Mi historia con Monster Hunter es una de decepciones. Mientras muchos de mis amigos se juntaban para jugar en PSP o Wii, yo me quedaba fuera tratando de comprender la fiebre que tenían por cazar monstruos. La jugabilidad pausada, el farmeo desmedido y la gran cantidad de datos que se debían manejar siempre acababan en frustración. Sencillamente, no era un juego hecho para mí y mi escasa paciencia. No obstante, el año pasado llegó a las tiendas Monster Hunter World para PlayStation 4, Xbox One y PC, sorprendiendo al mundo entero con sus gráficos renovados que suponían un lavado de cara absoluto para la franquicia, llamando también mi atención. Casi dos años más adelante Capcom lanzó la primera gran expansión del juego: Iceborne, en el que añade una nueva zona, nuevas mecánicas, monstruos y un largo etcétera. Al ver publicada esta expansión vi la oportunidad perfecta para introducirme de una vez por todas en este mundo gracias a la copia que nos envió Koch Media.
Cuando inicio el título decido investigar el acceso a la expansión, el objetivo principal de mi análisis, sólo para darme cuenta, horrorizado, de que debo completar primero la aventura principal del título. “Esto va a llevar un tiempo”, me digo, mientras contacto con mi amigo más cercano que conoce el juego a la perfección. No obstante, descubrimos que no podemos jugar a la campaña simultáneamente, sino que uno de nosotros debe estar adelantado en la trama para poder ayudar al otro. Por ello, nos vamos turnando para avanzar por la trama en función de nuestros ratos libres. Un gran error para un título tan enfocado al online.
Durante mis primeras misiones me encuentro maravillado con la calidad gráfica y jugable del título y sus increíbles escenarios, llevados a cabo con una pericia superior a la que esperaba. Unos niveles que mantienen una coherencia tremenda con el mundo del juego. La jungla se une con la costa de manera orgánica y todo se siente como un ecosistema vivo que no espera nuestra presencia. A su vez, guarda muchas zonas distintas que suponen el hogar para distintos monstruos. No encuentro por ningún lado la sensación de que todo el mapeado está pensado para mi personaje, sino que mi personaje encuentra la manera de abrirse paso por enredaderas, raíces, ríos y árboles.
Recuerdo particularmente mi primer combate contra un Rathalos, seguramente el monstruo más conocido de la franquicia. Tras rastrearlo buscando sus huellas y escamas, dio comienzo un emocionante enfrentamiento que comenzó en la base de un árbol y me llevó casi por la totalidad del mapeado hasta llegar al nido de mi presa. Durante la persecución puedo discernir que al dragón le queda muy poco de vida tras haberle roto varias partes del cuerpo. Además le veo cojear, babear y tropezarse en sus ataques. Una vez allí, en un terreno elevado desde el que pude divisar toda la jungla, Rathalos me lanza un poderoso ataque ígneo que consigo esquivar en el último momento. Ese ataque impacta contra la roca que tengo a mi espalda, rompiendo la parte de la pared que nos separaba de una gran masa de agua. El agua se precipita sobre nosotros, arrastrándonos por las raíces del árbol de nuevo hasta el interior de la jungla donde, por fin, consigo acabar con su vida.
Los monstruos y sus viscerales ataques, en conjunto con los laberínticos escenarios y las diversas mecánicas de este Monster Hunter, consiguen que los primeros combates sean enfrentamientos épicos entre cazadores y presas. Discernir la vitalidad de tu enemigo en su comportamiento es un gran acierto que te hace sentir como un experimentado cazador. Sus ataques se vuelven más torpes y erráticos con el desgaste de la refriega, y puedes ver como sus escamas y/o plumas han ido cayendo a lo largo del combate.
Los movimientos del cazador también son orgánicos. Nuestro personaje se mueve en coherencia con el entorno, tropezando tras una caída desde una gran altura o corriendo horrorizado si el monstruo se encuentra detrás nuestro. Rodar para esquivar las acometidas del monstruo se convierte en tirarse al suelo desesperado si estamos huyendo del mismo, resultando en divertidos momentos en los que nos damos cuenta de que estas bestias son enemigos temibles.
