MAPPA ha vuelto a apostar por recuperar un manga clásico como ya sucedió en 2018 con Banana Fish y en 2015 con Ushio to Tora. Al igual que en las anteriores ocasiones, la readaptación de Dororo ha causado gran impresión entre el público y da más razones por las que se deberían recuperar y readaptar a los nuevos tiempos los viejos clásicos.
La serie original se emitió hace unos 50 años, a finales de los años sesenta, por lo que ninguno de nosotros habría nacido ni siquiera. Pero, si hay alguien capaz de crear una obra atemporal es, sin ninguna duda, Osamu Tezuka, apodado “el Dios del manga”. Gracias a Amazon Prime Video hemos podido tener acceso a los 24 episodios que conforman esta adaptación de Dororo, en versión original con subtítulos en español.
Tras su estreno, en Ramen para Dos os compartimos nuestras primeras impresiones mediante nuestro Anime Noodles. Una vez completa, os dejamos nuestra valoración del conjunto de la serie.
El camino hacia la humanidad
El padre de Hyakkimaru es un ambicioso guerrero que concede a los demonios partes del cuerpo de su hijo recién nacido a cambio de que le otorguen el dominio y la prosperidad de sus tierras para convertirse en un poderoso Daimyo. A Hyakkimaru, que es abandonado a su suerte, lo rescata un hombre que consigue reconstruirlo con prótesis. Cuando crece y es ya un joven adulto, Hyakkimaru decide recuperar su cuerpo perdido, venciendo a cada uno de los demonios con los que pactó su padre. En su búsqueda se le une Dororo, un pequeño ladronzuelo, o al menos eso cree al inicio el espectador.
En esta historia, Tezuka demuestra lo brillante que es al emparejar dos personajes que son completamente opuestos, otorgándoles una dinámica realmente poderosa. Dororo es una niña charlatana, una fuerza de la naturaleza; Hyakkimaru es la definición literal de estoicismo e impasibilidad. Pero, a pesar de sus diferencias, se complementan entre sí: Dororo se convierte en la portavoz de Hyakkimaru durante la mayor parte de la serie, guiándolo a ser más humano. Hyakkimaru, en cambio, se convierte en su protector. Ambos se dan un sentido de esperanza y de pertenencia en un mundo que les ha sido injusto. Al ser acompañado por Dororo, Hyakkimaru poco a poco comienza a desarrollar características humanas y sentimientos. En algún momento, incluso le vemos reír. Este dúo termina formando unos lazos muy estrechos y el uno depende del otro. No obstante, el deseo de Hyakkimaru de proteger a Dororo se convierte en su mayor debilidad, ya que se ve forzado a confiar en su lado demoníaco, dejando atrás parte de esa humanidad que tanto quiere recuperar.
El periodo Sengoku, en el que Dororo se ambienta, fue un momento muy convulso para la historia de Japón. La inhumanidad de unos hacia otros parecía no tener límites y las guerras eran constantes. Si a esta fórmula le añadimos demonios, tendremos el paisaje sangriento de Dororo. En este sentido, Dororo es el mejor ejemplo del poder que puede tener una buena narrativa. Se trata de una premisa magníficamente elaborada. Aunque la obra original sea de Tezuka, hay que dar también crédito al equipo del anime, pues ha sabido crear nuevo contenido y adaptarlo con coherencia en el universo en el que se desenvuelve Dororo. No es necesario tener que reinventar o ser revolucionario para alcanzar la grandeza en el anime. Dororo es poesía, la tragedia impregna cada fotograma. Por más sombría que sea la historia que se cuenta y aunque sea difícil de creer, Dororo es capaz de transmitir que la compasión y el amor serán capaces de redimirnos al final.
Mientras los poderosos cometen atrocidades por el bien común, a Hyakkimaru y a Dororo se les pide que renuncien a la oportunidad de mejorar sus propias vidas por el bien del mundo que tanto los ha herido. Se ven obligados a enfrentar el hecho de que corregir los errores puede causar un gran sufrimiento a aquellos que no tienen culpa. Es un destino cruel, pero también es un consuelo que los dos se hayan encontrado. En un mundo tan oscuro como el que se muestra, es agradable ver un poco de luz de vez en cuando, ya sea a través de momentos conmovedores o alguna escena de comedia. Si fuera una tragedia semana tras semana, pronto perdería gran parte de su impacto emocional. Y el espectador también necesita creer que hay alguna esperanza para los protagonistas, o no tiene sentido soportar todo ese dolor.
