Vivimos tiempos extraños. Una era repleta de incertidumbre por un futuro oscuro y descorazonador. Quizás el escenario más escatológico traiga el deseo inconsciente de una masa deforme que tan solo ansía la purificación de las llamas del Apocalipsis. Ya que, tras la destrucción, una tierra virgen repleta de posibilidades se abre ante aquellos lo suficientemente fuertes como para sobreponerse al fin del mundo.
Ante esta tesitura nos coloca Shin Megami Tensei III Nocturne HD Remaster, la remasterización del aclamado título de Atlus, estrenado originalmente en 2003 para PlayStation 2. Esta entrega supondría la tercera de la saga Shin Megami Tensei o SMT. Franquicia que ocupa su puesto en el triunvirato de los JRPG’s más influyentes, junto a Final Fantasy y Dragon Quest.
Sobre las cenizas de Tokio
Nuestro protagonista, un adolescente tokiota, es citado por su profesora en un inquietante hospital de Shinjuku. Al llegar, no encuentra a nadie, tan solo a dos compañeros que, al igual que él, han sido convocados por la docente. El ambiente es cargado y las pisadas del personaje retumban por los desérticos pasillos del edificio a coro de una música opresiva y sobrenatural. Finalmente, nos reunimos con ella en la azotea y con aplomo revela la verdad: el hospital es el único lugar protegido ante un evento denominado la Concepción. Este acontecimiento traerá el fin del mundo, aniquilando cualquier forma de vida y abriendo la puerta a dimensiones que mantenían sellados a los demonios. La profesora no ha salvado a sus alumnos, los ha condenado a un destino peor que la muerte.
Su profecía se cumple. El mundo comienza a quebrarse y retorcerse; Tokio crepita lanzando sonidos agónicos. Definitivamente, es el fin. El joven pierde la consciencia, accediendo a un plano onírico donde le espera un dúo particular: un niño y una anciana vestidos de luto quienes se encargan de introducirle en la nueva realidad. Si desea sobrevivir, deberá abandonar su humanidad y convertirse en un demonio. Tras el Apocalipsis, tan solo aquellos con el suficiente poder logran prosperar, no tiene otra opción. Es así como ingiere el Magatama, un parásito que le ofrecerá poderes demoníacos y le otorgará una nueva identidad.
Estos párrafos definen los primeros compases de una trama intrigante, capaz de atrapar al espectador y empujarlo a investigar los misterios que oculta el ocaso de la humanidad. En este aspecto, no hay mucho que objetar, es una narrativa atrevida con claras referencias a títulos como Evangelion ya que, al igual que ocurre con la obra de Hideaki Anno, se sirve de un cosmos religioso para elaborar un discurso sobre el individuo frente a las estructuras sociales. Su reflexión parece atemporal y, al mismo tiempo, pertinente.
La ley del más fuerte
La humanidad de nuestro personaje ha quedado atrás. Libramos el primer combate con las manos desnudas y asesinamos a nuestros rivales a base de golpes. En este título no hay espadas o rifles, las bestias se sirven de sus propias garras para despedazar a sus enemigos, y eso es lo que somos. Un ser en el horizonte entre lo humano y demoníaco, un Semi-oscuro.
Para sobrevivir, tendremos que hacernos con más poder y para ello reclutaremos a aquellos demonios que quieran ponerse de nuestra parte a través de combates por turnos. Estas refriegas consisten en explotar las debilidades elementales de los enemigos. Cuando ataquemos al adversario con un elemento al que es vulnerable, dispondremos de un turno más para atacar. Por otro lado, si el rival es capaz de bloquear la acometida o absorberla, perderemos el turno. Esta dinámica también se aplica al equipo enemigo.
Respecto a los demonios, podremos fusionarlos en la Catedral de la Oscuridad. Esta localización permite realizar combinaciones interesantes y jugar con las habilidades de nuestros compañeros en orden de obtener la creación que más se adecue a nuestra jugabilidad. Desgraciadamente, al tratarse de un título más primitivo, las fusiones no ofrecen la profundidad de entregas posteriores como Persona 3 (perteneciente a la saga spin-off Persona que dobló en popularidad a su rama principal), o Shin Megami Tensei IV.
Conforme nos abramos camino en las estériles superficies de las ruinas de Tokio, nos encontraremos con otros Magatamas. Al devorarlos, obtendremos nuevas actitudes y poderes que podremos usar a nuestro favor. Cada Magatama tiene sus fortalezas y debilidades; por ejemplo, si optamos por un estilo de combate centrado en las habilidades de fuego estaremos indefensos ante los gélidos ataques de nuestros contrarios.