Conforme avanzo en la trama, se va formando dentro de mí una gran relación de amor/odio con el juego. De nuevo me encuentro con mi poca paciencia y el poco tiempo libre para afrontar las tareas de farmeo del juego. Sin embargo, me encuentro cada día llegando a casa y encendiendo la consola para disfrutar de épicos combates contra monstruos. Cuando me quiero dar cuenta, me encuentro enfrascado en un círculo de vicioso de vencer enemigos y mejorar mi equipo con sus materiales, sólo para poder vencer criaturas aún más poderosas. En más de una ocasión siento que no puedo disfrutar del juego sin lanzar una bengala de auxilio que atraiga a jugadores a mi misión. Y en parte es cierto.
Monster Hunter World es un título que puede jugarse en solitario, aumentando la dificultad en caso de iniciar la misión en multijugador. De jugar en solitario, contamos con la ayuda del fiel Felyne, un compañero gatuno que nos prestará su ayuda ofreciéndonos cachivaches como trampas y curaciones. Estos compañeros tienen su equipo propio que podemos mejorar con materiales sacados de los monstruos cazados. Las armas y armaduras del Felyne son tremendamente divertidas y adorables, siendo uno de los componentes más kawaii del juego.
Aún con estas opciones, muchos monstruos tienen mecánicas pensadas para más de una persona, con una dificultad demasiado elevada para un solo jugador. Únicamente con tener a otra persona en la sesión que pueda atraer la atención del monstruo durante unos instantes, la jugabilidad mejora enormemente junto al alivio del jugador. Este detalle se acrecienta en Iceborne, una expansión claramente pensada para aquellos jugadores más avanzados en el título que, tras haber conseguido todos los objetivos, están sedientos de más desafíos. Mi perfil no es ese, y lo he notado en más de un enemigo.
El no poder elegir dificultad equipara a todos los jugadores al mismo nivel de desafío, lo que puede frustrar a los jugadores menos avezados o con menos tiempo para farmear, ya que mejorar las armas y las armaduras exige derrotar varias veces al mismo enemigo. Además, los eventos especiales suelen estar pensados para jugadores experimentados, impidiendo su acceso a todo aquel que se encuentre rezagado en la trama en lugar de proporcionar la misma misión en distintos rangos. Yo, por ejemplo, no pude disfrutar del evento de Resident Evil.
Algunos componentes de Iceborne los veo dentro del juego inicial como unas ayudas a novatos o como la principal novedad de la expansión: la garra retráctil. Gracias a esta herramienta los cazadores pueden encaramarse a un enemigo y realizar acciones como ejecutar un poderoso ataque, hacerle cambiar de dirección o realizar un disparo potente que le estrelle contra una pared. Además, desbloquea nuevas mecánicas en los escenarios, pudiendo engancharse a distintos sitios para escapar de los ataques enemigos. La expansión también desbloquea nuevas opciones para cada arma y nuevas opciones para las brigadas, así como un modo Foto.
La historia de Iceborne se centra en la migración de los Legiana a una zona helada. El suceso está relacionado con Velkhana, un dragón anciano con poderosos ataques de hielo. La expansión incluye escasas criaturas nuevas, centrándose en versiones distintas de enemigos ya conocidos o el regreso de antiguos monstruos ampliamente conocidos por los fans como Nargacuga o Tigrex.
Una vez dentro de Iceborne, lo primero que me llama la atención es Seliana, la nueva base del juego. Se trata de una base mucho mejor pensada que Astera, del juego base. En Seliana todo está mucho más a mano y consigue evitar los molestos tiempos de espera que encontramos en Astera cuando queremos acceder a las opciones del ayudante. En esta ocasión, el hogar queda relegado a un uso meramente estético, pudiendo decorarlo de muchas maneras. Así, la base se convierte en un centro de operaciones agradable mientras que el hogar pasa a ser una mecánica nueva que aumenta la interacción entre los usuarios. Tanto el hogar como la sala de reuniones pasan a ser espacios de interacción con otros usuarios con muchos elementos dedicados al roleplay y al modo Foto, recordando a Final Fantasy XIV. Aparte de este nuevo hogar, en la base también encontramos la máquina de vapor, un divertido minijuego de azar que ayudará a los jugadores a hacerse con objetos valiosos.
