Hoy se celebra el Día Internacional del Orgullo LGTBI+, una fecha que cada año cobra mayor importancia y fuerza. Actualmente, vivimos en una sociedad heterogénea donde, además de multitud de razas, también nos encontramos con distintos géneros, identidades sexuales o roles de género. Por este motivo, hoy es un día en el que celebrar y reinvindicar esta diversidad, que no deja de ser también la defensa de la libertad de uno mismo.
Cada vez más, la comunidad LGTBI+ tiene una mayor presencia en la sociedad, algo que inevitablemente se ve reflejado en la cultura. Poco a poco van quedando atrás la represión y persecución de épocas pasadas, gozando de una mayor visibilidad en la literatura, cine y, por supuesto, en el manga. No hay más que echar una mirada atrás para darse cuenta cómo nuestro mercado del manga ha cambiado.
De la sexualización a la normalización
El manga siempre ha sido un terreno donde todo es posible. A pesar de que la sociedad japonesa pueda ser un tanto restrictiva con algunos temas, las artes gráficas siempre han sido un mundo de posibilidades y para todos los gustos. Uno de esos temas es la homosexualidad, sobre todo el yaoi o BL (relaciones entre hombres) y yuri (relaciones entre mujeres). Aunque en la sociedad japonesa aun les queda un largo camino por recorrer, estos temas llevan presentes desde décadas. Un buen ejemplo de ellos es La balada del viento y los árboles de Keiko Takemiya.
Sin embargo, este tipo de temáticas desde sus orígenes y también actualmente, tienen un fuerte componente sexualizador. Muestran unas relaciones idealizadas donde se tiende a objetivizar a sus protagonistas. Por ello, se trata de un género tan popular, principalmente por su atractivo o sensualidad. Así algunas de las primeras obras en editarse en España representaban esta línea de yaoi donde la violencia y lo sexual estaba muy presentes. Como es el caso de obras como Zetsuai 1989 y Bronze, ambas de Minami Ozaki y editadas por Glénat en 2001 y 2002, respectivamente.
Esta línea de yaoi fue la que principalmente estuvo llegando a España, obras donde primaban los protagonistas gozaban de gran belleza y envueltos en situaciones de enredo y amores muy apasionados. Aunque no todos pertenecían a esta vertiente sino que los había que se entremezclaban con otras temáticas como Fake de Sanami Matoh o historias auténticamente dramáticas como es el caso de Kizuna de Kazuma Kodaka, ambas de Norma Editorial. Posiblemente esta vertiente del yaoi era la más interesante al ir más allá de la mera relación sexual (y de los tópicos del género) y representaba de manera más objetiva la realidad del colectivo LGTBI+. Y así fueron llegando poco a poco hasta el año 2012, conocido popularmente como el año del estallido de la burbuja del manga.
Con la llegada de la crisis en el año 2012, uno de los principales géneros afectados fue el yaoi, al tratarse de un tipo de obras orientado a un público más minoritario. Sin embargo, el lector de manga estaba cambiando y quería nuevas obras que fueran más allá del mero entretenimiento. Obras con las que empatizara, con las que se viera representado.
El espejo de la realidad
Tras el estallido de la burbuja, nuestro mercado del manga se encontraba en un terreno un tanto inestable. Esto no impidió la aparición de nuevas editoriales que apostaran por un estilo de obras diferentes. Obras con un estilo realista, enmarcado dentro del slice of life, pero con la cual buscaban captar la atención de los lectores a través de la naturalidad. Dentro de esta vertiente, en 2014 Ediciones Tomodomo se fijó en el género yaoi desde un primer momento con obras como Seven Days de Rihito Takarai y Venio Tachibana o En la misma clase de Asumiko Nakamura. Posteriormente, en 2015, Editorial Ivrea también decidió apostar por el género por la vertiente más tradicional del género con títulos como Junjo Romantica de Shungiku Nakamura y Los deseos obsesivos de mi chico de Hashigo Sakurabi. Todas ellas tuvieron una gran acogida por parte del público.
Sin embargo cabe destacar que, aunque es cierto que el yaoi más tópico (sexualizado, de enredo…) era el que más éxito estaba teniendo, el público también vio con buenos ojos ese yaoi más realista y costumbrista. Aunque no dejó de ser toda una declaración de intenciones por parte de Ivrea traer Junjo Romantica, quizás la obra más popular y problemática (a nivel de edición). Pero ya fuera por una vertiente o por otra, ambas habían tenido una gran acogida y el público quería más.