Si algo ha resonado con fuerza entre la comunidad de jugadores es la dificultad de la que presume Nocturne. Esta fama es totalmente merecida, los combates son inmisericordes y exigentes, obligando al jugador a planificar su estrategia antes de abordar las contiendas. Al contrario que en otras franquicias de JRPG, los primeros jefes podrán arrasar con nuestro equipo si no vamos lo suficientemente preparados.
¿Es un título inflexible? Por supuesto. Pero estos estándares de dificultad son la norma en la saga Shin Megami Tensei. De hecho, el desafío que ofrece su tercera entrega palidece si es comparada con sus predecesoras. El videojuego mantiene en tensión al jugador en todo momento, convirtiéndose en una especie de quimera que contiene trazas de Survival Horror y RPG: las batallas son frecuentes, los recursos limitados y tendremos que medir al milímetro el consumo de puntos de magia si no queremos quedarnos expuestos durante el recorrido de las mazmorras.
Los puntos de guardado llegan a sentirse escasos, mientras que la mayoría de los lugares de curación se reserva a ubicaciones específicas; imponiendo una rutina de backtracking para asegurar nuestro progreso. Puede parecer un transcurso áspero, y en parte lo es, pero estamos ante una remasterización que respeta la jugabilidad del trabajo original.
Aquellos que no puedan sobreponerse al reto, pueden optar por su nuevo modo de dificultad: Misericordia, que facilitará la experiencia a los neófitos. Este añadido es de las pocas novedades gratuitas que incorpora el juego. Con esto me dirijo a la política de DLC que ha tenido Atlus con Nocturne.
Y es que el videojuego incluye de lanzamiento una ristra de complementos descargables de pago que se antojan cuestionables. Dante de la serie Devil May Cry (personaje incluido en la versión que nos llegó a Occidente bautizada como Lucifer’s Call) pasa a formar parte del ‘paquete Maniax’. Esta decisión, junto a otros paquetes con interesantes novedades, extra-monetiza el retorno de una de las entregas más apreciadas por la comunidad y amarga el clima de celebración tras su anuncio.
Los coros del abismo
La música de la saga Shin Megami Tensei siempre se ha caracterizado por ofrecer composiciones místicas y oscuras para la exploración de escenarios, mientras que las batallas resonaban a ritmo de rock enérgico y vibrante. Nocturne recoge el testigo y perfecciona hasta el extremo la praxis.
Por ejemplo, si escuchamos el tema de la sede Mantra, nos asaltará una canción que maneja con maestría un aura tétrica y sangrienta. El estruendo de sus tambores sobrecoge al espectador. La atmósfera es fatigosa, los combates se suceden y el ritmo de la percusión parece acrecentarse a medida que avanzamos por el emplazamiento.
Si acudimos a la pieza reservada a los jefes finales volveremos a sorprendernos. Es una composición caótica donde los cambios de ritmos no dejan de sucederse. Una guitarra eléctrica comanda, junto a un coro de voces distorsionadas y espectrales, el frenetismo del enfrentamiento. Nuestra adrenalina se dispara, la sangre comienza a arder y la violencia se convierte en el único lenguaje posible.
Y, en un lado diametralmente opuesto, juguetea con tonos ceremoniosos y rituales. Durante la Concepción, las suaves notas de piano encierran la armonía caduca del mundo que está a punto de desaparecer. Le sucede un órgano que expulsa a través de sus turbinas notas que recuerdan a herejía y perdición. Todo finaliza con estruendosos solos de guitarras que simbolizan los últimos latidos del cosmos.
Esto es gracias a su compositor, Shoji Meguro, que encapsula a la perfección el tono decadente y nihilista del videojuego. Es una banda sonora preciosa, transgresora y experimental. Y, sin embargo, me entristece el tratamiento que ha sufrido en el remaster. Las canciones de las batallas no se han adaptado adecuadamente a los dispositivos actuales. Suenan distorsionadas, y la calidad que ofrecía el título original se diluye a causa del escaso mimo por parte de Atlus en el producto.
Orden y caos
Más allá de sus mecánicas y ambientación contemporánea, Shin Megami Tensei sobresalía por una narrativa ramificada a raíz de las decisiones del jugador. Nuestras respuestas nos conducirán a una resolución que apelaba a nuestro posicionamiento moral. Las rutas se dividían en: Orden, Neutral y Caos.
El camino del Orden llevaba al protagonista y a sus semejantes a un espacio pacífico, donde la paz y la armonía eran regidas por la estricta vigilancia de Dios. El Caos era totalmente lo opuesto; un libre albedrío anárquico donde la voluntad del más fuerte prevalecía entretanto los débiles eran aplastados. La senda Neutral encierra un nombre engañoso. No es un término medio, es la vía que libera a la humanidad de los susurros de los demonios y el régimen angelical, la voluntad del individuo frente lo sobrenatural.
