Ataque a los titanes siempre ha sido una montaña rusa de emociones: los humanos están al borde de la extinción y, ahora, existe algo más que los titanes que amenaza la supervivencia de la humanidad. El episodio de esta semana continúa por la senda de los dos anteriores y los grupos que habían sido separados por las circunstancias de la batalla confluyen en un mismo punto de forma trágica.
El episodio ya está disponible en la web de Selecta Visión a través de su simulcast en versión original con subtítulos en español. Pero, antes de continuar con esta review os recordamos que las siguientes líneas contienen spoilers de la trama del episodio.
Está nueva entrega de Ataque a los Titanes inicia donde acabó la anterior. Eren, que sostiene a un Bertholdt inconsciente, observa el cuerpo abrasado de Armin, que ha sacrificado su vida para dar a las tropas la oportunidad de vencer contra el Titán Colosal. Sin haber podido recuperarse aún del shock de haber perdido a su mejor amigo, Zeke, montado en el titán a cuatro patas, se presenta frente a él. Los misterios sobre el usuario del Titán Bestia no hacen más que incrementarse. Zeke conoce al padre de Eren, afirma que ambos son sus víctimas, que le ha lavado cerebro y promete que regresará a buscarle.
Levi, por su parte, que ha perseguido a Zeke para cumplir la promesa que le hizo a Erwin, no logra atraparlo. Eren, desesperado al escuchar a Armin intentar respirar, le pide el suero, lo único que podría devolverle la vida a Armin. Pero, algo parece retener al capitán.
Mientras tanto, Hange decide matar a Reiner. No cree que mantenerlo con vida vaya a serles de mucha más utilidad, y más todavía cuando lo único que éste les ha aportado es una carta de Ymir para Historia. Sin embargo, Jean, posiblemente movido por la amistad que le unió a Reiner, interviene. Dejarle vivir supondría que podrían tener acceso a más información sobre los titanes y el mundo exterior. Matarlo y perder esa oportunidad iría en contra de los principios de la propia Hange, que siempre ha buscado descubrir la verdad. Por eso, las palabras del chico hacen mella en ella y cambia de opinión. Hange ordena a Mikasa que vaya a ver cómo se encuentran Eren y Armin. Contar con un cambiante y con el suero podría salvar la vida de alguien.
A continuación, se produce un momento de confusión para el espectador. Tras un breve negro, tenemos un primer plano de una Mikasa, que se lleva la mano a la sien, gesto de dolor que ya le hemos visto en anteriores ocasiones (por ejemplo, en la segunda temporada, cuando Eren es secuestrado por Eren y Bertholdt). Eren grita a Levi para que le dé el suero y ella, paralizada, llora al ver el cuerpo de Armin sobre el tejado. A la vez, Floch aparece cargando con el cuerpo del comandante. Erwin aún respira.
Asimismo, la decisión de Hange tendrá inesperadas consecuencias. Jean pone en riesgo su vida para proteger a la capitana de ser devorada por el titán a cuatro patas. Esta situación les es útil a sus enemigos para, a diferencia de a Bertholdt, poder salvar a Reiner de un cruel destino. Jean, arrepentido por sus palabras, maldice. Hange, como superior y para liberarle de esa carga, asume las consecuencias de una decisión que, a priori, no era equivocada.
«Sol de medianoche» presenta las secuencias más sobrecogedoras que hemos visto a lo largo de toda la serie. Y en el centro del huracán se encuentra Levi Ackerman. Él es quien posee el suero y, por lo tanto, debe de tomar una importante decisión: salvar a Erwin, el comandante de las Tropas de Reconocimiento, o a Armin, el amigo de la infancia de Eren y Mikasa.
Ambos personajes han sido importantes para la trama, por lo que en teoría hay argumentos de peso para salvar a ambos. Erwin es el líder de las Tropas de Reconocimiento y ha estado detrás de la gran mayoría de las acciones que han ocurrido hasta este momento, aunque quizás no sea uno de los personajes que más salga o que más protagonismo haya tenido. Armin, en cambio, ha estado con Eren y Mikasa desde el principio y su presencia ha sido recurrente. No es un gran luchador (al menos en comparación con algunos de sus compañeros), pero lo compensa con su valentía e inteligencia. Armin ha sido también el responsable de muchos planes que marcaron puntos de inflexión en la historia.
