ECC ediciones volvió a apostar en 2014 por el dúo de maestros del gekiga, formado por Kazuo Koike y Goseki Kojima trayendo dos obras suyas: “Hanzô, camino del asesino”, sobre ninjas y “El hombre sediento”, sobre intrigas palaciegas del Shogunato. A continuación realizaremos un análisis sobre éste último, un seinen histórico sobre el catador de venenos del Shogun con una excelente ambientación, sexo gratuito y cocina japonesa, todo ello enfocado a un público más maduro.
Un Don Juán con mucha sed
Mondo Kainage llega a Edo para ejercer como el nuevo catador de venenos del Shogun de forma no precisamente discreta. Nada más poner un pie en el castillo protagoniza una pelea sangrienta y una violación (¿consentida?) de una de las administradoras de la corte. Después se presentará como hijo del mismísimo Shogun, cuya vida está destinada a defender ante las conspiraciones de los clanes Owari y Koga, más la familia del Shogun anterior.
A partir de este planteamiento inicial asistiremos a escenas de lucha con espadas, líos palaciegos en el harén del máximo líder feudal, recetas de cómo preparar el pescado y mucho sexo con innumerables mujeres.
Magnífica ambientación histórica
La obra data de inicios de los 80, posterior a la serie que ha hecho mundialmente conocidos a los dos autores, El lobo solitario y su cachorro. La obra está menos centrado en el tema de la venganza y el código del bushido. Pero lo que tiene en común con el resto de mangas del dúo es la intención de retratar la sociedad de la Era de los Tokugawa –concretamente durante el hermetismo del país a inicios del siglo XVIII – de una forma menos pintoresca de lo habitual, desvelando sus sombras.
La historia transcurre durante el gobierno del octavo Shogun, Yoshimune Tokugawa (1684-1751), quien gobernó entre 1716 y 1745. No fue descendiente directo de los shogunes previos sino de una rama secundaria de la familia Tokugawa. Fue uno de los señores feudales más longevos y activos: puso en marcha las reformas Kyōhō, que estaba destinado a restablecer el control feudal y reparar las finanzas del bakufu; subió los impuestos, puso levas a los daimios, defendió la frugalidad, fomentó la educación y revisó el código legal básico.
No obstante, Koike y Kojima le retratan en los primeros tomos como un hombre de bajo perfil, enfermizo y pasivo. Mientras tanto, su hijo Mondo – a quien había concebido en su tierna adolescencia y de una relación extramatrimonial- es un espadachín temible, un catador y cocinero que conoce todos los secretos de los alimentos y sustancias tóxicas, un experto en la cama además de una belleza inigualable. En el epígrafe del primer tomo Koike comenta que su intención era presentar una relación entre padre e hijo donde el segundo es mucho más brillante que el primero.
Es una obra recomendable a los que les gustan las intrigas palaciegas, concretamente en la época feudal japonesa. Principalmente se centra en el ooku, la parte del castillo de Edo habitado por mujeres relacionadas con el gobernante, que incluye a su madre, esposa, sirvientas y concubinas, cuyo número podría ascender a varios miles. También se le presta atención a las artes culinarias, que parece que actualmente está de moda en el mercado del manga español. A la servidora también le ha sorprendido la lucha entre monjes budistas pertenecientes a distintos templos para tener el honor de enterrar a los miembros de la familia del Shogun, con el fin de conseguir más ingresos para sus santuarios refutando así en la idea de que la curia budista es siempre pacífica.
En el primer tomo vemos lo difícil que era entrar en este ala del palacio, al que en teoría solo podía acceder un solo hombre – el Shogun. Por supuesto, Mondo también tendrá ese privilegio y removerá considerablemente el orden que reinaba en dichas estancias. También se nos enseña por qué el Shogun necesitaba estar acompañado en el dormitorio por una mujer adicional a parte de la que le daba cariño por la noche. En el cuarto libro el argumento cambia un poco de escenario y Mondo peregrina acompañado de dos mujeres que intentaron matarle en bosques y zonas rurales.
Todo está ilustrado con unos dibujos sublimes de Kojima, que recuerdan de cierto modo a los estampados ukyo-e aunque, pero con más dinamismo por parte de los personajes y una viñeta bastante grandes. Se aleja mucho del dibujo típico de los cómics japoneses contemporáneos, en el que los seres humanos poseen proporciones realistas y los fondos se caracterizan por su gran belleza y plasticidad, con trazos a veces sucios, aboceteados, pero que precisamente otorgan movimiento.
