El pasado sábado 20 de septiembre, a las 18:15 horas, Marc Bernabé dio una conferencia sobre la traducción de mangas en la VIII Japan Weekend de Madrid. Tras presentarse, la charla se centró en los retos que plantea la traducción del cómic japonés y concluyó con la exposición de algunos ejemplos en la práctica.
Al principio, Marc Bernabé se presentó diciendo que estudió Traducción e Interpretación en la Universidad Autónoma de Barcelona, escogiendo el idioma japonés porque desde que vio Dragon Ball en la televisión allá en los 90, sentía un cariño especial por esta lengua. Tras haber realizado un programa de intercambio en Japón y licenciarse, su primer trabajo como traductor no fue un manga, sino el anime de Sin Chan, ya que era verano y todos los traductores de japonés estaban de vacaciones. Tras Sin Chan, mandó su CV a Glénat y Planeta, que estaban buscando traductores para editar sus mangas.
Después, reveló el primer reto de la profesión: que se trata de un lenguaje oral en formato escrito y ha de mantenerse la espontaneidad y la frescura de un lenguaje no formal, hay que evitar recurrir a traducciones formales y bien redactadas.
En segundo lugar, se trata de una traducción creativa a partir de una lengua con muchas ambigüedades. Ha de ser fiel a lo original pero mantener más bien el tono que las palabras exactas. El japonés es una lengua con muchas ambigüedades, los verbos no tienen forma futura, los sustantivos no tienen ni género, ni número, hay que deducirlos con la ayuda de un adverbio o por el contexto. Siembre que no está seguro, Bernabé pone un texto neutral como “qué fatiga” en vez de “estoy cansado/a”. Un ejemplo es el caso de La abuela y su gato gordo que acaba de licenciar Planeta, donde al principio no se especificaba si se trataba de un gato o gata pero en los siguientes tomos resultó ser una gata.
El orden de las palabras es totalmente diferente en japonés, por lo que se debe descomponer la frase y volver a colocarla pero en castellano. Para hacer eso, se debe tener en cuenta el contexto: quién lo dice, para quién lo dice, etc. Se trata por tanto, de ser creativos.
En tercer lugar, el traductor también tiene que tener en mente la variedad de géneros y lenguajes. Hay historias para todos los públicos en el mundo del manga, incluso para la primera generación que comenzó a leer este tipo de cómic, como las obras de Tezuka. En la actualidad contarán con 70-80 años pero tienen su nicho de mercado. Se centran en historias sobre personas viudas o solitarias. Los géneros que incorporan muchos tecnicismos, como los de doctores, cocineros, etc. plantean desafíos, igual que los centrados en samuráis, como el Lobo Solitario y su Cachorro, que incluyen un lenguaje y filosofía muy exóticos.
El quinto reto es el factor espacio en las viñetas. Hay que prescindir de detalles para que quepa el texto. Si el traductor es bueno, se va a perder pocos matices y se puede solventar con letra de menor dimensión. Pero en anime esto no es posible ya que si en japonés hablan 5 segundos, en español también deben hacerlo 5 segundos.
Además, en los mangas el texto se pone de derecha a izquierda y se leerá de arriba abajo, por lo cual los bocadillos son verticales y alargados. Mientras tanto, los occidentales escribimos de izquierda a derecha y los bocadillos de los cómics estadounidenses y franceses suelen tener una posición horizontal.
El sexto reto es el sentido de lectura de derecha a izquierda. Al principio, al público español no le pareció cómodo, por lo que las páginas se espejaron. Pero planteó problemas, como que los corazones de los personajes quedaron en el lado derecho de sus cuerpos, los zurdos se quedaron diestros y viceversa. Cuando el dibujante de la obra era muy bueno, no planteó problemas, pero cuando no era tan capacitado, quedó raro el dibujo. Hoy en día se deja de espejar las páginas –salvo cuando se trata de obras destinadas a un público muy general, como los de Herder– y se mantiene la dirección de lectura oriental.
El séptimo desafío proviene de las onomatopeyas propias de autores nipones. Al principio también se intentaron occidentalizar y traducir, lo que subió considerablemente los gastos en rotulación si se quería lograr un efecto parecido al original. Pero en muchos casos la rotulación no se llevó a cabo de forma cuidadosa y quedaron poco vistosos, como en la primera edición de Rurouni Kenshin.
