Hubo una época “curiosa” en la televisión pública que coincidió con mi adolescencia. A algún/a programador de TVE le debieron vender un paquete de los animes que, por aquella época, estaban de moda (o salían baratos). De esta manera desembarcaron casi a un mismo tiempo Slayers y Marmalade Boy en la parrilla de La 2, la segunda cadena pública estatal.
A la salida del instituto, más o menos sobre las dos de la tarde comenzó la accidentada, censurada y maltratada emisión de Slayers, que no obstante provocó una gran revolución en el panorama friki. Y es que, queridos otakus, antes se nos compraba con muy poco.
Reena y Gaudy
Y allí estaba ella; superpoderosa, malhablada, con muy poquita paciencia, sin pechos y comilona como cualquier protagonista de shonen estándar. Reena viajaba por el mundo en busca de aventuras acompañada de su descerebrado y guapo guardaespaldas, Gaudy.
No sería hasta un poco más tarde cuando nos enteraríamos que en realidad no se llamaban así, sino que sus nombres originales eran Lina y Gourry y que sus andanzas no comenzaron con aquella primera serie de animación, sino que la precedían novelas y mangas que ya llevaban un buen tiempo dando de hablar en el país del sol naciente.
Pero, ¿y eso qué? A España llegó el anime con el opening y el ending correspondientes a Slayers Next, con capítulos censurados y otros que directamente ni se emitieron. Ni el opening recauchutado, con su logo creado en microsoft word logró echarnos pa’ atrás.
¿La adaptación al castellano? Pues en la mayor parte de los episodios parecía que se estuvieran inventando los diálogos sobre la marcha, y uno de los errores más sangrantes fue la mala traducción del famoso ataque de Reena “Dragons Slave” como “Droga de esclavos”, que más tarde corrigieron, sí, pero vaya, que ahí queda.
Y el doblaje… ¡Ay, el doblaje ! Si yo, que eras una friki adolescente sin demasiado criterio ni idea básicamente de nada, podías ver que aquello no estaba bien, no puedo ni imaginar el cachondeo que podía haber en aquel estudio de doblaje.
Marta Sainz (voz habitual de Naomi Watts) fue la voz de Reena y además asumía otros muchos papeles de personajes secundarios. Cualquier personaje nuevo que apareciera era doblado exactamente por las mismas personas que ya llevaban el peso de los protagonistas, resultando en capítulos dramáticos con voces forzadas de pito o roncas como la de un fumador de tres cajetillas diarias. ¿Reír o llorar? Pues básicamente aguantarse, no imagino los recortes salariales de aquel estudio, espero que al menos les dieran café.
Le emisión de Slayers pasó por la televisión pública con altibajos, habiendo muy pocas reposiciones y aún menos de la primera parte. Podríamos decir que tal y como vino, se fue. No debió cosechar demasiado éxito de audiencia, aunque con aquellos horarios fue un milagro que no pasara aún más desapercibida. Pero aquel pobre anime, con su censura y sus múltiples defectos de forma, encajado en la parrilla de La 2 con calzador, justo antes de Saber y Ganar -ya entonces presentando por el incombustible Jordi Hurtado– supo ganarse nuestros corazones. Y quién después dejaba la tele de fondo hasta aprendía algo.
A la búsqueda del final censurado
Por si el periplo os ha sabido a poco he aquí una de las cosas que más enfadó e indignó a los fans de Slayers. Cuando finaliza Slayers Try (la tercera de las tres series que llegaron a TVE) nuestro buen programador, que hasta entonces se había estado cargando todos y cada uno de los endings así, a la salvaje, decidió que aquel último ending, en el que se contaba el destino de los personajes después de la última batalla, también le sobraba.
De esta forma los que seguíamos la serie por televisión nos encontramos con un anime sin final, tirándonos de los pelos y gritándole cosas que no venían a cuento a Jordi Hurtado.
Y ahí comenzó la búsqueda. ¿Cómo terminaba Slayers Try? Lo que hoy día se podría resolver con una simple búsqueda en Youtube, en el año 1998 no era tan sencillo. Si tenías suerte y pertenecías a alguna asociación, quizás te llegase aquel VHS chamuscao con el ending bueno, extraído a su vez de los VHS japoneses. Si no, la revista MangaZone lanzó dos especiales de la serie a color, con un muy buen artículo ilustrado en el que imagen a imagen nos contaba aquel final. Lo dicho, antes nos conformábamos con poco.
El fenómeno fan
A nadie sorprende si digo que muchos le debemos gran parte de nuestra afición a Slayers. En aquel entonces y con pocos medios a nuestro alcance, los otakus del lugar nos organizábamos para conseguir material inédito y celebrábamos cada descubrimiento.
Llegó el manga y la “moda Slayers” se extendió por los eventos de todo el país, los cosplayers rendían tributo a la serie del momento, las tiendas se afanaban en ofrecer el muy escaso merchandising disponible y las revistas de aquel entonces ofrecían especiales, que los más nostálgicos aún conservamos.
Durante mucho tiempo se pidió una nueva emisión en televisión de aquel anime, siquiera la comercialización del mismo en formato VHS o posteriormente, DVD. Pero por unas razones u otras los aficionados jamás tuvimos la suerte de poder hacer un revisionado de la serie.
No sería hasta años más tarde cuando corrió un descorazonador rumor al respecto: los masters originales de Slayers se habían destruido, quemados en un gran incendio de uno de los almacenes de RTVE.
Aquello fue la puntilla, donde nuestra última esperanza se perdió para siempre. Afortunadamente dicho rumor fue desmentido con los años, para gran alegría de todos.
Otakus viejos
Slayers llega tarde y, sin embargo, ¡qué bien que llega! Aún a pesar de los años transcurridos los aficionados estamos ansiosos de hacer ese revisionado obligatorio y recordar la mala leche que se gastaba Reena, lo tonto que era Gourri, lo valiente que era Amelia o lo sexy de Zelgadiss, aún a pesar de ser mitad golem.
Ah, ¡tan esperado reencuentro! Ya no tendremos que ir al Corte Inglés de Preciados, tan sólo para escuchar la voz de Zelgadiss anunciando que hay oferta en la sección de caballeros.
Han pasado casi veinte años tras aquella primera emisión y algunos de los que estuvimos, aún seguimos aquí. Somos otakus viejos, esperando un DVD para volver a cantar a todo pulmón aquel mítico Get along.
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