No son pocas las veces que hemos tratado el tema del machismo en la sociedad japonesa y, más concretamente, en el manga. Como aficionados al sector, también somos capaces de ver aquel lado más oscuro de algunas de las visiones que aún nos ofrece el Japón más actual. Sin embargo, hay géneros de manga y anime que tratan de revalorizar en cierta medida la figura de la mujer, haciéndola más independiente y fuerte. Esto ocurre en obras contadas y de géneros variopintos, pero es precisamente eso lo que las hace relucir.
Quizás muchos de nosotros al oír las palabras “shôjo”, “romance” o “harem” las asociamos a un innegable machismo que canta sin ni siquiera pasar la primera página de la obra en cuestión. Pero, ¿por qué? ¿acaso no puede una heroína vivir entre hombres y enamorarse sin dejar de ser independiente, fuerte e inteligente? Una heroína quizás no, una mujer sí.
En el presente artículo ofrezco mi opinión personal sobre el manga Yona, princesa del amanecer y cómo este huye de estereotipos para ofrecer una nueva imagen de la heroína shôjo.
Nota: A partir de aquí la entrada revela datos importantes sobre el desarrollo del manga hasta su publicación en Japón, por lo que si quieres evitar los spoilers, no debes seguir leyendo.
El concepto de heroína
Si tenemos en cuenta el concepto de heroína como la protagonista de alguna serie manga, independientemente de su género, diríamos que es un personaje carismático, al que muchos personajes adoran, mientras que algunos otros odian. Un personaje que brilla por sus habilidades, muchas de las cuales se basan en cualidades como su inteligencia, fortaleza, belleza, su forma de ser y/o su capacidad de romper esteoreotipos como el de “la heroína que todos quieren ver”.
Quizás Yona cumpla muchos de los puntos comentados anteriormente, pero también el último, la heroína que se escapa de los estereotipos. Estamos ante un personaje que sufre un desafortunado accidente en su vida: su padre es asesinado por el hombre del que está enamorada y que la obliga al exilio junto a su guardaespaldas, el buenorro de Hak. Cuando viene la palabra “buenorro” ya pensamos: “¿no me digas? ¿otro manga donde la princesita es salvada por su enamorado?”. Sí, es así, pero hay mucho más que eso.
El prototipo de heroína se encuentra en Yona en cuanto vemos que nuestra protagonista es expulsada de su zona de confort y se ve obligada a adaptarse a su nueva vida de extrema supervivencia. Poco a poco asistimos a su evolución y pasa de ser la delicada princesita del cuento a ser un personaje guerrero, fuerte y que lucha por ser independiente. Y aunque al principio Yona tiene objetivos egoístas, a su versión evolucionada no le gusta ser salvada, ella quiere salvarse a sí misma y a todos aquellos que la rodean.
Personajes posesivos 0 – Hak 10
En esta historia de princesas no existen los príncipes. Existen personajes masculinos, atormentados, que viven cada uno de sus días con diferentes agonías y preocupaciones. Aquí es cuando nuestra heroína se convierte en una protectora, pues su egoísta reclutamiento los saca de esas vidas aburridas, encarceladas y/o angustiosas que cada personaje principal acarreaba.
Hasta aquí podríamos decir que todo parece bastante poco fuera de lo común. Algunos de los dragones se muestran con ciertos comentarios más o menos machistas hacia nuestra protagonista, aunque la mayoría aludiendo a su “delicadeza” como mujer. Sin embargo, suele ser habitual que el protagonista masculino se sienta el Alfa de la relación. En cambio, Hak también contribuye a que nuestra heroína se haga más grande, no la subestima por ser una «frágil mujer».
