Hace una semana aproximadamente nos sorprendía a muchos un artículo en la edición digital de El País sobre Doraemon. No es habitual ver a un medio generalista hablar de un anime o un manga a menos que coincida con algún evento importante tipo el Salón del Manga de Barcelona, o por generar algún tipo de polémica, como aquel sobre los ataques de epilepsia que provocaba Pikachu.
Pues bien, lamentablemente el texto del periodista y novelista peruano Santiago Roncagliolo era del segundo grupo. El texto ataca lo llorica y vago que es Nobita y critica duramente algunos de los tópicos de la sociedad japonesa que muestra a la sufrida madre como ama de casa, o que el padre lo único que hace al llegar a casa es ponerse una cerveza y leer el periódico. Todo esto, según él, es lo que muestra y enseña esta serie a sus niños, los cuales no se desenganchan de la tele, ya que la emiten en varios tramos durante el día en el canal Boing.
Más allá del ataque oportunista de un columnista habituado a escribir sobre fútbol, pero que en verano no encuentra de quién hablar y se pasa a un tema que no domina, ni parece que haya testeado nunca. El texto me traslada inexorablemente al pasado. Me recuerda a las duras críticas que inundaban los periódicos día sí y día también en los 90 sobre las series japonesas que triunfaban en la televisión, como Dragon ball o Los caballeros del Zodíaco. Tampoco olvido las críticas que recibió la carne que enseñaba sin pudor Ranma cuando se convertía en chica. Triste pasado que muchos creíamos ya superado.
Primero y más grave, este columnista dice en su cuenta oficial de Twitter que se ha documentado y visto muchos episodios del gato cósmico. Pero lejos de premiar la vagancia de Nobita, creo que no ha entendido que todos los episodios intentan demostrar que el “camino fácil” que toma el protagonista usando los cachivaches de Doraemon, no es el correcto y tiene consecuencias negativas.
Segundo punto: Se demuestra un total desconocimiento por parte de este escritor de la cultura y sociedad japonesa. Una cultura, como cualquier otra, que tendrá sus elementos positivos, pero también tiene sus puntos negativos. Muestra de ello es un más que evidente machismo y desigualdad entre hombres y mujeres. Un tópico de la sociedad japonesa totalmente aceptado, por feo que nos parezca en Occidente, que puede verse en cientos de películas y series de animación. No es algo sólo propio de Doraemon.
No obstante, en el fondo, no podría resumir este artículo más que como “una pataleta”.
Una pataleta de un padre que no controla ni sabe qué ven sus hijos en la tele, dejando que sea este aparato el que los eduque, para descubrir posteriormente que lo que ven no es adecuado para la valores que quiere inculcarles. Muy bien, estoy de acuerdo en que quizás no quiera que sus hijos vean Doraemon, porque para él pueda ser “el demonio”, pero echar la culpa de lo que sus retoños ven a la propia televisión o canal que lo emite, pasando por alto su responsabilidad como padre, me parece insultar la inteligencia de sus lectores.
P.D.: ¡Nos vemos en twitter: @Batto_RP2!
P.D.2: Con este texto me gustaría iniciar una columna más o menos habitual de opinión en el blog a modo de editorial. ¿Os parece bien?
Este artículo representa la opinión de su autor, sin que sea necesariamente compartida por el resto de miembros de Ramen Para Dos.
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