En 2016, Milky Way Ediciones se sumó al mercado del yaoi con En un rincón del cielo nocturno de Nojiko Hayakawa y Puedo oír el sol de Yuki Fumino, fieles a esa vertiente realista del género. Pero sobre todo destacar que son obras que exploran la complejidad de la relación homosexual más allá del acto sexual, sobre todo en el caso de Fumino. Son este tipo de obras las que, a fin de cuentas, representan y visibilizan objetivamente al colectivo y con las que más conecta el lector. Posteriormente, la editorial continuaría su apuesta con Kanna Kii, posiblemente una de las autoras de más éxito en nuestro país. Otras editoriales que se sumaría sería Nowevolution con Blue Morning de Shoko Hidaka, dentro de su línea Kigen dedicada a títulos LGTBI+, y ECC Ediciones con Sakura Gari de Yuu Watase. Tras este despertar del género, llegaron obras yaoi de diversas temáticas y siempre moviéndose entre ambas tendencias. Por mencionar algunas de las más exitosas nos encontramos Algo entre nosotros, Pájaro que trina no vuela, Réquiem por el Rey de la Rosa, entre otros.
Aunque entre todos estos, hay algunas obras que se atreven a ir más allá y quizás son las más interesantes en cuanto a representación del colectivo LGTBI+. Mangas que se atreven a visibilizar la complicada realidad del colectivo como es el caso de Sombras sobre Shimanami o la más reciente Smells like Green Spirit. Ambas reflejan los problemas a los que tienen que hacer frente personas de distintos géneros y orientaciones sexuales. Sin embargo, siempre dejan una puerta abierta a la esperanza y que mejor representan el ideal que se reivindica el día de hoy. Historias que animan al lector a aceptarse a uno mismo, independientemente de su género, orientación e identidad sexual.
No obstante, siempre llama la atención, y como contrapunto, la recepción del yuri. Solamente Citrus y Flores azules, de Editorial Ivrea y Milky Way Ediciones, respectivamente, fueron las únicas obras del género que llegaron en esta etapa a España y con una acogida bastante tímida. La única que pareció tener éxito, y de manera totalmente arrolladora, fue Mi experiencia lesbiana con la soledad de Kabi Nagata y editada por Fandogamia Editorial. De todas maneras, en 2019, eso parece que está cambiando.
2019: el año de la revolución
Actualmente, el yaoi está bien asentado en nuestro mercado con prácticamente un nuevo tomo del género cada mes. Sin embargo, parece que el 2019 va a ser un año especial para el colectivo LGTB+ en cuanto a representación se refiere en el manga.
Por un lado, Norma Editorial va a volver a publicar yaoi como es el caso de Koimonogatari de Tohru Tagura y Color Recipe de Harada. Por otro lado, durante el pasado Salón del manga de Barcelona, Planeta Cómic anunció su apuesta por uno de los grandes olvidados de nuestro mercado: el yuri. Durante el evento desveló algunas de las obras que iban a llegar a España como es el caso de Girlfriends. A estos hay que sumar Fandogamia con la licencia de Hanayome wa Motodanshi de Chii, manga autobiográfico de una autora trans.
Otra de las licencias más sonadas (y que se ha tardado en anunciar más de dos años) se trata de la primera El marido de mi hermano de Gengoroh Tagame. Una obra que aborda la realidad homosexual desde una perspectiva insólita, dentro del ámbito familiar y entremezclando dos cultura diferentes: la americana y la japonesa. Un manga aclamado por la crítica y que llegará a finales de año de la mano de Panini Cómics.
En definitiva, el colectivo LGTBI+ cada vez está teniendo una mayor representación en el manga. Algo que no es un capricho o tendencia, sino un mero reflejo de la sociedad en la que vivimos. Porque los mangas no solo nos entretienen y emocionan, sino que también pueden reflejar parte de nosotros mismos en sus viñetas. En ello reside la grandeza del manga y, sobre todo, de nuestro mercado del manga en constante evolución. Por ello, hoy más que nunca uno debe estar orgulloso de nuestro mercado del manga.
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