Todo el mal, la brutalidad y el salvajismo del que son capaces los humanos se exhibe de manera despiadada. Una de esas escenas más desgarradoras es en la que la madre de Dororo acepta que le sirvan en sus propias manos comida hirviendo para poder alimentar a su hija y salvarla así de la hambruna. Por esta y otras razones, a lo largo de los episodios, Dororo se ve obligada a crecer y madurar demasiado deprisa. Para su propia supervivencia, debe tomar decisiones en las que el resultado muchas veces es una tragedia, o es testigo de ello a través de Hyakkimaru. Tezuka nos señala que todo ello es producto del mal, pues éste obliga a la gente buena a tomar decisiones para las que no hay una respuesta correcta. Aunque Daigo deba ser castigado por lo que le hizo a su propio hijo, Biwamaru, un monje que actúa como guía espiritual de los dos protagonistas, le recuerda a Hyakkimaru que recuperar su cuerpo es destruir el dominio de su padre, lo que significa que cientos de personas sufrirán y perecerán. Esta situación plantea algunas preguntas muy difíciles tanto para los personajes como para el espectador. En este mundo, no hay blanco o negro, solo grises.
Hyakkimaru, el lienzo en blanco sobre el que hay que pintar
Un protagonista mudo en cualquier obra de ficción es muy difícil de llevar a cabo, pero, afortunadamente, Hyakkimaru es un personaje interesante de principio a fin. Toda su evolución está bien manejada gracias a una gran escritura, por lo que termina resultando agradable para el espectador, a pesar de que la mayor parte del tiempo es silencioso y apático.
Mientras Hyakkimaru representa el cuerpo de la historia, Dororo es el alma. Dororo, por muy niña que sea, tiene nada menos que la tarea de enseñar a Hyakkimaru a ser humano. Él es literalmente un lienzo en blanco, y ella tiene una imagen en su mente de la persona que realmente es (o que algún día será). A pesar de todo lo que ha sufrido, Dororo se encarga de intentar alejar a Hyakkimaru del dolor que le causa su existencia maldita. Por eso, ella es la mejor compañía posible para Hyakkimaru. Su personalidad está llena de vida y de humanidad, a pesar de la crueldad del mundo en el que le ha tocado vivir.
El resto de los personajes son consistentes y están bien escritos. Biwamaru y Jukai ofrecen amor y sabiduría, guían a Dororo y Hyakkimaru, y muchas de las preguntas que le surgen al espectador se hacen a través de ellos. Daigo no es un villano unidimensional, y sus acciones son principalmente el resultado de las circunstancias de la era Sengoku. Y en general, todas las personas que nuestros protagonistas conocen a lo largo de su viaje son figuras carismáticas con una resolución fuerte. Esta serie presenta una verdadera narrativa dualista como pocas otras.
Un viaje por la historia
Sin haber leído el manga, aquellos más entendidos en la historia de Japón afirman que Dororo es una buena representación del Periodo Sengoku (1467 – 1568). No es necesario conocer la crudeza de esta época, caracterizada por las guerras civiles, para disfrutar del anime. Pero, seguramente, habrá despertado el interés de más de uno, que, como yo, han querido conocer más sobre la época.
Por otro lado, Dororo es una historia llena de símbolos. Planta cara a la creencia ampliamente extendida de que el Budismo es una filosofía y se ayuda de él para presentar un relato moral con temas como el infierno, los demonios y las deidades; la salvación, el pecado y la oración. Dororo es una representación consistente de la fe popular budista tal y como existe en Japón, desvinculada de las versiones comercializadas y secularizadas del zen, más conocidas en el mundo occidental.
Peregrinos, pecados, espíritus, sacrificios, almas, expiación, destino, milagros, oración, virtud, maldiciones, posesión, templos, fe, infierno, maldad, iluminación, salvación y dioses… En Dororo, el Budismo es representado constantemente como una religión. La historia muestra un interés de Tezuka hacia el pensamiento budista y una acertada representación de su práctica en el Japón rural, especialmente antaño. Sin entrar en más detalles, entender todos los símbolos ayuda a comprender mejor el mensaje que subyace en Dororo y entender mejor en su conjunto la historia. Explicarlos todos podría dar incluso para mucho más contenido.