La nueva zona, Arroyo de Escarcha, es la más grande hasta la fecha y guarda muchas sorpresas que reservo para aquellos que quieran adentrarse en ella. Dentro conviven pequeñas criaturas nuevas como pingüinos, pequeños zorros o criaturas parecidas a mamuts. Como es habitual, los diseños están inspirados en épocas anteriores al hombre. En este caso, recuerda a los escenarios del Pleistoceno. No obstante, al ser un páramo helado, se pierde la diversidad de ecosistemas que guardan los anteriores escenarios. Durante las incursiones al Arroyo de Escarcha será necesario mantener caliente a nuestro cazador para que no vea mermada su resistencia. Para ello disponemos de bebidas calientes y aguas termales en las que relajarse, así como el viejo recurso de comer en la cantina o el campamento. Comer desbloquea animaciones con un nivel de detalle desmedido que nos dará hambre hasta recién comidos.
Nuevos monstruos significan nuevas armas y armaduras. Iceborne desbloquea innumerables opciones dentro del árbol de armas, con muchas ramificaciones inspiradas en los nuevos monstruos y algunas que mejoran las ya conocidas. Con las armaduras sucede lo mismo. Encontramos muchas armaduras inspiradas en las nuevas criaturas, pero también se incluyen nuevas versiones de armaduras ya vistas, con unos rediseños increíbles cada cual más imponente que el anterior. Es un placer vencer a un monstruo y correr a la herrería para ver el diseño de su armadura. Un placer que va más allá de subir los números de la defensa.
Conclusión
Tras dedicarle más de 120 horas (y contando) a Monster Hunter World y su expansión, Iceborne, el juego ha conseguido ganarse tanto mi odio como mi amor a parte iguales. No sólo Monster Hunter World es uno de los mejores RPG de acción que he probado en mi vida, sino que la expansión añade una cantidad ingente de nuevas misiones, monstruos y mecánicas que aportan un soplo de aire fresco al juego original. Se trata de un título en constante evolución que añade contenido (eventos, crossovers…) regularmente para que nadie tenga tiempo de aburrirse. Un título con un trabajo enorme en el diseño de niveles, la jugabilidad, la calidad gráfica y el sonido. Es el Monster Hunter que se merecían los fans y que sirve como puerta de entrada para una nueva generación de jugadores en la franquicia. La edición que incluye el juego base y la expansión es una oportunidad perfecta para probar el juego y una inversión de multitud de horas a un buen precio.
Quizás los puntos flacos sean la poca accesibilidad de algunos monstruos y algunas incongruencias en las hitboxes y las animaciones, así como la limitación de la entrada a los eventos a los jugadores más rezagados. Los efectos alterados pueden ser algo pesados y el castigo por un golpe enemigo muy elevado. Un juego que puede no ser para todo el mundo por la cantidad de tiempo que requiere así como la exigencia en algunos combates. Por otra parte, el no poder completar la trama junto con un compañero también puede echar a algunos jugadores hacia para atrás. No obstante, Capcom añade cada vez más posibilidades para aumentar el acceso de los novatos al juego y que puedan completar rápidamente el juego base. Cazadores, bienvenidos.
Lo mejor
- La ingente cantidad de contenido del juego base y la expansión
- El diseño de escenarios, enemigos y armaduras
- La variedad de armas que se adaptan a varios estilos de juego
Lo peor
- Eventos limitados a jugadores avanzados
- Algunas incongruencias en las hitbox
- Único modo de dificultad
- No poder completar la trama a la par que un amigo
Monster Hunter World
Plataforma/s: PC, PlayStation 4, Xbox One
Desarrollo: Capcom
Jugadores: 1
Audio/Textos: Inglés/Castellano
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