Hak engrandece a Yona de forma constante. La respeta, confía en sus habilidades y capacidades de decisión. Quiere protegerla, pero no es posesivo. Él la enseña a pelear, a defenderse, a tirar con el arco y otro tipo de labores que hasta entonces eran considerados “poco femeninos”. De hecho, los dragones muchas veces se preocupan por esta actitud de la princesa hacia las armas. Es más, en cierto momento, Jae-Ha le dice a Yona que seguramente Hak quiera encerrarla para que deje de exponerse al peligro de forma constante, a lo que nuestro dragón oscuro responde posteriormente todo lo contrario. Hak no tiene esos sentimientos posesivos hacia Yona, como él claramente lo demuestra, quiere que todo el mundo vea lo fuerte que se está haciendo y de lo que es capaz de hacer por sí misma para recuperar su trono. Un punto para Hak.
Además, en los capítulos más recientes vemos a un personaje que pertenece a una tribu donde es común tener varias mujeres. Este quiere convertir a Yona en una de ellas, aludiendo en muchas ocasiones a que él es propietario de esas mujeres y que también lo será con ella. Pues bien, Hak la defiende diciendo algo como: “No la trates como si fuera un objeto”… Sí, más puntos para nuestro Hak.
Qué detalles tan nimios, si nos paramos a pensar en ello, ¿verdad?. Pero, ¿en cuántos manga podemos contar en los que el protagonista defiende derechos de las mujeres como su propia libertad, que puedan elegir de quién enamorarse y de quién no, y no la encasilla como un ser débil y sensible que solo deba centrarse o preocuparse en los amoríos y “quehaceres” domésticos?
Yona 100 – Otros personajes femeninos 100
Sin embargo, hemos venido aquí a hablar de Yona. Y es que, independientemente de esos pequeños factores, Mizuho Kusanagi nos va regalando más motivos por los que tengamos que hacer de esta serie una obra bastante feminista para su contexto.
Uno de los puntos más llamativos es que en todo shôjo suele haber rivalidad entre los personajes femeninos. Con Yona esto no pasa, no al menos hasta los 172 capítulos y 28 tomos que lleva publicados. Todos los personajes femeninos aparecidos hasta el momento se respetan entre sí y Yona no es menos. Es más, se acaba haciendo querer por cada uno de estos personajes que se encuentra en su camino. ¡Y qué personajes! Todas las mujeres que aparecen en Yona son decididas e inteligentes. Unas más sensibles y dulces, otras más guerreras o gamberras, pero todas, absolutamente todas, tienen algo que las hace especiales a cada una y no rivales.
Pero no acaba ahí el lado más feminista de Yona. No. Lo más impactante de todo lo que llevo leído en esta serie va mucho más allá de la fantasía o las relaciones entre los personajes. Mizuho Kusanagi nos convierte en testigos de un evento tan real como la vida misma y que convierten a Yona en una mujer. Y es que en un capítulo somos partícipes de cómo a nuestra protagonista le viene la menstruación y se hace gráfico. Kusanagi nos regala unas viñetas en las que Yona asume sentirse mal y, cuando se va a dar cuenta, un hilo de sangre recorre su pierna, haciendo a esta ponerse alerta. Sí, señores, algo tan tabú aún hoy día, incluido en Occidente, como la regla, va Kusanagi y te lo muestra. Bravo.
Además, otro punto es que Yona también sufre de ataques de ansiedad. A quién no le pasaría claramente, a una heroína quizás no, porque a fin de cuentas las protagonistas siempre pueden con todo. Yona puede, pero sufre, sufre por los que le rodean, por las muertes presenciadas hasta el momento, por el cambio drástico de su vida… Un hachazo psicológico y que también se hace explícito. Yona lleva una vida de exilio y también tiene los problemas de una persona normal y corriente, no es invulnerable.
Teniendo en cuenta todo esto, ¿quién puede seguir creyendo que se trata de un shôjo del montón donde todos salvan a la princesita del cuento? ¿Es Yona una heroína prototipo? ¿O es que acaso Kusanagi trata de decirnos algo? Yo pienso que ella trata de transmitirnos que las mujeres también tienen derecho a ser libres, luchadoras, justicieras, amables, dulces, gamberras, inteligentes, así como también tienen derecho a amar y ser amadas. Y así es, los personajes de Kusanagi-sensei son, en definitiva, mujeres del mundo real en un mundo de fantasía.
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