenta es realmente confusa. Pero si algo hace bien Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin en este aspecto es deleitar al fan más acérrimo con una conclusión que nada tiene que ver con el resto de la obra.
Hay un intento de querer mejorar lo vivido hasta el momento con ciertos acontecimientos en el tramo final del juego, pero el daño ya está hecho a esas alturas y lo único que se consigue es que el recuerdo del juego no sea tan malo y que Jack se convierta en un personaje no tan vacío como parecía durante el resto de la historia.
Junto a este acierto, también quiero destacar que a nivel de guiños y referencias a la saga, el juego está lleno de buen contenido, tanto a nivel de enemigos como de armas. Y si se está atento a los entornos y el mundo en general, los seguidores de Final Fantasy encontrarán en este título una fuente inabarcable de amor por la franquicia.
Aunque es una decepción que la historia de un Final Fantasy, por muy spin off que sea, no esté a la altura, Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin tiene otras virtudes. Y es que no solamente Square Enix ha estado implicada en el juego, si no que el vanagloriado Team Ninja también ha participado, creando el mejor aspecto del juego por encima del resto: el combate.
La pista de baile para Jack
Si en algo brilla de verdad Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin, sin duda, es en su sistema de combate. Más allá de la manidas comparaciones con las decenas de juegos denominados “souls-like”, creo que la obra de Team Ninja hace algo único: une un combate exigente basado en la acción y el posicionamiento en el campo de batalla con elementos clásicos de Final Fantasy. Y el resultado es notable.
Aunque es cierto que mantiene cierto frenetismo propio del género hack’n’slash, el combate añade ciertos elementos que invitan a jugarlo más pausado, a observar los patrones del enemigo y en la mayoría de ocasiones, si no prestas atención, es muy probable que Jack no viva para contarlo.
Además, hereda de la saga Final Fantasy un sistema de trabajos realmente brillante, ofreciendo una cantidad de estilos de lucha abrumador. Desde el combate cuerpo a cuerpo con espada a dos manos hasta el uso de las magias, pasando por el uso de lanzas, dagas, escudos… Este sistema es, sin duda, uno de los aspectos más destacables del título.
También hay que destacar que estos estilos de lucha presentados como trabajos se pueden cambiar en cualquier momento del juego. De esta manera, no hace falta decantarse por uno concreto, si no que se puede ir variando en cada combate. Incluso es posible mantener dos activos al mismo tiempo, pudiendo cambiar incluso en un mismo combo entre los dos trabajos asignados.
Y por si fuera poco, cada trabajo cuenta con un árbol de habilidades para ir desbloqueando a medida que los personajes adquieren experiencia en combate. Estas habilidades se pueden asignar a ciertos combos de botones, haciendo del combate un festival de técnicas distintas, destrezas espectaculares y movimientos encadenados que son un disfrute.
Más allá del sistema de trabajos, el combate no puede entenderse sin dos mecánicas cruciales para salir airoso de los enfrentamientos: la barra de postura y los tipos de bloqueos.
La barra de postura mide el aguante en combate contra los ataques enemigos. Si a Jack le aciertan varios ataques seguidos, la barra de postura disminuirá drásticamente, quedando aturdido durante unos segundos si llega a cero. Esta barra de postura también está presente en los enemigos, así que es una buena estrategia ir a la ofensiva, disminuirla y liquidar a los enemigos con una animación espectacular que se activa cuando los rivales están aturdidos.
Por otro lado, están los dos tipos de bloqueos: el normal y la coraza ánima. Mientras que el normal es el típico bloqueo que al pulsar el botón antes de recibir un ataque físico, repele el ataque y disminuye el daño recibido de forma considerable; la coraza ánima es una especie de bloqueo más arriesgado, pero efectivo también contra hechizos. Además, tiene la particularidad de que al bloquear ciertos hechizos, Jack los absorbe y puede ejecutarlos en ese mismo momento contra el rival.
Cómo se puede observar, el juego cuenta con un combate muy preciso, ágil y divertido. Pero que, lamentablemente, se ve lastrado por ciertas decisiones que impiden que sea recordado solamente por las mecánicas tan buenas que introduce.
