La versatilidad de Nintendo DS permitió el regreso de subgéneros que el manto del tiempo había procurado enterrar. Además, la extensión de su catálogo, sumado a su precio atractivo, logró una extensión comercial pandémica. Aunque por aquel entonces, la escena del videojuego independiente no había alcanzado la trascendencia que hoy conocemos, el escenario experimental de DS permitió cubrir esta carencia. El hardware era óptimo y el público exageradamente amplio: era el laboratorio perfecto.
Es así cómo tiene lugar el renacimiento de los videojuegos de “exploración”. Ese cajón de sastre de títulos de género fronterizo. A fin de cuentas, mientras que la pantalla superior proyectaba el universo bi/tridimensional, la inferior se encargaba de su labor cartográfica. Pero, ¿qué ocurre cuando el mapa también supone una opción interactiva? ¿Y si la geografía del terreno fuera en una tierra desconocida? Etrian Odyssey, el fruto de la experimentación y talento de esta época, se atrevió a aventurar una respuesta.
©ATLUS. ©SEGA.
El laberinto de Yggdrasil
Bañada por los mares del sur, la capital oceánica de Armoroad se extiende bajo la cálida sombra de un árbol que abriga toda la metrópolis. La sosegada vida costera se ve interrumpida por el hallazgo de unas ruinas submarinas que parecen ocultar un tesoro. El gobierno provincial, conocido como el Senatus, expande este rumor como la pólvora, atrayendo la atención de una miríada de exploradores que no dudan en lanzarse a la aventura. Entre ellos te encuentras tú, un trotamundos novato que desafiará al laberinto en busca de fama y fortuna.
La primera parada será el clan de exploradores, donde daremos nombre a nuestro grupo de aventureros y elegir cuáles serán sus oficios. Esta decisión no será cardinal, dado que podremos modificar a placer el elenco más adelante, pero supone una primera toma de contacto con las diferentes opciones jugables que propone el videojuego. Tras esto, conoceremos el resto de las instalaciones que nos proporciona Armoroad: un café donde aceptar misiones secundarias; un emporio donde abastecer a los personajes de armas y armaduras; una posada que nos ayudará recuperar fuerzas, etc. En pocas palabras, todos recursos del JRPG clásico recogidos en un único espacio.
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Hechas las debidas presentaciones, el juego moverá ficha y nos mandará a recorrer la corteza del laberinto. En el tutorial empezamos a atisbar elementos que pasaremos a comentar posteriormente, pero que podemos resumir en la siguiente frase: Etrian Odyssey es más duro que la rodilla de una cabra. Si nos descuidamos, perderemos a miembros de nuestro equipo en un pestañeo. La muerte llega tan rápido como el desgaste de recursos.
Sea como fuere, vamos a centrarnos en lo que podemos reconocer en un primer vistazo: la trama que conduce todas nuestras acciones es una mera excusa para ofrecer una amalgama de laberintos, enemigos infranqueables y horas interminables de grindeo. Como diría un miembro de la prensa especializada: es como Monster Hunter, pero sin volteretas. ¿Es esto algo malo? Por supuestísimo que no. Tal y como comenté en mi análisis sobre The Cruel King and the Great Hero, si la narrativa acaba por diluirse en la extensión del entramado mecánico, es mejor desplazarla. El mejor ejemplo lo tenemos en la propia franquicia, con Etrian Odyssey Untold: The Millennium Girl que si bien no tiene una narrativa mediocre, el resultado es… regulero.
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En esta trilogía, hay una serie de giros bastante interesantes, además de una tercera entrega que se atreve a ir más allá, pero ya os adelanto que en vuestra memoria permanecerá la satisfacción que supone imponerse sobre lo desconocido, la conquista de territorios y el adictivo progreso de personajes. Y, ya que sacamos a relucir lo interactivo…
Ariadna en la holocubierta
Dice el mito griego que cuando Teseo iba a internarse en el laberinto de Creta para dar muerte al minotauro, una Ariadna enamorada le ofreció un ovillo de lana para servirse de él durante su empresa. En el Etrian Odyssey original, nuestro hilo era el stylus, el lápiz que nos permitía realizar la labor cartográfica en la pantalla inferior de la consola. No solamente podíamos trazar el camino recorrido, sino servirnos de un surtido de iconos para señalar trampas, interruptores, cofres y todo aquello que considerásemos conveniente. Esta labor de artesanía topográfica nos ayudaba a orientarnos en los diferentes estratos del laberinto y, junto a los combates por turnos, suponía uno de los pilares de la experiencia. No se trataba únicamente de exterminar adversarios perpetuamente, también era indispensable planificar huidas de emergencia y gestionar las particularidades del terreno.
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Aunque sea lógico, considero necesario mencionarlo: esta versión remasterizada ha perdido el dinamismo que ofrecía la portátil bifronte de Nintendo. El mapa ha quedado recluido en la esquina superior derecha de la pantalla, donde conseguiremos atisbar nuestro progreso en la mazmorra; y, a golpe de botón, será posible ampliarlo para configurar el entorno a placer. Al hacerlo, la pantalla sufrirá un corte vertical, donde controlaremos ambas ópticas. Este sacrificio delata la instauración del videojuego en un hardware que no le corresponde, quedando en un resultado tosco pero comprensible.
