El arte de guardar las apariencias
MW arranca con la trepidante carta de presentación de Yûki Michio en forma de secuestro. Es así cómo el lector empieza a conocer a este joven y brillante empleado de banco que, bajo su fachada tranquila, esconde secretos a priori inconfesables: es calculador, maquiavélico, no tiene escrúpulos, se vale de sus rasgos andróginos para salir airoso de situaciones complicadas travistiéndose y, por si fuera poco, carece de pudor a la hora de sacarle partido a su bisexualidad.
Esta faceta pérfida es lo que trae de cabeza al Padre Garai, un cura católico que, además de confidente, es íntimo amigo y amante de Yûki. Ambos están unidos por un fatídico incidente vivido durante la infancia, cuando quedaron aislados en una remota isla japonesa donde se produjo un escape de MW, un gas que, al ser inhalado, provoca la muerte o sume a la víctima en un estado irreversible de locura.
Yûki, afectado por el MW, está dispuesto a cualquier cosa con tal de cumplir su objetivo: apoderarse del MW que custodian los militares y, después de hacer público el escándalo que hay detrás de dicha arma química, exterminar a la humanidad. Garai, entre la espada y la pared por el amor-odio que siente hacia él, tratará de impedirlo por todos los medios posibles.
Madurez creativa, crítica social
El primer contacto visual con una obra de Tezuka suele ser impactante. Son muchos los que, acostumbrados a los cánones estéticos del manga actual, sienten rechazo por su trazo brusco de proporciones personalísimas, sin apenas tramado. Sin embargo, basta con darle una oportunidad a las primeras páginas para que enganche con una fuerza demoledora. Tezuka fue, ante todo, un gran narrador, y en MW vuelve a demostrarlo.
El aspecto más interesante de este cómic, gráficamente hablando, es que pese a seguir respetando la esencia de su estilo, Tezuka se atreve a experimentar con todas las posibilidades del género, valiéndose del lenguaje cinematográfico clásico que con tanto empeño quiso plasmar mediante viñetas de diferentes grosores y formas, o superposición de elementos.
La ubicación temporal se evidencia en la apariencia externa de los personajes. Asimismo, la situación internacional (depresión económica, tensiones militares por la guerra fría, experimentos con armas químicas, sobornos, ataques terroristas de tintes anárquicos…) es recreada de forma cruenta y sin reparos, como si el propio Tezuka hubiese querido castigar a sus coetáneos reflejando lo peor de la raza humana: odio, violencia, falsedad, codicia.
Uno de los hechos reales que le llevaron a crear MW, fue el escándalo que sacudió al Gobierno japonés en el año 1974, cuando el por entonces Primer Ministro Kakuei Tanaka aceptó un soborno por valor de casi dos millones de dólares por parte de la compañía norteamericana Lockheed Corporation, siendo implicado en el denominado Caso Lockheed. 1976, año en el que Tanaka se vio forzado a presentar la dimisión, fue el elegido por Tezuka para plasmar con MW el sentimiento de impotencia y preocupación que asolaba a la población del país. ¿Podían los ciudadanos confiar en unos dirigentes que osaban negociar al margen de la ley importantes sumas de dinero, con armas de última tecnología de por medio y encubrimientos de catástrofes, quizás clasificadas por siempre de alto secreto?
En MW queda plasmada la disconformidad de la gente, que sale en masa a las calles en señal de protesta, ávida de respuestas ante las preguntas que, gracias a las dosis mínimas de información que les llega, formulan sin descanso. En este manga se descubre que el Gobierno mantiene oculto una reserva de MW suficiente para aniquilar a toda la población mundial, el cual, además, produjo un terrible suceso años atrás, cuando un escape acabó con la vida de prácticamente la totalidad de los habitantes de la isla de Okinomafune, tragedia a la que Yûki y Garai sobrevivieron y sobre la que el Gobierno echó una capa de tierra, manteniéndolo en el desconocimiento colectivo.
¿Redefiniendo las bases del BL?