Esta división no es una incorporación novedosa. Ya fue planteada en los alineamientos de Dungeons & Dragons hace más de cuarenta años. Aun así, hay que señalar sus méritos. D&D establecía su eje ético durante la creación del personaje, clausurando su conducta desde el inicio de la partida. Por otro lado, SMT desarrollaba la moral del protagonista durante el transcurso de la aventura y sometía al jugador a elecciones que pivotan en una escala de grises.
Esta ambivalencia se acentúa en Nocturne gracias a la Razones. Aquellos humanos que sobrevivieron a la Concepción deberán forjar su Razón, una ideología capaz restaurar el mundo y modificar su arquitectura social. Sin entrar mucho en detalles, cada personaje encarna un posicionamiento filosófico que puede derivar a un mundo donde se articule al extremo sus efectos prácticos.
Debido a esta pluralidad de elecciones, el juego cuenta con un total de 6 finales, invitando a la rejugabilidad y a aproximarse a sus diferentes perspectivas.
La belleza en la ruina
Su apartado visual no exhibe mucho arreglo, con un filtro HD que eleva su resolución y alguna pincelada aquí y allá. Bastante de agradecer es el lavado de cara de algunas texturas y el refinamiento de los modelados 3D.
¿Es esto suficiente? Lo cierto es que no. Se nota que estamos ante un título proveniente de PlayStation 2 y la culpa no reside únicamente en su músculo técnico: el menú e interfaz se sienten anticuados, la cámara se resiste a funcionar como debería y las animaciones de los personajes son rígidas. Es una traslación vaga. Y esto se refleja en unas cinemáticas que niegan a actualizarse a los parámetros actuales, con una resolución 4:3 encorsetada entre dos bandas laterales para conservar algo de calidad en imagen. Este hecho derriba cualquier atisbo de espectacularidad durante los momentos álgidos del argumento y es una verdadera lástima, pues ofrece momentos epatantes a través de estampas que logran grabarse en las retinas.
Donde sí debo deshacerme en halagos es en su aspecto artístico, con un diseño de personajes y criaturas a cargo de Kazuma Kaneko. Su estilo, caracterizado por el uso de una paleta de colores cálidos pero apagados, cuadra con los paisajes llenos de escombros y arena.
Enlazando con esto último, sus escenarios son apoteósicos. A pesar de la catástrofe, algunos emplazamientos de Tokio sobreviven y explorarlos supone un auténtico placer. En Shibuya, o Shinjuku, los edificios se erigen como esqueletos y nadie recuerda la vieja gloria de la humanidad. Por otro lado, los demonios han levantado sus propias edificaciones. Son obras con simetrías imposibles y formas disparatadas e inconcebibles. Esta morfología, en consonancia con su diseño de niveles, nos traslada a una dimensión caótica y hostil, incapaz de ser comprendida puesto que juega con sus propias reglas. Un ejemplo de ello sería el laberinto de Amala, donde la desorientación a causa de sus patrones intrincados se convierte en una vivencia macabra a causa de sus palpitantes muros de carne y membrana.
Conclusiones
Shin Megami Tensei III Nocturne HD Remaster no es el retorno que esperaban los fans, pero sí una gran oportunidad para los recién llegados. La mayoría de sus defectos son heredados de su versión original. Y, para colmo, tras masterizar los combates por turnos en Persona 5, la propuesta de Atlus se siente desactualizada en los tiempos que corren, repleto de títulos fluidos de partidas breves pero fructíferas. Aun así, aquellos que se adentren en los restos del viejo mundo y resuelvan sus misterios se verán recompensados con una trama cuya calidad no ha vuelto a lograrse dentro de la saga principal.
El infierno campa a sus anchas. La tierra baldía da paso a los resquicios de una civilización extinta. Los aliados escasean, y los recursos aún más. Aquí la vida carece de valor. Sin embargo, los que se alcen victoriosos y abracen su demonio interior vivirán una experiencia que no podrán olvidar.
Lo mejor
- Una historia que despliega un universo único y que atrapa al jugador desde el comienzo.
- Su dificultad es exigente, ofreciendo un desafío que recompensa planificar las jugadas.
- Las composiciones de Shoji Meguro siguen sobresaliendo de la media…
Lo peor
- …pero debería haberse tenido un mayor mimo a la hora de adaptarla.
- Las cinemáticas han sido recortadas para ganar definición. Siendo una determinación perezosa a la problemática de la resolución.
- El contenido descargable se siente como una mutilación de la experiencia total.
Shin Megami Tensei III Nocturne HD Remaster
Plataforma/s: Nintendo Switch, PC, PlayStation 4
Desarrollo: Atlus
Jugadores: offline
Audio/Textos: Audio en Inglés y Japonés / Textos en castellano
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