Para colmo, las onomatopeyas son parte del dibujo, no se deberían quitar sin razón, pero plantean problemas para los lectores que no entienden japonés, por lo que se pierden un detalle si las onomatopeyas carecen de contexto. La solución es mantener la onomatopeya en su forma original y poner un subtítulo debajo de ella. Lo negativo es que recarga la viñeta.
Aun así, según Bernabé, lo más conveniente es no espejar las páginas, mantener las onomatopeyas y subtitularlas, como ahora se está haciendo en Norma Editorial.
El octavo reto procede de los elementos culturales nipones, concretamente de la decisión de adaptarlas o traducirlas. Bernabé puso el ejemplo del festival del Hina-Matsuri, que se celebra el día de las niñas. Existen varias posibilidades: i) en caso de que el festival no tenga ninguna relevancia en la historia o sea para un público muy general o de corta edad, poner simplemente “festival de las niñas”, sin complicarse la vida; ii) traducción exacta y rigurosa, poniendo una nota a pie de página para explicar su significado. Se hace sobre todo cuando todo el capítulo está dedicado al festival y la obra es para lectores interesados en Japón; iii) recurrir a una traducción explicativa, si cabe en la viñeta o bocadillo, ponerlo españolizado.
Por ejemplo, en Bakuman, se emplearon muchas notas del traductor, que es verdad que interrumpen un poco la lectura, pero el público, ansioso por saber más sobre el mundo de las editoriales de manga, se lo agradeció. Por tanto, la solución a los elementos culturales dependerá de la obra y del público, particularmente de su edad y nivel de especialización.
Otros criterios que debe tener en cuenta el traductor y que no tienen que ver con los lectores a los que va dirigida la obra son:
– Si el manga se licencia antes o después de que el anime se tornase popular. En el primer caso se tiene mayor libertad, pero en el segundo se suelen mantener las expresiones del anime.
– El criterio de cada editorial. Por ejemplo, Norma exige que en un shonen no se empleen varias palabrotas seguidas. Planeta por su parte, desea que se sigan los criterios de la RAE (como poner “samurái” con acento).
– La fama de la serie. Aquí entra la antigüedad y los grupos de scans/fansubs. Por ejemplo, cuando Mangaline editaba Berserk, el nombre del protagonista fue romanizado como Gatsu, como lo pronuncian los nipones. Cuando Glénat retomó la serie, el autor ya había especificado que la pronunciación correcta es “Guts” (del inglés “gut”, que significa tripa, víscera) y esta editorial decidió romanizarlo de esta forma. Les llovieron palos pero esta medida fue deseo del propio Kentaro Miura. En cuanto se trata de una obra conocida en Internet por las traducciones de los fansubs, muchos lectores desean que en la edición formal se mantengan los mismos conceptos que en las páginas webs donde llegaron a conocerla.
Bernabé especificó que el traductor de mangas suele ser un profesional autónomo, quien trabaja desde casa, con todos los desafíos que ello conlleva: tener ganas de levantarse de la cama, quitarse el pijama y ponerse a trabajar, lo que requiere mucha autodisciplina. Normalmente es constante en el trabajo y hace unas horas más o menos fijas. A veces se tira toda la mañana o día tratando de pensar cómo traducir los retos más complicados, como los juegos de palabras. Finalmente, dio dos ejemplos: un enigma presente en Bakuman y unos experimentos con viñetas incluidos en Reproducción por Mitosis, que le dieron muchos dolores de cabeza.
En fin, la labor del traductor de manga japonés no es nada fácil, a parte de enfrentarse a la traducción de lenguaje oral en formato escrito, tiene que lidiar con las barreras derivadas de un idioma oriental con diferente forma de escritura, sentido de lectura y ambigüedad gramatical. Además debe trabajar como autónomo con mucha autodisciplina pero si uno realmente disfruta con el el mundo del manganime, sin duda es uno de los trabajos más gratificantes.
Facebook
Twitter
Pinterest
Instagram
YouTube
RSS