No tengo muy claro que me llevó a hacer la reseña de Bárbara. Cuando me acercaba al Rey del Manga siempre he tenido una sensación de pequeñez, en mi cabeza resonaba la idea “¿cómo vas tú a reseñar a Tezuka”, no me veo capaz de hacerlo. Aunque más que capaz diría que no tengo los conocimientos necesarios para reseñar al Maestro.
Pero cuando compre Bárbara algo dentro me decía que había llegado el momento, que esa obra era la que estaba esperando para empezar a tocar techo en el mundo del manga. Una obra tan compleja como importante, que pese a no ser de lo más relevante que tiene el autor, tiene un fondo, un poso que requiere de atención y cariño para enfrentarse a ella. Una obra adulta que apartará aquellos que no quieran complicarse la vida. Bárbara hace que la compliques, requiere de un esfuerzo por parte del lector, te exige pensar y te plantea preguntas que has de contestar, eso es Bárbara.
¿Musa? ¿Demonio? ¿Mujer? ¿Amante? ¿Sumisa? ¿Rebelde? ¿Quién es Bárbara?
¿Demonio?
La obra de Tezuka, Bárbara, gira alrededor de dos personajes: Yosuke Mikura y Bárbara. Mikura es un famoso escritor que, ¿casualmente?, un día se encuentra con una joven vestida con harapos que dice llamarse Bárbara. Esta pequeña rebelde se bebe hasta el agua de los floreros pero algo en el interior de Mikura se estremece. Apenado por la situación de la chica decide acogerla en su casa. Es en ese preciso momento es cuando comienza la tortura de este escritor.
Mikura no adopta el rol de protector sino más bien de padre pero, según pasa la historia, el componente pasional termina por tomar forma en una escena de cama escrupulosamente dibujada. Pero no es eso lo que Tezuka quiere transmitir, es más bien la locura a la que le lleva esta chiquilla. La locura del novelista comienza a volverse aún más presente según la historia se va tornando oscura, violenta y tortuosa, llegando al punto de pensamientos suicidas o asesinos. Pero todo esto ¿es verdad o es fruto de una enfermedad mental?
En el otro lado de este tablero de ajedrez está Bárbara. Alcohólica, granuja, ladrona, juerguista pero apasionada, protectora, celosa, dura, mística… Todo esto y adjetivos que desconozco es Bárbara. La fémina que baila junto al protagonista y que poco a poco le irá llevando al desastre, ya no solo por su actitud sino por sus particulares costumbres. En ningún momento ella da impresión de buscona, simplemente acepta esa invitación de Mikura de quedarse en su casa. Pero desde el primer momento deja claro que no está dispuesta a vivir bajo el yugo del autor, más bien es un relación parasitaria pero que de algún modo, el novelista no puede cortar pues para él Bárbara termina siendo su musa. El día que Bárbara desaparece, su locura se hace tan fuerte que pierde el control de su vida y se adentra en sus terrores más profundos.
El resto de personajes no son más que las marionetas necesarias para dar un poco más de forma a estos dos protagonistas. La madre de Bárbara, un viejo amigo que casualmente conoce a Bárbara, algunos amantes fugaces, políticos y editores que no tienen mucho que ver con la historia, simplemente funcionan como cobertura de la auténtica historia.
¿Musa?
¿Qué se puede decir de Tezuka que no se haya dicho ya? Nada. Por ello me limitaré a hacer un pequeño repaso a su vida a modo de viaje antes de entrar en el significado de su obra.
Natural de Osaka, dejó este mundo con 60 años víctima de un cáncer de estómago. Su obra ha sido tan importante que goza del título del “Rey del Manga”. Desechó las historietas que apenas ocupaban unas toscas viñetas y comenzó a dibujar historias de larga duración, desarrollando tramas complejas con historias profundas. Así vio la luz su primera gran obra: La nueva isla del Tesoro.
La ternura, la profundidad, la complicidad con el lector, la dureza del trato a historias comunes, esos ojos desproporcionados tan característicos de la animación japonesa fueron fruto de su persona. Sin darse cuenta, acabaría sentando los cimientos del manga y animación japonesa que, 28 años después de su fallecimiento, siguen siendo los pilares de cómo entender todo este mundillo. Casi 30 años después, Osamu Tezuka sigue vivo en cada trazo que se dibuja y que cada vez que abrimos un manga, “el rey del manga” nos susurra, “esto lo inventé yo”. Gracias Tezuka.