Una de estas decisiones es el ir acompañado por dos aliados controlados por la IA. El juego tiene dos tipos de combates: los enemigos comunes y los jefes de fase. Es cierto que los amigos de Jack son muy útiles contra los enemigos comunes: aligeran unos combates sosos y triviales, batallas de trámite que una vez te has enfrentado por primera vez a cada uno de los distintos enemigos no supone reto alguno.
Pero en los combates contra los jefes, estos aliados no son más que molestias, unos invitados no deseados en la pista de baile que Team Ninja ha preparado para Jack. Y digo esto porque, por ciertos motivos argumentales, el jefe final del juego es el único al que Jack se enfrenta en solitario, y el resultado es una auténtica delicia de combate. Un baile entre Jack y el enemigo, una actuación en la que vas aprendiendo con cada derrota y que cuando acaba la sensación de haber ganado por mérito propio es indescriptible.
La otra decisión que lastra la jugabilidad en general es el sistema de botín y equipamiento. Además del arma o las armas que pueden blandir Jack y compañía, también es posible equiparlos con distintas piezas de armadura. Y aquí viene el primer problema: son demasiadas piezas. Brazaletes, perneras, cascos, botas… demasiadas preocupaciones que luego no tienen un impacto tan grande en combate. Porque, por todo lo descrito anteriormente, el combate premia el saber posicionarse y la habilidad a los mandos antes que las estadísticas.
El segundo problema viene con la cantidad ingente de botín que se recibe tras cada combate. Sencillamente, si se quiere revisar y equipar el mejor equipo posible, hay que dedicar una gran cantidad de tiempo gestionando un inventario que palidece por todos lados. Y, reitero, la recompensa por ello no es realmente crucial en batalla. Por suerte, hay un sistema automático de equipamiento, pero muchas veces dista de ser muy preciso, por lo que en algún momento toca el tedioso trabajo de gestionarlo manualmente.
Aún con esos inconvenientes, Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin tiene uno de los sistemas de combates más completos y desafiantes a los que he podido jugar nunca.
Un paraíso decadente con buena melodía
A nivel de escenarios, el juego no es el más original de la historia. El título presenta unos niveles planos, laberínticos y con poco margen de exploración. En cierta manera es hasta agradecido, porque al ser tan intrascendentes se consigue que el sistema de combate destaque más aún. Pero es cierto que se podría haber hecho algo más.
En cuanto al apartado técnico, hay que ser sincero: el juego palidece por todos lados. Excepto en el rendimiento, que tengo que decir que es muy bueno en la versión de PlayStation 5, los gráficos son muy justitos para un juego de esta generación. Tiene unas texturas muy pobres y una iluminación muy irregular. Además, choca ver un Final Fantasy realista con tan poco mimo en este apartado.
La dirección artística corre la misma suerte que el apartado gráfico, ya que más allá de algunos diseños de jefes finales y algunas armas y armaduras, en general no es un juego bonito. No entra por los ojos y en muchas ocasiones la pantalla se convierte en un verdadero caos visual lleno de elementos que no tienen una armonía visual.
Quizás los efectos visuales son destacables en todo el desastre técnico que es el juego y algunos ataques y habilidades son realmente espectaculares. Pero no deja de estar dentro de esa vorágine de malas decisiones a nivel artístico y el decadente apartado visual.
Pero en lo que sí puede vanagloriarse el título de Square Enix es en la maravillosa banda sonora que tiene. En este juego se consigue una mezcla de lo clásico con lo moderno realmente notable, una banda sonora llena de remezclas de temas icónicos de la saga que suenan de maravilla y siempre están acertadas con cada situación que presenta la obra. Todo un acierto.
Conclusión
El buen hacer del Team Ninja con todo el apartado jugable es lo más destacable de un título que palidece en los otros aspectos. Tiene buenas ideas, como la inclusión de referencias y el final tan acertado que tiene, pero se ve lastrado por un conjunto de decisiones, como mínimo, cuestionables.
Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin es un título particular. Una obra tan original que puede llegar a confundir y tras jugarlo, no dejará indiferente a nadie.
Lo mejor
- El sistema de combate.
- La banda sonora.
- La conclusión del juego y las referencias a la saga Final Fantasy.
Lo peor
- El apartado técnico y artístico.
- La trama.
- El sistema de equipo y botín.
Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin
Plataforma/s: PC, PlayStation 4, Playstation 5, Xbox One, Xbox Series
Desarrollo: Square Enix
Jugadores: 1
Audio/Textos: Español y Español
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