Pero unos personajes vacíos
Uno de los puntos débiles de la obra reside en los personajes, quienes no inspiran ninguna empatía. El protagonista es un guerrero invencible, un gran estratega con dotes en el lecho y de facciones bellísimas; es demasiado perfecto para identificarnos con él. Además, se empeña a justificar sus acciones con la frase “porque tuve sed”, mas no es un ser despiadado ya que sabe perdonar la vida a varios de sus enemigos. El resto de personajes tienen un papel limitado hasta la mitad de la serie y solo destacaríamos a Fukiko, una ninja asesina adolescente que genera cierta ternura con su travesura, y Arare, una pistolera. Ambas atentaron contra la vida del protagonista pero acabaron enamorándose de él formando un “matrimonio” compuesto por tres miembros – que al final de la serie seguiría aumentando, no exento de incesto. De vez en cuando aparecen algunas mujeres asesinas que quieren acabar con la vida de Mondo mediante la seducción pero “sorprendentemente” Mondo siempre prevé sus planes. El resto de los miembros del ooku aparecen y desaparecen a medida que Mondo haya colmado su “sed” con ellas y el Shogun es caracterizado como un gobernante sabio pero a la vez cobarde, con un sentimiento de culpa por no haber sabido educar a su hijo.
Por otra parte, aunque ya hemos expresado nuestra admiración por el dibujo de Kojima, lo que le falla es la representación de la variedad de rostros. Son tan homogéneos, sobre todo los de las mujeres, que pese a saber que el protagonista se haya acostado con un número alto de féminas, parece como si solo se hubiese acostado con una sola.
La obra incluye muchas escenas de sexo, a veces de una forma un tanto injustificada sin llegar a adquirir niveles de erotismo placentero. Mondo a veces resulta un poco rudo hacia las mujeres, aunque no se muestra nada muy explícito. Al inicio del tomo seis hasta aparecen escenas que dan mucho yuyu, sobre todo si la lectora es una mujer. Eso sí, no cuestionamos el hecho de que las figuras de la aristocracia japonesa no hayan ejercido precisamente el celibato y el machismo existente, que no lo intentaron esconder hipócritamente como los nobles europeos.
Sobre los autores
Kazuo Koike, guionista de la obra, nació en 1936 y ha guionizado aproximadamente un centenar de mangas. Además de dedicarse al manga, también ha producido películas, ha escrito novelas de ficción, poesía y obras teatrales. Ha dado clases a muchos mangakas como Rumiko Takahashi, Yuji Horii y Tetsu Hara en su curso llamado Gekika Sonjuku. Muchos de sus guiones más famosos están ilustrados por Kojima, salvo Crying Freeman, que cuenta con los diseños de Ryoichi Ikegami. Sus aficiones son el golf y del mahjong, sobre los cuales también escribió mangas.
Goseki Kojima se encarga de dar vida a la historia con sus dibujos. Nació en 1928 el mismo día que Osamu Tezuka. Comenzó a trabajar como un simple repartidor de folletos a las puertas de los cines para conseguir dinero, pero tras la Segunda Guerra Mundial comenzó a dibujar para los Kamishibai, una forma de contar historias que se combinaba con imágenes y que se convirtió en muy popular entre los años de la Gran Depresión y la Postguerra. Su primer manga data de 1967 y se tituló Doninki. Comenzó a colaborar con Koike en 1970, precisamente para El lobo solitario y su cachorro y desde entonces se convirtieron en el “dúo de oro”. Lamentablemente, murió en el 2000.
En nuestro país se han editado las siguientes obras: El lobo solitario y su cachorro y Asa, el ejecutor fueron editados por Planeta Cómic hace algunos años, mientras que ECC rescató a estos autores en 2014 con la publicación de Hanzo, camino del asesino y El hombre sediento. En 2015 la editorial española lanzó Kei, crónicas de una juventud, también obra de este dúo de artistas.
La edición
ECC ha arriesgado con la apuesta por obras menos conocidas de Koike y Kojima: son antiguas, nadie los pedía y van enfocados a un público adulto e interesado en la historia nipona. El manga cuenta con un formato B6 (125 x 176 mm) y tapa blanda con sobrecubierta. La extensión media de los tomos es de 250-260 páginas y cada uno tiene un precio de 9,95€, por lo que cada página sale al mismo precio que un manga habitual de 200 páginas de unos 8€, aunque el formato de El hombre sediento es ligeramente mayor. Lo único reprobable es que las páginas que en la edición original japonesa se publicaron a color aquí salen en blanco y negro, oscuras y con muchos puntitos. Como anécdota, hay que mencionar que en todos los tomos sale el protagonista, a veces en posturas muy similares, por lo que hay que fijarse muy bien en el número del tomo que vayamos a comprar, no sea que nos confundamos.
Conclusión
Manga recomendable para los que ya sean fans del dúo Kojima-Koike o del género jidaimono. Debido a la poca profundidad de los personajes, se trata más bien de un documental o libro de historia sobre la época más que una historia con protagonistas con los que identificarnos o sentir un gran apego a ellos.
Lo mejor:
- La ambientación histórica
- Aprender cómo funcionaba la corte del Shogun
- Las ilustraciones de Goseki Kojima
Lo peor:
- Personajes sin mucho carisma
- Mucho sexo que tampoco aporta a la historia
Nota: Esta reseña ha sido realizada con los ocho tomos de los que consta la colección y que se encuentran en venta actualmente en España.
El hombre sediento
Editorial: ECC Ediciones
Formato: Rústica, 264 págs. Blanco y negro.
Tomos: 8 (Finalizada)
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