Guiños al original
El equipo de producción de MAPPA, con Kazuhiro Furuhashi y Yasuko Kobayasahi al frente como director y guionista, respectivamente, ha hecho en general un trabajo increíble para dar vida al manga de Tezuka. Los magníficos fondos como si estuvieran pintados con tinta o la impecable cinematografía y dirección han hecho de Dororo una maravilla en todos los niveles. La decisión de Furuhashi de usar principalmente el blanco y negro para las secuencias de flashback es interesante, dado que el anime original de Dororo fue transmitido en blanco y negro.
El diseño de los personajes se adapta a los nuevos tiempos y deja atrás esos trazos casi caricaturizados, ese estilo más cerca del estilo clásico de Disney, para hacerlos más estilizados. Todo sin perder la esencia de los originales.
La animación, por su parte, está a la altura de la adaptación y presenta peleas fluidas y perfectamente coreografiadas. Sin embargo, en los episodios 14-15 se notó una considerable bajada de la calidad que generó cierta polémica en redes sociales, pero ésta volvió a recuperarse para los compases finales.
Aunque la banda sonora no es espectacular, sabe establecer el tono y la atmósfera para ciertas escenas, especialmente antes, durante y después de las secuencias de lucha. El uso de los instrumentos tradicionales japoneses ayuda a añadir tensión y emoción a los momentos más importantes y cruciales. En cuanto a los openings, el primero, Kaen, del grupo Queen Bee, es asombroso y personifica los contrastes entre somnolencia y tensión, que son fundamentales en cualquier serie de fantasía oscura. El segundo opening (Dororo de Asian Kung-Fu Generation), aunque es algo más flojo, también sabe jugar con esos contrastes, pero en su caso con la desesperación y la esperanza. Además, en sus imágenes, los dos tienen guiños al estilo de Tezuka al cambiar el diseño de Dororo en algunas partes. En cuanto a los dos endings, ambos son muy emotivos y melancólicos.
Por último, la voces de los protagonistas resultan extrañas, pero en el buen sentido. Los seiyus, tanto de Dororo como de Hyakkimaru son unos recién llegados y poseen escasa experiencia en el ámbito. Sin ir más lejos, Hiroki Suzuki, quien pone voz a Hyakkimaru, es un actor japonés que, si bien ha tenido algunos papeles en cine y televisión, ha desarrollado la mayor parte de su extensa carrera en teatro, donde él mismo interpretó al personaje al que da voz. Con todo esto en mente, se podría pensar que el resultado final podría dejar mucho que desear, pero todo lo contrario. De hecho, es sobresaliente, ya que sus voces encajan perfectamente con sus respectivos roles. Por eso, me gustaría destacar en especial a la pequeña Rio Suzuki, quien pone voz a Dororo. Es descarada e inocente, hace que Dororo sea más adorable todavía.
Conclusión
Dororo es lo que debería ser un buen remake. Toma todo lo bueno de la serie original de los años 60 y lo eleva con una excelente presentación, una buena banda sonora, personajes fuertes y una trama interesante. Dororo es como entrar en un clásico cuento popular japonés: transporta a una época turbulenta en la que la muerte era la compañera constante de la vida. Tanto el material original de Tezuka como la dirección de Furuhashi convierten a Dororo en un nuevo clásico.
Dororo es una de las mejores experiencias que ha ofrecido el anime en los últimos meses. Es una serie totalmente recomendable y atemporal. Ha tenido sus fallos a lo largo del camino, pero estos afortunadamente no han ensombrecido el resultado final.
Lo mejor
- La relación de Dororo y Hyakkimaru
- La estética del anime
Lo peor
- La enorme bajada de calidad en un par de episodios
- Tezuka introdujo muchas referencias al folclore japonés y el espectador tradicional no entenderá la gran mayoría de mensajes que subyacen a todo lo que sucede
Dororo (2019)
Estudio: MAPPA
Año: 2019
Tipo: Serie TV animación
Duración: 25 min
Facebook
Twitter
Pinterest
Instagram
YouTube
RSS