¿Quién es Barbara?
Es complejo describir de una manera veraz el argumento de la obra. De una manera muy tosca se podría decir que Bárbara relata el deseo de un artista por encontrar a su musa. Presa de este deseo, llega a un estado de ansiedad por no tenerla y a su vez, la locura de encontrarla.
Cierto es que Tezuka no tiene reparo a la hora de enfrentarse con un componente sexual, liberado de las censuras de hoy en día, el autor representa alegremente las inquietudes sexuales del protagonista, pero lo hace sin llegar a resultar burdo. Pechos, sexo, rituales, todo es tratado por el artista de una manera desenfadada, alegre incluso en algunos momentos ridícula y cómica. Esto nos sitúa en una época (1972 – 73) en la que la sociedad era un poco más permisiva con los autores a la hora de plasmar sus ideas o sus inquietudes.
No ahondó más en algunos personajes porque estaría desvelando parte de la trama, pero no solo eso, estaría dando más información de la necesaria para ir descubriendo la obra. Bárbara es lenta en su desarrollo, confusa y enigmática, a través de sus más de 400 páginas el lector se irá adentrando más y más en la locura del escritor. Descubrirá hasta dónde está dispuesto a llegar bajo la sentencia “si no eres mía, no serás de nadie“, frase que me sirve de enunciado al siguiente párrafo.
El protagonista no duda en abofetear a la protagonista en varias ocasiones, incluso el trato hacia Bárbara llega a ser violento sexualmente hablando. Tezuka no se corta a la hora de transmitir sentimientos a través del dibujo, pero ojo, Bárbara no queda lejos. Ella lega a tratar a patadas al escritor, chantajeándolo con que se va a ir de casa, le roba, se bebe todo lo que tiene y destroza su casa. Dos personajes muy definidos que llegan a buen seguro a resultar odiosos en varias ocasiones.
¿Amante?
ECC está siguiendo una muy buena línea de producción con estas obras de Tezuka. Los tomos recopilan las obras del maestro con un muy buen acabado y un papel más que excelente. La edición es robusta, no se abre por el lomo como suele pasar en obras tan pesadas. Si hay que buscar alguna pega a la edición es que el peso es alto para llevarlo encima, pero tampoco es un inconveniente.
Una cosa a tener en cuenta es que ha respetado el diseño de la portada en todas las obras del autor como La Canción del Apolo o Devorar la Tierra.
¿Rebelde? ¿Sumisa?
Según Tezuka, esta obra la hizo por dibujar algo entre dos obras… No quiero pensar que hubiera sido de este título si el autor hubiera puesto toda la carne en asador, pero aún así, Bárbara es un título que hay que degustar. No leer no, hay que paladearlo, dedicarle tiempo y dejarse embaucar con sus formas imposibles, hay que fumarlo, beberlo… Una obra que se deja querer para hacernos preguntas que no sabemos muy bien contestar. Puede que alguien diga que es ambigua pero ese es parte del encanto de la obra.
¿Se estará representado Tezuka como autor? No creo, pero lo que sí creo que es conoce muy bien el mundo que refleja Bárbara, esa desesperación que entra cuando un creador ve que no sabe que crear, no sabe donde apuntar o qué pincel coger porque su musa ha desaparecido. ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para volver a crear? Tezuka lo tiene claro.
Como final de esta conclusión quiero decir que yo nunca he sido de leer obras clásicas, siempre he ido a la comida rápida, cosas de consumo ligero que me hagan reír y poco más. Enfrentarme a Barbara como mi primera obra de gran calado ha sido algo espectacular, no solo he visto que lo verdaderamente bueno, ya está dibujado, si no que me he dado cuenta que hay un manga de mayor calado, un manga adulto, que te hace pensar, que te llega a emocionar más allá de normal… Por todo esto quiero seguir ahondando más en el manga clásico y lo recomiendo a todo el mundo que quiera traspasar las fronteras de lo meramente comercial. Tezuka, El Rey del Manga tiene este título no sin razón, lo es, arrodíllense ante el rey.
Lo mejor
- La historia
- La evolución de los personajes
- La historia escondida tras las líneas de diálogo
Lo peor
- La historia pierde fuerza según avanzan las páginas.
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