En lo que respecta a las batallas, tenemos tres opciones de dificultad a nuestra disposición: Pan comido (reservado para las personas que esperan a que la pizza se enfríe antes de sacarla del microondas), Básico (cuidado, es un nombre que engaña, veinte minutos de exploración pueden restarte años de vida) y Experto (Dios existe y te odia). Una vez elegido el nivel del desafío, estaremos listos para batirnos en duelo con las bestias que pueblan el laberinto de Yggdrasil. Los combates son clásicos a más no poder: a través de un sistema basado en turnos, tendremos que elegir las habilidades convenientes para derrotar a nuestros adversarios mientras procuramos reducir el gasto de esos valiosos puntos de magia que pueden sacarnos de un aprieto.
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No tendremos apenas tiempo para entrar en harina, pues los primeros combates ya nos exigirán cuidar meticulosamente nuestras acciones. Si no optimizamos nuestro equipamiento concienzudamente mientras mejoramos las características de nuestro grupo, caeremos con facilidad. Es exigente, y a lo largo de la experiencia encontraremos barreras insalvables que solo podremos sondear a base de cosechar experiencia. A su vez, tendremos que conocer las fortalezas y debilidades de las clases seleccionadas para colocarlas convenientemente en el campo de batalla. Por ejemplo, un caballero de robusta armadura encontrará su lugar en la vanguardia, mientras que los magos y sanadores se hallarán detrás, evitando así el fuego enemigo.
Entre muros y sendas
La vista en primera persona permite apreciar los detalles que pueblan los escenarios de Etrian Odyssey. Mientras que el píxel gordo de Nintendo DS provocaba que los laberintos fueran genéricos, aunque coloridos, esta remasterización permite disfrutar de una explosión cromática que casa con los carismáticos diseños de personajes Yuji Himukai.
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Y es que Himukai puede presumir de una notable trayectoria. Tras iniciar su carrera ilustrando novelas ligeras, el dibujante no tardaría en destacar y ser reclutado para el arte de videojuegos como Kumatanchi y Fire Emblem Heroes. Su estilo destaca por su distintiva estética chibi y su manía de representar a muchachas, que muy posiblemente no hayan alcanzado la mayoría de edad, con cuerpos exageradamente voluminosos.
Sea como fuere, el lavado de cara le ha sentado de maravilla. Esta limpieza gráfica logra resaltar un apartado visual que había permanecido discreto y cuya trascendencia ha podido atestiguarse en futuras producciones de Atlus. Y, ya que hablamos de la filial japonesa, no tengo sino que felicitarla nuevamente por atreverse a traer títulos de nicho a nuestro idioma. Porque sí, el videojuego nos ha llegado totalmente traducido al castellano, permitiéndonos disfrutar de una segunda y tercera entrega que hasta ahora no habían escapado de la lengua de Shakespeare.
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En lo que respecta al rendimiento, señalar que el juego no supone un portento gráfico, así que tampoco sufre en sus diferentes versiones. Sin embargo, en PC sí que tiene una peculiaridad que juega a la contra: Denuvo. Habiendo probado el título en Steam Deck, debo mencionar que he sufrido algunos bajones de frames tras la llegada de esta coraza antipirática. Aunque sea puramente anecdótico, no puedo pasar la oportunidad de denunciar estas prácticas donde acabamos pagando justos por pecadores.
Por último, la música compuesta por Yuzo Koshiro ha sido modificada para adaptarse a las virtudes del hardware. Sus trabajos destacan por inundar las travesías a través de las mazmorras con un aura mística y onírica, mientras que el registro de los combates orbita entre la épica y la oda nostálgica al JRPG.
El jardín de los senderos que se bifurcan
Etrian Odyssey es el testimonio de una Atlus que continúa expandiendo sus propiedades intelectuales en Occidente. El renacer de una compañía tímida que siempre ha procurado abstenerse del riesgo y cercar pero asegurar la masa de consumidores objetivos.
Si eres un fanático de propuestas clásicas como Wizardry o Might and Magic, no puedes perderte las virtudes de esta franquicia. A pesar de su dificultad, el juego se esfuerza por ser ameno y atractivo, recompensando cada gesta del jugador para volver a imponerle una nueva barrera que derribar. Sin más que añadir, lanzaros a por él; con un poco de suerte sus ventas nos servirán para recuperar Persona Q.
Lo mejor
- Uno de los exponentes del dungeon crawler ahora en castellano.
- Decenas de horas de contenido.
- La remasterización ha beneficiado enormemente al apartado visual.
- Una jugabilidad exigente y adictiva.
Lo peor
- El rendimiento en PC puede flaquear a causa del Denuvo.
- La curva de dificultad tiene unas parábolas loquísimas.
Etrian Odyssey Origins Collection
Plataforma/s: Nintendo Switch, PC, Steam
Desarrollo: Lancarse
Jugadores: 1
Audio/Textos: Español
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