Todos poseen buenos argumentos sobre por qué a uno u otro se le debe dar una segunda oportunidad en la vida: para Erwin, es su estatus como símbolo de esperanza, mientras que para Armin, es su capacidad para trazar planes. Levi lo tiene claro, el suero debe de ser para el comandante. Sin embargo, Eren y Mikasa no están dispuestos a dejar marchar a su mejor amigo de la infancia sin haber luchado antes por él. Los dos se revelan contra el capitán, su superior, a pesar de que sus acciones como soldados pueden tener consecuencias graves.
Cuando Hange, acompañada del resto, llega, en sus ojos puede verse el desconcierto de no llegar a comprender qué es lo que está sucediendo. Necesita unos segundos para darse cuenta de que Levi ha tomado una decisión y, a priori, es la más lógica posible.
Hange consigue detener a Mikasa antes de que cometa el grave error de herir de gravedad e, incluso, matar a un compañero. Hange, que entiende a la perfección el dolor por el que está pasando Mikasa, es la única que logra calmarla. Ambas nos regalan uno de los momentos más tiernos, pero también más dolorosos de Ataque a los titanes. Hange la abraza y, por primera vez, Mikasa se rinde. Ha comprendido, de la forma más dura posible, que no siempre es posible salvar a aquellos a los que se quiere y, por mucho que duela, a veces hay que dejar marchar.
Finalmente, Levi se queda a solas con los cuerpos de ambos, pero, cuando va a inyectarle el suero a Erwin, éste le aparta de un manotazo. Este gesto del comandante no es a propósito, sino que lo apartó inconscientemente al estar recordando en sus últimos momentos su infancia, alzando la mano para responder en clase a una pregunta de su padre. Y este gesto, aunque inconsciente, es suficiente para hacer cambiar de parecer a Levi. Erwin había dedicado toda su vida a justificar la creencia de su padre sobre el mundo y a explorar la verdad y, para lograr su objetivo, tuvo que deshumanizarse. Levi respeta a Erwin y a él le unen unos lazos que son difíciles de explicar. Por eso, Levi no desea ver sufrir más a Erwin. Dejarlo morir es la única forma de poder liberarlo. Erwin se había convertido en un demonio y, a diferencia de Armin, en un esclavo de su sueño. Con su muerte, Levi le permite marcharse de ese infierno en el que para él se había convertido la vida.
Esta polémica decisión de Levi seguramente dé mucho que hablar. El capitán cambia de opinión y el suero es finalmente para Armin. Justo cuando todos se habían resignado a perder a su amigo, Armin, convertido en un titán sin raciocinio, brota de la nada y devora a Bertholdt. Ahora que puede sentir, literalmente, el aliento de la muerte en el rostro, Bertholdt les ruega a sus «antiguos» amigos que lo salven. Es posible sentir la desesperación y el miedo de Bertholdt y, en última instancia, a sabiendas de que ni Eren ni nadie moverá un dedo por él, grita los nombres de Reiner y Annie, a quienes nunca volverá a ver. Bertholdt no se merecía un final tan cruel, pero Hajime Isayama de esta manera demuestra que en su obra nadie es intocable y que todos los actos de los personajes tienen consecuencias.
No obstante, este episodio me despierta sentimientos contradictorios. El montaje, con algunos cortes abruptos y rapidez en la narrativa, sobre todo al final del episodio, me confunden y no entiendo qué es lo que desea transmitir exactamente con ellos Wit Studio. Puede apreciarse, además, un dibujo diferente en la secuencia de la discusión por el suero, con el delineado más marcado y colores más intensos, si bien, en general, el dibujo flojea en la mayor parte del episodio.
Por otro lado, la ausencia de música en prácticamente todo el episodio es todo un acierto, pues deja el protagonismo a las voces de los actores, para que brillen en un momento en el que la interpretación es clave para transmitir al espectador la desesperación de los personajes. Sin embargo, me faltó escuchar una pieza de más intensidad en el momento en el que Armin, titanizado, devora a Bertholdt y posteriormente se tambalea hasta salir inconsciente del cuerpo del titán. Al fin y al cabo, Erwin ha fallecido y Armin, en cambio, ha recibido una segunda oportunidad.
Si en algo ha sobresalido siempre Ataque a los titanes es que no existe una justicia absoluta. Cada personaje es un «don nadie» luchando por sobrevivir y experimentando todas las miserias y dolores producidos por la guerra. Ahora que el ejército ha perdido la figura de Erwin Smith se presenta la incógnita de cómo afectará su ausencia, pues ya no cuentan con su símbolo y la persona que mejor sabía motivar a los soldados, especialmente para sacrificar su propia vida por la del resto. Esperamos que, en un futuro, ninguno tenga que arrepentirse de esta decisión.
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