El producto en cuestión es Shin-chan, adaptación del manga homónimo que desde hace años serializa en nuestro país Planeta. A tres meses del primer aniversario de la muerte de su autor, la editorial sigue apostando por las aventuras del travieso Shinnosuke, en una edición de tomos fiel a la original que, pese a la irregularidad con la que se publica, hace justicia a este clásico atemporal del humor para adultos.Por Nisa ArceUn pequeño terremoto de cinco años
Los Nohara son un matrimonio de lo más corriente: él trabaja de sol a sol en una oficina, ella es ama de casa y tienen un hijo, Shinnosuke, que ya va a la guardería. Nada les haría diferentes de otras tantas parejas, si no fuera por el hecho de que el niño, al que apodan cariñosamente Shin-chan, es un auténtico demonio: parlanchín, desvergonzado y curioso, con un desparpajo tal que le hace pasar por alto las estrictas normas de comportamiento que imperan en la sociedad japonesa, dando lugar a mil y una situaciones estrambóticas, sin olvidar su gran afición a pasearse desnudo en pos de la comodidad, sea donde sea y ante la presencia de cualquiera.
Por medio de capítulos de corta duración, en su gran mayoría autoconclusivos, se va perfilando un argumento que permite al lector conocer el universo de este protagonista canijo y granujilla que, por su descaro sincero e inocente, hará las delicias de todos aquellos que deseen pasar un buen rato en su compañía, sin otro afán que el de divertirse.
La simplicidad al servicio de la imaginación
Si hay algo que distinguía el estilo de dibujo del creador de Shin-chan, es la sencillez. No es este un manga que se caracterice por un grafismo espectacular repleto de detalles; sus trazos simples, los colores planos y la ausencia de fondos y tramas se convierten en un sello inconfundible que cumple, ni más ni menos, con su principal cometido: dotar de vida propia (expresiones faciales y corporales, esencialmente) a sus personajes, de morfología muy básica, casi caricaturesca. Algo que parece reforzar el mensaje de la obra, en la que se hace crítica del mundo adulto a través de un punto de vista infantil.
Yoshito Usui nació el 21 de abril de 1958 en la prefectura de Shizuoka. Sus inicios como dibujante se remontan al año 1985, cuando ganó un premio para mangakas debutantes en la revista Manga Action. Por aquel entonces trabajaba en una empresa de publicidad, pero ello le alentó a crear su primer manga, Darakuya Store Monogatari. Pese a que a lo largo de su carrera publicó varios títulos, como An Ba Ransu Zon o Super Shufu Tsukimi-san, la fama internacional le llegó de la mano de Shin-chan, serie que empezó a dibujar en 1990 y cuya publicación periódica no se detuvo nunca, ni siquiera después de su fallecimiento. Y es que, en el momento de su muerte, Usui había entregado a Futabasha, su editorial, dos capítulos hasta entonces inéditos.
Yoshito Usui fue hallado sin vida el 20 de septiembre de 2009 cerca del monte Arafune, tras llevar nueve días desaparecido. Había acudido allí para hacer senderismo, según dijo a su familia.
En un sentido homenaje, sus ayudantes decidieron continuar las aventuras de Shin-chan en una secuela que, quizás, vea la luz algún día en nuestro país.
Un clásico del humor no apto para todos los públicos
Es tanta la fama que Shin-chan ha ganado gracias a la emisión del anime en España que muy pocos no están al tanto de quién es ese criajo malhablado que tanta admiración causa entre los niños por sus expresiones y trastadas. Pese a todo, no conviene limitar la concepción de esta obra a los consabidos Oooooh, trompa-trompa y demás. Shin-chan es un manga de humor para adultos (como «indica» la leyenda recomendado para mayores de 13 años en las portadas de la edición española) y está dirigido, por tanto, a un público maduro, capaz de leer entre líneas todos los matices de sus críticas y parodias.
En cuanto a esta nueva edición en sí (anteriormente se publicaba en formato grapa, tanto en español como en catalán), Planeta ofrece, al módico precio de 2,95€, un tomo de pequeño formato impreso en papel de no demasiada calidad cuya principal pega es que, debido a su tamaño, a veces resulta bastante complicado de leer: los bocadillos de diálogo se apelotonan en las viñetas y las letras forman bloques compactos incómodos a la vista.
Pero no todo son pegas: lo económico de estos tomos, el alto contraste de impresión y, sobre todo, una traducción muy acertada, de mano del prestigioso Marc Bernabé, hace que la serie merezca la pena para aquellos que, tras haber visto el anime, sienten curiosidad por conocer de primera mano las ocurrencias de Shinnosuke al margen de la televisión y el cine, así como para los que gusten del auténtico humor japonés, corrosivo e irreverente.
Eso sí, hay que recordar que todavía no está, ni mucho menos, completa: la edición japonesa consta de un total de 49 tomos. Al ser la española un clon de la primera, y llevar un ritmo de lanzamiento bastante irregular, hay que armarse de paciencia si se pretende completarla. En este caso, al no suponer demasiado problema para el bolsillo, la espera depende únicamente del aguante del consumidor.
En definitiva: para niños encerrados en un cuerpo grande.
Lo mejor: Hay escenas tan divertidas que la lectura termina enganchando.
Lo peor: su tamaño minúsculo.
Ficha técnica:
Título: Shin-chan (nueva edición)
Título original: Shin-chan
Guión: Yoshito Usui
Dibujo: Yoshito Usui
Editorial japonesa: Futabasha
Editorial española: Planeta
Formato: tomo 11×17.5 centímetros, 124 páginas b/n
Precio: 2,95 €
Nº de tomos en japonés: 49
Nº de tomos en español: 13 y abierta
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