Otro de los aspectos que más llaman la atención de MW, es el grado de importancia que tiene la homosexualidad en la trama. El comúnmente denominado yaoi, género por lo general acaparado por mujeres y destinado igualmente al público femenino, surgió en Japón en los años 70, definiendo roles bastante herméticos en torno a los componentes de una pareja formada por dos hombres. Tezuka parece haber tomado estas bases, puesto que mientras que Yûki y Garai tienen una personalidad definida y concisa por separado, en términos de pareja dichos roles cambian para redibujarse en las figuras del uke y el seme, tanto en el plano meramente físico como en el emocional.
Resulta peculiarmente atractiva la manera en la que Tezuka rinde homenaje a los patrones clásicos griegos, en donde la homosexualidad masculina era, en términos culturales, aceptada e incluso símbolo de poder. Para ello, no solo dibuja a sus personajes con ropajes y figuras mitológicas (túnicas, la Medusa…), sino que hace acopio de comparar la clandestinidad y el tabú actuales con el ideal helenístico del amor entre semejantes.
También hay cabida para las relaciones lésbicas y, cómo no, los prejuicios, las bodas por conveniencia y el empleo del sexo como poderosa arma para conseguir de los demás cosas que, en otras circunstancias, no habría sido posible.
Del storyboard a la gran pantalla
El anuncio de la versión cinematográfica de MW ha levantado bastante expectación. A juzgar por el trailer oficial que circula por la red, la historia se sitúa en la era actual y desarrolla las principales bases en las que se sustenta la obra original, con cambios presumibles que, por el momento, es imposible saber a ciencia cierta.
Los actores protagonistas son Hirosi Tamaki como Yûki Michio (Chiaki Shinichi en el live-action de Nodame Cantabile) y Takayuki Yamada como el Padre Garai (Densha Otoko en la película Train Man, basada en el manga de Hitori Nakano). El guión corre a cargo de Tetsuya Oishi y Haruo Kimura, responsables de las películas de Death Note. La película se estrenó en Japón a principios de Julio de 2009.
Osamu Tezuka nació el 3 de noviembre de 1928 en Osaka. A lo largo de sus 61 años de vida dibujó las más de 150.000 páginas que conformaron su extensa obra. En España han visto la luz algunas de las más destacadas, como Black Jack, El árbol que da sombra o Fénix. Pasará a la leyenda por haber establecido las bases del cómic japonés tal y como lo conocemos, catapultándolo a una dimensión que pocos creían posible.
Su carrera estuvo plagada de altibajos sin que ello mermase su pasión por dibujar. MW combina lo mejor de Tezuka a nivel narrativo e ilustrativo, haciéndolo muy recomendable para los que quieran iniciarse en su mundo, al tratarse de una obra de corta extensión.
Planeta DeAgostini ha editado varias obras de Tezuka en España, todas dentro de una misma línea. MW fue publicada siguiendo el estilo de traducción, a cargo de Marc Bernabé, y de rotulación, quizás demasiado intrusivo con respecto a las onomatopeyas por su tamaño exagerado, que se asignó a los mangas del autor en la colección Biblioteca Pachinco. Pero, salvo este detalle de rótulos, la edición goza de una excelente calidad. Consta de un único tomo de gran tamaño (prácticamente 600 páginas), con un buen precio: 19,95 euros. La única gran pega a este grosor considerable es que con la lectura, el lomo acusa demasiadas dobleces, deteriorándose con relativa facilidad.
Lo mejor: Sin duda, el argumento. El retrato psicológico de los personajes y la relación entre ambos protagonistas, completamente atípica en cuanto a los cánones del yaoi, compensa la ligera previsibilidad del desenlace, el cual, sin embargo, tiene como colofón un giro inesperado.
Lo peor: Pese a todo lo dicho, MW no está a la altura de otras obras de Tezuka como Adolf o Black Jack, pese a ser un gran manga que se aleja de lo habitual, en el que su sello está presente desde la primera a la última página.
Ficha técnica:
Título original: MW
Guión: Osamu Tezuka
Dibujo: Osamu Tezuka
Editorial japonesa: Tezuka Productions
Editorial española: Planeta deAgostini
Formato: tapa rústica, 586 páginas
Precio: 19,95€
Nº de tomos en japonés: 1 tomo, obra completa.
Nº de tomos en castellano: 1 tomo.
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